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Ayudando a los refugiados sirios en el corazón de Madrid
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se trata de una iniciativa ciudadana

Ayudando a los refugiados sirios en el corazón de Madrid

Son muchos los refugiados que hacen escala en Madrid en su éxodo hacia el norte de Europa. España es solo un país de tránsito. Cuando llegan a la capital, el viaje les ha desprovisto de todo

Foto: Un cartel donde se puede leer "Bienvenidos refugiados" cuelga de la fachada principal del Ayuntamiento de Madrid. (EFE)
Un cartel donde se puede leer "Bienvenidos refugiados" cuelga de la fachada principal del Ayuntamiento de Madrid. (EFE)

“Hace falta ropa de abrigo, algunos están llegando de Melilla en chanclas... Y esta gente va a Alemania”. Paso a paso, idea tras idea, unas decenas de ciudadanos reunidos en la madrileña plaza Agustín Lara conciertan las líneas de actuación. No son voluntarios, son parte activa. Hace solo unos días que celebraron las primeras asambleas populares y los resultados ya están sobre el terreno. Se acoge en casas particulares, se alimenta, se escucha y se ayuda a refugiados procedentes de Melilla, en su escala en Madrid, rumbo al norte de Europa. “Sí, hay que reunir ropa y comida en un punto, y organizarla por tallas”.

Todo eso ya está hecho. Muchos de los primeros integrantes de estas asambleas llevan tiempo ayudando a sirios en pleno éxodo por simple iniciativa personal. Ahora, unidos en una plataforma sin vinculación a ningún partido político, Bienvenidxs Refugiadxs Madrid, se han dividido en diversos grupos de trabajo (alojamiento, suministros, traductores, etcétera…) para prestar una atención humanitaria que no acaban de asumir las instituciones.

España está en la ruta del norte de África de los refugiados que intentan llegar a Alemania, el destino de una inmensa mayoría junto con los países nórdicos. Una ruta extremadamente peligrosa, porque atraviesa Libia y allí, en medio de la guerra civil entre milicias y la absoluta ausencia de autoridad, caer en manos de las mafias es casi inevitable. Después queda Marruecos y la ‘contundencia’ de su policía. Cientos de familias esperan ahora en Nador, en ocasiones durante semanas para, a través de Beni Ezar, cruzar a Melilla, la puerta hacia el norte de Europa. Por ello, para cuando por fin alcanzan Madrid, el viaje les ha desprovisto de todo.

En este éxodo, España es solo país de tránsito. Solo una minoría decide solicitar asilo aquí. “Estamos buscando un sitio donde tener una buena vida”, dice un sirio de Homs, “sabemos que en España no hay trabajo y que las condiciones no son buenas”. Los pocos que tienen meses de experiencia en el país saben que éste hace una interpretación ‘poco generosa’ de la normativa de la Convención de Ginebra, que define los derechos de los refugiados y cuyas bases son ambiguas, por lo que cada estado las aplica a su antojo.

"Yo no elegí España, me tocó. Me eligieron en un reparto de cuotas. Y agradezco mucho a la gente y al Gobierno la ayuda prestada, pero ahora recibo 180 euros al mes. Tengo dos hijos y llevamos meses de retraso en el alquiler. Nos van a desahuciar. Yo soy Ingeniero Civil, pero necesito aprender español, sobre todo el vocabulario técnico para poder desempeñar mi profesión en España”, dice un hombre eritreo. Aparenta 45 años y su pulcritud en el vestir no disimula el cansancio en su rostro. El de su hijo pequeño sí es visible a primera vista, porque acaba de dormirse en su regazo.

Los refugiados que han alcanzado Suecia también son conscientes de que España no es país de acogida. "Nos gustaría ir de vacaciones. Cuando tengamos el permiso de residencia será al primer lugar a donde viajemos", explica un sirio que espera en Estocolmo para conseguir sus papeles. Los recién llegados al norte de Europa hablan de la cultura y el carácter de los españoles como valores muy atractivos, pero también saben que el paraíso nórdico ofrece alojamiento, clases del idioma, la posibilidad de optar a un trabajo mientras el proceso de asilo está en trámite y la nacionalidad en menos de cinco años.

En una estación de autobuses de Madrid, Obada compra los billetes hacia Alemania para él y su familia. Mientras, cuenta los robos a punta de cuchillo sufridos por compatriotas suyos en Melilla. Él tuvo suerte, pero el vuelo desde Damasco hasta Líbano ha esquilmado sus ahorros. El jueves noche esperaba, agotado por el cansancio y la preocupación por cómo continuar el viaje, que su familia llegase de Málaga. Una colecta, ajena a la plataforma Bienvenidxs Refugiadxs, logró reunir lo poco que le faltaba. Obada ya viaja en un autobús rumbo al norte.

“Hace falta ropa de abrigo, algunos están llegando de Melilla en chanclas... Y esta gente va a Alemania”. Paso a paso, idea tras idea, unas decenas de ciudadanos reunidos en la madrileña plaza Agustín Lara conciertan las líneas de actuación. No son voluntarios, son parte activa. Hace solo unos días que celebraron las primeras asambleas populares y los resultados ya están sobre el terreno. Se acoge en casas particulares, se alimenta, se escucha y se ayuda a refugiados procedentes de Melilla, en su escala en Madrid, rumbo al norte de Europa. “Sí, hay que reunir ropa y comida en un punto, y organizarla por tallas”.

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