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Afirmativo, hay coincidencia: el ADN vuelve a resolver una violación ocurrida hace años
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el hombre solo actuó una vez

Afirmativo, hay coincidencia: el ADN vuelve a resolver una violación ocurrida hace años

La detención por parte de la Guardia Civil del supuesto autor de un robo reactiva una investigación de la Policía Nacional y localiza al presunto violador de una mujer en Almería tres años atrás

Foto: El cruce de datos entre los laboratorios de la Policía y de la Guardia Civil ha permitido desatascar un caso que llevaba tres años sin resolverse. (EC)
El cruce de datos entre los laboratorios de la Policía y de la Guardia Civil ha permitido desatascar un caso que llevaba tres años sin resolverse. (EC)

F. J. C. U. llevaba una vida normal, integrada perfectamente entre los vecinos del pequeño pueblo del poniente almeriense donde vivía. Era consciente de que el episodio que tres años atrás protagonizó él mismo -presuntamente- no desaparecía nunca de su mente, pero estaba tranquilo, porque había pasado ya demasiado tiempo y solo le habían detenido por dos asuntos que no tenían nada que ver con aquel pecado mayor. En 2014, la Guardia Civil le arrestó por un hurto que no llegó a nada, pues no hubo siquiera atestado policial y mucho menos juicio. En julio de 2015, el instituto armado le volvió a cazar. Esta vez, por un robo con fuerza que sí conllevó la apertura de una investigación judicial. La Guardia Civil le hizo una ficha, pues no tenía antecedentes, le tomó fotos y una muestra de su ADN.

Aun así, el hombre seguía tranquilo. No podía imaginar que este último episodio policial cambiaría su vida quizá definitivamente. La instrucción por el robo siguió su curso habitual y el acusado incluso fue juzgado. Pero al mismo tiempo, el perfil genético tomado por los agentes abrió una nueva línea para los responsables de las fuerzas de seguridad. La muestra fue introducida, como indica el protocolo, en las bases de datos del instituto armado, donde se cruza con el resto de fichas. Negativo. No había coincidencias, lo que indicaba que el detenido no estaba siendo investigado por ningún otro asunto.

A continuación, el ADN pasó a cruzarse con las bases de datos de la Policía Nacional y aquí sí saltaron las alarmas. El perfil genético coincidía con el encontrado en el escenario de una violación ocurrida justo tres años antes en Almería. La Unidad contra la Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) y el Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Policía Judicial se pusieron en marcha. Seis meses después de la última detención de la Guardia Civil, F. J. C. U. era apresado. En concreto, el pasado 25 de enero. La ciencia había permitido localizar, por lo tanto, al autor -presuntamente- de un crimen que llevaba tres años sin resolverse.

El 24 de enero de 2013, Silvia (nombre figurado), una madrileña de 45 años, estaba pasando unos días en su casa de Almeria. Había salido a caminar por la playa de Retamar para hacer ejercicio, como habitualmente a la caída de la tarde, cuando detectó que un hombre alto la observaba de modo sospechoso desde atrás. Eran alrededor de las 20:00 y por aquella época del año ya era de noche. No había nadie más en ese momento en la calle. Aceleró el paso, pero el perseguidor también. Cuando llegó a su altura, la agarró por los brazos y la arrojó a unos matorrales, donde la violó y huyó.

La mujer se fue a casa, le contó todo lo ocurrido a una vecina y ambas marcaron el 091. En unos minutos, llegó un coche patrulla seguido de un equipo de Policía Científica. La víctima denunció los hechos y tanto esta última unidad como la UDEV se pusieron en marcha. La Policía Científica tomó muestras de ADN del agresor tanto en la víctima como en el lugar de los hechos. Las remitió a las oficinas centrales, donde fueron cotejadas sin éxito con las bases de datos. No había coincidencias, pero la información se quedó ahí archivada.

Mientras tanto, los investigadores interrogaron con poco éxito a la víctima para que esta les facilitara todos los datos que pudiera sobre el agresor. Era muy alto y conducía un coche blanco. Fue toda la información que la asaltada podía recordar. Era poca, pero era lo que había. Posteriormente, un testigo que estaba a varios metros del lugar de los hechos aportó que había visto un coche blanco antiguo huir. La cantidad de datos aumentaba ligeramente -muy alto, coche blanco y antiguo-, pero aún era insuficiente para avanzar.

Tras la detención de la Guardia Civil, sin embargo, apareció de repente una prueba clara, contundente y científica que señalaba directamente a un nombre y unos apellidos. Tanto el instituto armado como la Policía quedaron sorprendidos, porque el detenido no coincidía con el patrón del clásico violador. Solo había actuado una vez, no tenía antecedentes más allá del mencionado robo y llevaba una vida normal. El propio detenido se quedó pasmado cuando le comunicaron que estaba arrestado. La víctima, de hecho, no le reconoció cuando poco después de la detención varios policías se personaron en su domicilio de Madrid y le mostraron las fotos de su agresor.

La altura -casi dos metros-, el vehículo -aún mantenía el coche blanco antiguo, aunque ahora la Policía ya conocía la marca- y sobre todo el ADN sí coincidían con el dibujo que inicialmente hicieron los investigadores. "Un buen trabajo por parte de la Guardia Civil y de la Policía Científica, que guardaron adecuadamente la cadena de custodia, es lo que ha permitido llevar a buen término la investigación, aunque sea tres años después", explican desde la Policía Nacional.

En el año 2000, la ley permitió que la huella genética pasase a conformar los archivos policiales. La legislación también aprobó que, además de las fichas de datos y fotos de los detenidos, las fuerzas de seguridad pudieran incluir una reseña biológica con el ADN. La creación de estas bases de datos ha permitido la resolución de casos, entre otros, como el de la niña Eva Blanco, cuyo presunto asesino fue cazado 18 años después del homicidio gracias a los laboratorios genéticos.

F. J. C. U. llevaba una vida normal, integrada perfectamente entre los vecinos del pequeño pueblo del poniente almeriense donde vivía. Era consciente de que el episodio que tres años atrás protagonizó él mismo -presuntamente- no desaparecía nunca de su mente, pero estaba tranquilo, porque había pasado ya demasiado tiempo y solo le habían detenido por dos asuntos que no tenían nada que ver con aquel pecado mayor. En 2014, la Guardia Civil le arrestó por un hurto que no llegó a nada, pues no hubo siquiera atestado policial y mucho menos juicio. En julio de 2015, el instituto armado le volvió a cazar. Esta vez, por un robo con fuerza que sí conllevó la apertura de una investigación judicial. La Guardia Civil le hizo una ficha, pues no tenía antecedentes, le tomó fotos y una muestra de su ADN.

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