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El pequeño Nicolás, el aviso de García-Legaz y la grabación con la que empezó todo
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el imputado busca un salvavidas en el supremo

El pequeño Nicolás, el aviso de García-Legaz y la grabación con la que empezó todo

El pequeño Nicolás tiene en su poder una cinta que demuestra que el máximo responsable de la investigación judicial le llamó antes de ser detenido para exigirle que no molestara a García-Legaz

Foto: Francisco Nicolás, conocido como el Pequeño Nicolás, atiende a los medios a su salida de los Juzgados de Plaza de Castilla. (EFE)
Francisco Nicolás, conocido como el Pequeño Nicolás, atiende a los medios a su salida de los Juzgados de Plaza de Castilla. (EFE)

El pequeño Nicolás ha decidido exprimir el rato que le queda de fama para convertirse por fin en uno esos políticos a los que le gustaba arrimarse antes de que la sección de Asuntos Internos de la Policía Nacional le detuviera el 14 de octubre del año pasado. A solo tres semanas del primer aniversario del caso, Francisco Nicolás Gómez Iglesias, de 21 años, está quemando los primeros cartuchos de la campaña de marketing que ha planeado para lograr un asiento en el Senado el próximo diciembre.

El guion avanza por ahora como pretendía el presunto delincuente. Su primer paso, filtrar su candidatura a los medios, le ha granjeado más publicidad gratuita de la que conseguirá cualquier otro aspirante a la Cámara Alta. El joven asegura que solo quiere llegar al Senado para cerrarlo. Ha descubierto la veta populista que ya exploran desde hace tiempo algunas formaciones y está dispuesto a rentabilizarla. “Solo espero que los partidos me tengan miedo”, declaró en primicia a 'El Mundo'.

El triplemente acusado por falsedad documental, estafa y usurpación de funciones públicas ni siquiera ha tenido que contestar preguntas incómodas en su campaña de lanzamiento. Supuestamente, la corrupción es uno de los principales problemas para los ciudadanos, pero el pequeño Nicolás proyecta un punto friki que convierte las críticas en autógrafos.

Mejor en el Tribunal Supremo

Lo que el joven no tiene intención de contar y ha reconocido a su círculo más cercano es que el único motivo por el que se presenta a la Cámara Alta es conseguir que la instrucción de su caso en el Juzgado número 2 de Plaza de Castilla pase al Tribunal Supremo por la condición de aforado que tendría si logra un escaño. El pequeño Nicolás teme que acabe prosperando alguno de los tres delitos a los que se enfrenta, y el juez que instruye la causa, Arturo Zamarriego, con experiencia previa en la jurisdicción militar, ya ha demostrado su determinación para llegar hasta el fondo del escándalo. El Senado es su vía de escape.

El chico ha contado a su entorno que no tendrá dificultades para conseguir votos en el cinturón rojo del sur de la Comunidad de Madrid y que muchos seguidores del Partido Popular castigarán a Génova votándole a él.

Sus opciones son más que remotas, pero conoce el reglamento. Un candidato a la Cámara Alta necesita el respaldo del 0,1% del censo electoral de su circunscripción para poder presentarse. El pequeño Nicolás quiere concurrir por la Comunidad de Madrid, por lo que le basta con conseguir apenas 5.000 firmas. El descrédito que sufre el Senado y el sistema por el que se eligen sus integrantes también juegan a su favor. Cada partido puede presentar un máximo de tres representantes. Los ciudadanos tienen la opción de apoyar a un máximo de tres candidatos, pero no todos tienen que ser de la misma lista, un formato que incrementa las posibilidades de una opción antisistema. Los cuatro candidatos más votados se llevan el escaño.

Segunda bomba de la campaña

El pequeño Nicolás ya tiene pensada la segunda fase de su estrategia y la pondrá en marcha en breve. Guarda una grabación con la que espera relanzar otra vez su caso y rebañar nuevos minutos de gloria. La cinta había pasado desapercibida hasta ahora. De hecho, no está incorporada al sumario que se instruye en Plaza de Castilla, pero los investigadores la conocen, al igual que media docena de fuentes cercanas al proceso, que han confirmado a El Confidencial la existencia de la grabación y han aportado datos precisos sobre su contenido.

La escena es rocambolesca, como casi todo lo que rodea a este escádalo. El presunto estafador recibió una llamada telefónica desde un número que no conocía días antes de ser detenido. No le dio tiempo a cogerlo, así que devolvió la llamada a ese mismo número. Por aquel entonces ya había detectado que le estaban siguiendo y antes de marcar cogió una grabadora. Al otro lado apareció la voz de un hombre adulto. La conversación fue breve. El interlocutor ni siquiera se identificó. Se limitó a pedirle al pequeño Nicolás que dejara en paz a su antiguo amigo y compañero de fiestas Jaime García-Legaz, actual secretario de Estado de Comercio y uno de los mejor colocados para repetir en las listas del PP al Congreso de los Diputados el próximo diciembre. Poco antes de que estallara el caso, García-Legaz se dio cuenta de que había perdido el control sobre el chico y se asustó. “No le molestes más”, le impelió esa voz anónima. Y luego colgó.

La amistad del pequeño Nicolás con García-Legaz era conocida desde que saltó el caso y habría jugado un papel clave en el meteórico ascenso del joven a los círculos de poder de la capital. Sin el respaldo de este alto cargo del Gobierno, al que conoció en FAES, el 'think tank' del PP, no se entiende el acceso del ahora imputado a otros políticos y conocidos empresarios que le sirvieron para retroalimentar su farsa. Pero, curiosamente, el instructor de la causa ni tampoco los investigadores han considerado oportuno hasta ahora llamar a declarar a García-Legaz para que, al menos, aporte su versión de los hechos.

La entrada de Asuntos Internos en el caso

La solución de esa paradoja podría estar en esa conversación desconocida hasta la fecha y que también explicaría por qué el caso fue asumido por Asuntos Internos, una sección de la Policía dedicada únicamente a investigar a otros funcionarios del cuerpo. Según han confirmado fuentes acreditadas, la persona que presuntamente llamó al pequeño Nicolás para pedirle que no molestara más a García-Legaz no habría sido otro que Marcelino Martín-Blas, comisario precisamente en aquel momento de Asuntos Internos. La amistad entre ambos se remonta muchos años atrás y es más que conocida.

En el momento de la llamada, el CNI ya llevaba varias semanas controlando al pequeño Nicolás. Había detectado que el chico se estaba reuniendo con políticos, empresarios y abogados como el de la familia Pujol haciéndose pasar por funcionario de los servicios de inteligencia. Los investigadores del CNI escucharon supuestamente la voz de Martín-Blas y guardaron la grabación hasta que llegó el momento de dar traslado a la Policía de todos los datos que tenían sobre el presunto delincuente para que se produjera su detención y puesta a disposición judicial.

Asuntos Internos es tradicionalmente la sección de la Policía que más relación tiene con el CNI por el cometido excepcional que desempeña, pero la existencia de esa comprometida cinta terminó de convencer a Martín-Blas de que debía ser él quien se encargara personalmente del caso Nicolás, el nombre que recibió la operación. El comisario utilizó hasta seis agentes para arrestar al joven la mañana del 14 de octubre de 2014 y se presentó en los calabozos de la comisaría de la calle de Rafael Calvo de la capital para hablar con el detenido. En ese momento, Nicolás aún no sabía que el comisario que tenía enfrente era el mismo que días antes le había exigido presuntamente por teléfono que no volviera a acercarse al secretario de Estado de Comercio, pero no tardó en descubrirlo.

Equipo especial de investigación

El propio Martín-Blas se encargó de convencer a los máximos responsables de la Dirección General de la Policía de que su unidad tenía que encargarse del caso por su supuesta relevancia y los indicios de que había agentes del cuerpo implicados en el núcleo del escándalo. Esas fueron las razones oficiales para justificar que Asuntos Internos asumiera una investigación como la del pequeño Nicolás. Pero la grabación sería la razón oculta que movió al comisario a quedarse con el procedimiento.

La Dirección General de la Policía decidió el pasado abril relevar del cargo a Martín-Blas y colocar a un nuevo responsable de Asuntos Internos después de varios encontronazos, la mayoría relacionados con esta investigación. Pero Martín-Blas logró convencer al juez Zamarriego de que debía seguir al frente de las pesquisas. Desde entonces, en una situación casi cómica, el comisario dirige a un grupo de seis agentes que tienen como único cometido investigar al pequeño Nicolás. Solo dependen del magistrado. El policía que habría llamado al joven para hacerle un favor al secretario de Estado es el mismo que tiene en sus manos el futuro del caso.

El pequeño Nicolás ha decidido exprimir el rato que le queda de fama para convertirse por fin en uno esos políticos a los que le gustaba arrimarse antes de que la sección de Asuntos Internos de la Policía Nacional le detuviera el 14 de octubre del año pasado. A solo tres semanas del primer aniversario del caso, Francisco Nicolás Gómez Iglesias, de 21 años, está quemando los primeros cartuchos de la campaña de marketing que ha planeado para lograr un asiento en el Senado el próximo diciembre.

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