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'Expulsiones exprés' de inmigrantes: de la comisaría al avión en 72 horas y sin defensa
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la ong pueblos unidos ha presentado su informe 2014

'Expulsiones exprés' de inmigrantes: de la comisaría al avión en 72 horas y sin defensa

El modelo de repatriación de inmigrantes desde España está cambiando. Lo constata la ONG pueblos Unidos en su informe anual, en el que describe el auge de las "expulsiones sumarias"

Foto: Agentes de la Policía Nacional frente a inmigrantes, en Ceuta. (EFE)
Agentes de la Policía Nacional frente a inmigrantes, en Ceuta. (EFE)

"Por lo menos, deberían darles un cepillo de dientes". La petición de Miriam, si se tiene en cuenta lo que está viviendo, parece modesta. Su hijo Raúl (18 años), desapareció de la noche a la mañana de su vida en España -llevaba más de tres años estudiando aquí-, de su instituto, de sus amistades y de su familia y, tras 40 horas en comisaría -el plazo máximo para retenerlos allí sin ponerlos a disposición judicial es de 72-, salió de Barajas rumbo a su Honduras natal. En ese tiempo, nadie le dio un miserable cepillo con el que asearse. Tampoco nadie informó a su madre de su marcha: se enteró ocho horas más tarde.

Esta misma semana en que la inmigración ha mostrado en el Mediterráneo sus dientes más amargos, con la desaparición de más de 700 personas, y Europa se pregunta qué hace y qué debería hacer ante la tragedia de la inmigración, la ONG Pueblos Unidos, dependiente del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), ha presentado su informe anual sobre los Centros de Internamiento a Extranjeros (CIE) -el paso teóricamente previo a su expulsión del país-. Un informe en el que, por primera vez, ha puesto el acento en otra realidad: la de las 'expulsiones exprés'. La realidad obliga: según datos de Interior, en 2013 se expulsó a 4.726 personas desde los CIE, y a 6.462 desde comisarías, como le ocurrió a Raúl.

"Se les expulsa en 72 horas, sólo con el paso por comisaría. No hay asistencia letrada, salvo en la comunidad de Madrid y se dificulta su acceso a una tutela judicial efectiva", narraba en la mañana del miércoles Miguel González, del SJM. "Son vecinos que desaparecen", añadía José María Trillo, coordinador jurídico de Pueblos Unidos: "Es un método más eficaz de expulsión que el internamiento en un CIE, porque se reducen sus posibilidades de defensa. Se hacen sin garantías, pues no se les suministra asistencia letrada, y con engaños, a veces, para que acudan por sí mismos a las comisarías". Trillo citaba además dos aspectos clave de estas expulsiones "sumarias": primero, "no se valoran las circunstancias personales ni el arraigo" y, segundo, "afecta especialmente a personas con mera estancia irregular en nuestro país", no a quienes tienen un procedimiento judicial abierto por algún delito, pues esto, paradójicamente, les otorga más garantías judiciales.

Raúl, el hijo de Miriam, es un buen ejemplo de ambos aspectos. Su madre vino de Honduras hace 11 años, y está regularizada desde 2005. Lo mismo ocurre con su hermana, que hoy estudia en la universidad. Raúl llegó en 2009, con 15 años. Ha estudiado aquí. Una tarde, a finales de 2014, "se lo llevaron" -las palabras son las de Miriam- cuando iba al instituto, en bicicleta. No tuvo abogado hasta las cuatro de la tarde siguiente. Y antes de que se cumpliesen las 72 horas, a las 40, salió en un vuelo vuelta a Honduras. "Estuve siete años separada de mi hijo cuando vine a España. Y ahora otra vez. Me parece injusto, porque estoy bien establecida en la sociedad. He trabajado desde que llegué, y mi hija está en la universidad. Me siento desamparada; es muy duro", cuenta Miriam.

"Entendemos que se están creando dos modelos paralelos" -relataba en la presentación del informe Cristina Manzanedo, también de Pueblos Unidos-; "los CIE han sido muy cuestionados, así que por otro lado están estas 'expulsiones exprés', que son más baratas, más eficaces y más invisibles, pues se producen en horas y sin intervención judicial". Miriam, por ahora, ha emprendido acciones legales. Mientras se resuelven, demanda, al menos, un cepillo de dientes -para quienes pasan por lo mismo que su hijo.

"Por lo menos, deberían darles un cepillo de dientes". La petición de Miriam, si se tiene en cuenta lo que está viviendo, parece modesta. Su hijo Raúl (18 años), desapareció de la noche a la mañana de su vida en España -llevaba más de tres años estudiando aquí-, de su instituto, de sus amistades y de su familia y, tras 40 horas en comisaría -el plazo máximo para retenerlos allí sin ponerlos a disposición judicial es de 72-, salió de Barajas rumbo a su Honduras natal. En ese tiempo, nadie le dio un miserable cepillo con el que asearse. Tampoco nadie informó a su madre de su marcha: se enteró ocho horas más tarde.

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