Fernando Ónega confirma que Corinna “ya no está en la vida” del rey Juan Carlos
El periodista confirma en un libro que la relación sentimental entre ambos, que ha durado diez años, se ha roto. El libro no incluye declaraciones del 'caso Noos'
Para encontrar los pasajes más jugosos de Juan Carlos I, el hombre que pudo reinar, el libro que firma el periodista Fernando Ónega y que recoge los primeros testimonios del Rey tras su abdicación, el lector debe dirigirse directamente a los últimos capítulos y bucear entre las crisis y escándalos recientes que han azotado a la Corona para leer, entre líneas, las tensiones internas que han hecho jirones a la familia que está detrás de la Familia Real. Con varias premisas, no es un libro-entrevista como el que el monarca autorizó en los noventa a José Luis de Vilallonga, en donde el relato del rey es constante desde la primera hasta la última página, ni encontrará el lector posicionamiento o frase alguna del rey emérito en relación a la imputación de su hija, la infanta Cristina, y de su yerno, el duque de Palma, Iñaki Urdangarin.
No por ello, el libro es menos interesante. Por venir de quien viene, del único periodista que, oficial y oficiosamente, ha tenido acceso a La Zarzuela en los últimos meses, para hablar directamente con don Juan Carlos en su nueva etapa de rey jubilado. “Me costó cerca de cuatro meses convencerle para que me cediera unas palabras sobre sí mismo”, explica Fernando Ónega en el arranque de su texto, que no tarda mucho en dar con una de las claves que envuelven la vida más reciente del padre de Felipe VI. Don Juan Carlos ha terminado la relación sentimental que durante casi diez años le ha unido a la alemana Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, Larson de soltera.
“Corinna ya no es más que un recuerdo, una vieja amistad. Estoy en condiciones de afirmar que Corinna ya no está en la vida de don Juan Carlos”, escribe Ónega en lo que parece la comunicación oficial de una ruptura por persona interpuesta. La voz del rey no se pronuncia en el libro sobre este aspecto, como tampoco lo hace para reprochar los comportamientos irregulares y supuestamente delictivos de su hija y de su yerno. Los únicos testimonios que encontrará el lector del monarca ahondan en un capítulo, el de la noche del 23F, por lo demás, ya contado hasta la saciedad y por el propio Juan Carlos a Vilallonga. En este apartado, sí hay una novedad, el rey aprovecha la pregunta de Ónega para arremeter directamente contra la periodista Pilar Urbano, autora de La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar y echar por tierra la versión que ella cuenta en ese libro del encuentro que el expresidente y el Rey mantuvieron al día siguiente del golpe fallido.
“Pasados los años, pasados exactamente 33 años, 7 meses y 16 días, le pregunté a don Juan Carlos si fue cierto que el día 14 de febrero, después de liberados los diputados, mantuvo una conversación tan tensa con Adolfo Suárez que hasta el perro del rey estuvo a punto de saltar sobre el presidente.
- Ni hubo perro ni hubo nada. Fue una conversación cordial, tranquila, muy agradable y de reconocimiento a Suárez por la valentía y dignidad que había demostrado en su escaño y por haber desconfiado tanto de Armada”.
Ónega vuelve en otro momento de la obra a la vida privada y sentimental del monarca emérito para dar también patente de corso a las muchas amantes que supuestamente han pasado por su lecho, además de Corinna. Al respecto, escribe:
“Parece ser que amó mucho, fue muy amado y, a juzgar por la fama, parece que amó bien".
"Alguien me hace notar que el veleidoso destino o su apetencia erótica puso en la senda real a damas en las que no buscaba precisamente asesoría como Alto Patrono de las Reales Academias, sino a damas a las que a las que las gentes del pueblo solemos calificar como señoras espectaculares en su físico, con parecida fisonomía, en la que resalta su altura, el rubio color de su pelo y sin ningún prejuicio de nacionalidad como demuestran sus primeros amores y no sé si ese último del que hemos hablado y que se llama Corinna".
"Entre todas ellas, aunque deberíamos tomarlo de forma dudosa por los fáciles engaños del rumor, hubo una famosa estrella española del espectáculo, y al parecer no muy discreta, que se pavoneaba ante las maquilladoras de Televisión Española: 'No os quejaréis, que lo tengo muy tranquilo'. Quienes buscábamos piso allá por los años setenta siempre encontrábamos a algún alma caritativa que nos advertía: '… y, si te vienes a vivir, que no te sorprenda encontrarte a Juan Carlos en el ascensor'. Tanta proliferación de amoríos no era posible, con lo cual no resulta fácil distinguir dónde empieza la leyenda y dónde la verdad donjuanesca de Su Majestad. Y en todo caso, esto pertenece al ámbito de la intimidad”.
Felipe, tras Botsuana: “Esto es lo que has provocado”
Sobre los hitos negativos que han jalonado los últimos años de su reinado, Juan Carlos no ofrece declaración alguna que nos permita conocer sus reflexiones al respecto. “Mi padre me dijo que nunca se me ocurriera escribir mis memorias, y estoy de acuerdo con él: los reyes no escriben memorias”, explica el monarca en uno de sus primeros testimonios que abre el libro.
Ónega sí explica que la caída en Botsuana, en abril de 2012, en mitad de una cacería a la que había viajado con Corinna, se produjo de noche cuando el rey “se levantó para ir al baño, tropezó con un escalón y se rompió la cadera”. Y aporta un dato llamativo, la frialdad con la que el entonces príncipe de Asturias le reprochó a su padre lo ocurrido.
“El asunto fue tan fuerte y de tal intensidad informativa -escribe-, que la leyenda cuenta que el propio príncipe don Felipe confeccionó un dossier con la totalidad de notas de prensa, se presentó en la clínica con él bajo el brazo y le dijo a su padre: “Esto es lo que has provocado”. Ónega no aprovecha sus encuentros con el Rey para desmentir esa leyenda que cobra, por ello, más verosimilitud.
El 'Caso Noos' y la gestiones de Almansa
El veterano periodista también hace una brevísima referencia al Caso Noos y a los problemas judiciales de los duques de Palma. En este apartado, confirma la visita que el exjefe de la Casa del Rey, Fernando Almansa, realizó a Denver, Estados Unidos, por encargo del rey para leerle la cartilla a Urdangarin y exigirle pasos que salvaguardasen a la institución del escándalo. Un viaje que ya adelantaron Eduardo Inda y Esteban Urreizieta en su libro sobre Cristina, titulado La Intocable. Al respecto, Ónega añade:
“La reacción de la Casa Real ha sido intensa, como no podía ser menos. El propio rey Juan Carlos envió a Fernando Almansa a Denver, Estados Unidos, con tres mensajes directos para el matrimonio Urdangarin-Borbón: 1) Lo que había ocurrido era gravísimo, y, por lo tanto, se hacía preciso que lo supieran. 2) La dañada era la institución monárquica y no la persona de la infanta Cristina. Y 3) El Rey de España solicitaba de la infanta algún gesto, algún detalle con su padre para que, si no se podía reparar el daño causado, por lo menos pudieran aliviarse las consecuencias. Pasaron los meses, transcurrieron los años, y por parte de la infanta no se conoce ese detalle. Nadie en la Casa Real pensaba en un divorcio que algunos sectores pedían, pero sí al menos en la renuncia a sus derechos. Hubo que imponer su apartamiento de los actos públicos”.
La visita de Urdangarin al hospital
El libro, que recoge las opiniones y vivencias de un montón de personajes ilustres de la política, el periodismo y la cultura sobre don Juan Carlos, también apunta otro hecho sin desvelar hasta ahora. La tensión que generó en Zarzuela la visita de la infanta Cristina al rey, convaleciente de una segunda operación, en el hospital en noviembre de 2012. Sus asesores trataron de persuadirle para que el rey no recibiera a Urdangarin en la clínica pero el Rey se mantuvo firme en su decisión de dar el plácet a la visita.
“Nada más ingresar, recibió la llamada de la infanta Cristina para anunciarle su visita. 'Y voy a ir con Iñaki', le soltó -relata Ónega-. El Rey no supo decirle que no. A la mañana siguiente, cuando preparaba con su equipo la agenda de visitas del día, don Juan Carlos les dijo que incluyeran a Cristina e Iñaki, y se produjo un momento de tensión. “Ya he dicho que sí y no puedo dar marcha atrás a una decisión tomada”.
Para encontrar los pasajes más jugosos de Juan Carlos I, el hombre que pudo reinar, el libro que firma el periodista Fernando Ónega y que recoge los primeros testimonios del Rey tras su abdicación, el lector debe dirigirse directamente a los últimos capítulos y bucear entre las crisis y escándalos recientes que han azotado a la Corona para leer, entre líneas, las tensiones internas que han hecho jirones a la familia que está detrás de la Familia Real. Con varias premisas, no es un libro-entrevista como el que el monarca autorizó en los noventa a José Luis de Vilallonga, en donde el relato del rey es constante desde la primera hasta la última página, ni encontrará el lector posicionamiento o frase alguna del rey emérito en relación a la imputación de su hija, la infanta Cristina, y de su yerno, el duque de Palma, Iñaki Urdangarin.