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Antoni Asunción, el ministro del Interior que supo dimitir
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Asumió responsabilidades por la huida de luis roldán

Antoni Asunción, el ministro del Interior que supo dimitir

El valenciano ocupaba la cartera de Interior cuando Luis Roldán, entonces director general de la Guardia Civil, escapó acorralado por la Justicia

Foto: Antoni Asunción en una imagen de 2010 (Efe)
Antoni Asunción en una imagen de 2010 (Efe)

La historia de la España democrática esta trufada de políticos que se aferran como lapas a la poltrona, que delinquen o que son el foco de las iras de sus conciudadanos por razones diversas. Pero hay un espécimen político que escasea en la fauna española: el que asume responsabilidades, el que entona el mea culpa y se va a su casa cuando se ve atrapado en una cagada mayúscula.

Antoni Asunción es -era, ha fallecido este sábado- uno de ellos. En 1994, Asunción era ministro del Interior tras haber llevado las riendas de Instituciones Penitenciarias -de su mano nace la inclusión de la lucha antiterrorista en el sistema penitenciario y la traída y llevada dispersión de presos-. Cartera complicada como ninguna, Asunción aterrizó en Madrid tras una carrera política en Valencia. Asunción, que tuteló la Diputacion Provincial valenciana, tal vez no estaría demasiado de acuerdo con los planes de Pedro Sánchez, que quiere demoler estas instituciones locales. Pero esa es otra historia.

Asunción llegó a Interior para sustituir a José Luis Corcuera. La justicia ya estaba por aquellas fechas con la lupa y los focos encima del que fuera director general de la Guardia Civil, el socialista Luis Roldán, del que se sospechaba que había metido la mano en la caja. El de Roldán acabaría siendo uno de los episodios más lamentables de la política española, que socavó los cimientos del PSOE.

Roldán, acorralado y para eludir la acción de la Justicia, puso tierra de por medio y desapareció, aunque ya en paradero desconocido concediera una entrevista a los periodistas Antonio Rubio y Manuel Cerdán. Roldán, tiempo después, volvió a reaparecer en la otra esquina del mundo, siendo conducido desde Bangkok a España, donde fue juzgado y condenado.

Lo fácil para Asunción habría sido mirar para otro lado. No fue así. El político valenciano no se sacudió sus responsabilidades y presentó su dimisión al presidente del Gobierno, Felipe González, dado que la custodia de Roldán recaía en su cartera ministerial. Juan Alberto Belloch sustituyó a Asunción.

La decisión de Asunción entra dentro de las inhabituales en la política española, donde aferrarse a los cargos es una seña de identidad para parte de los representantes públicos.

Asunción, después, no tuvo suerte para encontrar un sitio dentro del partido en Valencia, de donde era originario y acabó dando de nuevo un paso a un lado.

Algunos foreros de El Confidencial dicen que siempre se van antes los mejores. No sé si Asunción engrosaba esa categoría, pero sí militaba en la de los coherentes.

La historia de la España democrática esta trufada de políticos que se aferran como lapas a la poltrona, que delinquen o que son el foco de las iras de sus conciudadanos por razones diversas. Pero hay un espécimen político que escasea en la fauna española: el que asume responsabilidades, el que entona el mea culpa y se va a su casa cuando se ve atrapado en una cagada mayúscula.

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