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Tragedia de avión en Francia: cuestionados todos los protocolos de seguridad aérea
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Tragedia de avión en Francia: cuestionados todos los protocolos de seguridad aérea

Tras las palabras del Fiscal de Marsella, Brice Robin, que sugirieron una inmolación del copiloto, varias aerolíneas anunciaron una revisión de sus políticas empresariales y los controles psicológicos

Foto: Imagen de una maqueta de uno de los aviones de Germanwings (Reuters)
Imagen de una maqueta de uno de los aviones de Germanwings (Reuters)

Las causas del accidente del Airbus A320 que confirmó este jueves la Fiscalía de Marsella tras la primicia del NYT han sacudido el mundo de la aviación comercial y han vuelto a poner en cuestión los protocolos de seguridad que aplican las compañías aéreas desde que los atentados en EEUU del 11-S los revolucionaran en pro de un mayor control. En concreto, tras las palabras de representante del Ministerio Público, Brice Robin, que desvelaron un comportamiento suicida y asesino para con 149 personas del copiloto, Andreas Lubitz, de 27 años, varias aerolíneas anunciaron una revisión de sus políticas empresariales con el fin de impedir que pueda volver a repetirse un episodio similar.

Después de que la caja negra recuperada –la de la grabación de voz– registrara el infructuoso intento del piloto por entrar en la cabina, ha habido un goteo de compañías aéreas (easyjet, Norwegian, Air Transat, Icelandair o Air Canada) que han decidido sumarse al protocolo –hasta ahora voluntario– que obliga a que dos miembros de la tripulación permanezcan en todo momento en la cabina durante los vuelos. "Si uno de los pilotos debe salir por algún motivo de la cabina, para ir al baño, por ejemplo, un miembro de la tripulación deberá ocupar su plaza hasta que regrese", explicó ayer un portavoz de Norwegian.

La medida ya era de obligatorio cumplimiento para las compañías estadounidenses, pero no se contempla en la normativa europea, que se limita a prohibir que los pilotos abandonen la cabina durante el despegue o el aterrizaje. Sólo algunas aerolíneas del Viejo Continente incluían hasta ahora en sus protocolos la obligación de que haya siempre alguien acompañando al piloto o al copiloto. La razón es que hasta el momento se ha entendido que la amenaza podía venir de fuera de la cabina y nunca de dentro (el 11-S provocó la reforma de la normativa para que los compartimentos de los pilotos vayan cerrados por dentro durante el vuelo). Ahora, la tragedia y el comportamiento de Lubitz obligan a replantearse todo: el peligro ya no sólo viene de posibles terroristas que intenten entrar en la cabina –por ello, se podía bloquear desde dentro para hacerla infranqueable– sino que puede llegar también de un tripulante trastornado.

Controles psicológicos más exhaustivos

Por ello, los organismos de control también están muy pendientes de las conclusiones que arroje la investigación en relación con los motivos que llevaron al copiloto a estrellarse. Actualmente, todos los profesionales se someten a estrictas evaluaciones médicas y psicológicas para conseguir las licencias de la Dirección General de Aviación Civil, en el caso de España. Una vez superadas las pruebas de ingreso, también deben pasar revisiones periódicas en los centros médicos acreditados. Son estas últimas las que podrían sufrir una reforma en el caso de que las conclusiones de las pesquisas sobre la situación psiquiátrica de Lubitz así lo aconsejaran.

Según los expertos consultados por El Confidencial, "pocas profesiones hay con controles tan estrictos". Los tests y los exámenes, según esos profesionales, son especialmente duros y rigurosos antes de conseguir la licencia, pero se relajan posteriormente en los anuales, algo que confirman varios pilotos. Precisamente, Lubitz paró durante varios meses su preparación cuando estaba intentando sacarse la licencia por un supuesto problema de "agotamiento o depresión", según aseguró una compañera de estudios. Cuando volvió al centro para seguir sacándose la licencia fue sometido otra vez a rigurosos exámenes y controles que no detectaron nada.

La investigación continúa abierta, pero la grabación contenida en la caja negra apuntó claramente a Lubitz como único responsable a priori de que la aeronave se estrellara en los Alpes el pasado martes. El documento sonoro, según dijo el representante del Ministerio Público francés, pone de manifiesto que el piloto se ausentó de la cabina y le indicó a su número dos que le dejaba “los mandos” del avión.

Segundos después, el copiloto se quedó solo y cerró la cabina por dentro. Luego, accionó el botón que ordena al aparato perder progresivamente altura y pasar de 38.000 pies a 96, y la aeronave comenzó a descender a un ritmo vertiginoso durante diez largos minutos hasta que se estrelló en las montañas galas. Según el fiscal, la grabación recoge “la respiración del copiloto” totalmente normal hasta el momento de la colisión, dato que lleva a los investigadores a descartar el problema de salud de Lubitz.

La información recogida por la caja negra, por lo tanto, lleva a pensar, como de hecho dijo el fiscal, que el copiloto alemán no abrió la cabina porque no quiso. “Se abstuvo voluntariamente” de hacerlo, señaló Robin, quien añadió que Lubitz “tampoco tenía ninguna razón para no responder a las llamadas del control aéreo”. Es más, indicó el portavoz del Ministerio Público, el copiloto tuvo “la voluntad de destruir el avión”.

Una vez señalado el presunto culpable, los investigadores centraron ayer mismo sus pesquisas sobre el entorno del Lubitz con el fin de determinar los motivos que pudieron llevarle a cometer la atrocidad de acabar con la vida de 150 personas, entre ellas la suya propia. En concreto, la Fiscalía de Düsseldorf explicó que está realizando registros para reunir "documentos personales" del copiloto que ayuden a esclarecer qué le llevó a estrellar el avión, cosa que –según el Ministerio Público germano– llevará "algún tiempo".

Sin sospechas ni antecedentes terroristas

En principio, confirmó el fiscal Robin en su comparecencia pública, el presunto culpable “no aparece en las listas de terroristas” y “nada hace pensar que haya sido un ataque” de este tipo, por lo que la investigación del accidente –contado en directo por El Confidencial– se centra por el momento en otras causas.

Lubitz acumulaba 630 horas de vuelo y se formó en la escuela de pilotos de Lufthansa, de la que fue "suspendido durante meses" en 2009 antes de que le permitiesen volver a entrenarse y ser evaluado.

El presidente de Lufthansa, Carsten Spohr, afirmó este jueves en rueda de prensa que Lubitz tuvo una "interrupción" de varios meses en su etapa de formación por una baja médica, sin especificar de qué se trataba por el "secreto médico". La actitud de Lubitz, añadió, fue siempre "impecable".

El diario británico The Times, sin embargo, ha informado en un artículo titulado 'Lufthansa conocía la depresión del piloto' que Lubitz tenía un historial de depresión por "una crisis existencial" cuando se encerró en la cabina del avión A320 que se estrelló el 24 de marzo en los Alpes franceses.

Por su parte, el diario alemán Bild ha señalado que Lubitz recibió tratamiento psiquiátrico por un "grave episodio depresivo" hace seis años, en 2009. El episodio incluía "crisis de ansiedad y depresiones" y llevó al joven a recibir tratamiento psiquiátrico durante 18 meses.

La información aportada por Robin sobre la caja negra fue adelantada en parte por The New York Times unos minutos antes. El diario estadounidense aseguró que en la grabación podía apreciarse cómo uno de los pilotos salía de la cabina y, a los pocos segundos, ya no podía entrar, porque la puerta se había cerrado. Entonces comienza a golpearla con el fin de llamar la atención de su compañero –primero con suavidad y luego con más energía–, pero en ningún momento recibe respuesta de su colega.

En paralelo a la investigación que trata de determinar las causas del accidente, médicos forenses y fuerzas de seguridad se centraron desde que pudieron acceder a la zona cero en analizar los restos humanos y los objetos encontrados para cotejarlos con la información aportada por los familiares (muestras de ADN, fotografías, etc.) con el fin de establecer científicamente la identidad de las víctimas siniestradas.

Hasta el momento, las autoridades han confirmado siete casos de aviones estrellados por culpa de sus pilotos, ya sea de forma voluntaria o por comportamientos irregulares de los conductores de las aeronaves.

Las causas del accidente del Airbus A320 que confirmó este jueves la Fiscalía de Marsella tras la primicia del NYT han sacudido el mundo de la aviación comercial y han vuelto a poner en cuestión los protocolos de seguridad que aplican las compañías aéreas desde que los atentados en EEUU del 11-S los revolucionaran en pro de un mayor control. En concreto, tras las palabras de representante del Ministerio Público, Brice Robin, que desvelaron un comportamiento suicida y asesino para con 149 personas del copiloto, Andreas Lubitz, de 27 años, varias aerolíneas anunciaron una revisión de sus políticas empresariales con el fin de impedir que pueda volver a repetirse un episodio similar.

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