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El año de las despedidas: la biología y la política han cambiado la cara de España
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DE SUÁREZ AL REY, DE BOTÍN Y GALLARDÓN

El año de las despedidas: la biología y la política han cambiado la cara de España

El 2014 ha sido el año de las despedidas. El del cierre de toda una época, la de la Transición, y el del principio del fin de una generación de empresarios y políticos.

El 2014 pasará a la historia como el año de las despedidas. El del cierre de toda una época, la de la Transición, y el del principio del fin, también, de esa generación de empresarios y hombres de los negocios que abanderaron el último cuarto de siglo. La intervención del Rey Juan Carlos, en su último mensaje como rey a los españoles, resultaría más profética que nunca: “Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana”. No pasó mucho tiempo para que esa segunda transición terminara de romper el cascarón.

Se fueron Adolfo Suárez, el político de los consensos, Emilio Botín e Isidoro Álvarez, los patrones del Santander y El Corte Inglés; se despidió Alfonso Guerra, el único que aún quedaba en el hemiciclo desde los debates constituyentes; Alfredo Pérez Rubalcaba y, también, Cayo Lara. Y llegaron en tromba los hijos de la Constitución del 78 que ya no se reconocen en sus costuras: Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Alberto Garzón

La muerte del primer presidente de la Democracia, a los 81 años, puso el broche simbólico a toda esa era. Miles de ciudadanos hicieron cola durante horas –y hasta la madrugada- para rendir su particular y último tributo a uno de los padres de la Democracia, que falleció el 23 de marzo. Se desbordaron todas las previsiones. Lo que poca gente podía imaginar entonces es que, en ese momento, la Jefatura del Estado ya había puesto en marcha, en secreto, la abdicación del Rey, quien en un mensaje televisado despidió así al político de Cebreros: “El fallecimiento de Adolfo Suárez me llena de consternación y de pena. Tuve en él a un amigo leal y, como Rey, a un colaborador excepcional”.

Asediado por los giros judiciales del ‘caso Noos’, que han acabado sentando en el banquillo a los duques de Palma, y por los múltiples escándalos que han ido salpicando a la Corona en los últimos años -dese la caida en Botsuana, en abril de 2012, hasta la aparición en escena de su amiga personal, Corinna Larsen-, el Rey abdicó para salvar a la Corona de la crisis institucional. Tomó la decisión tras cumplir 76 años y pocos días después de la Pascua Militar, en la que reapareció en Palacio muy desmejorado y con grandes dificultades para articular su discurso ante la cúpula de los Ejércitos. Lo comunicó después, a finales de marzo, al presidente del Gobierno y al líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.

El socialista reconocería después que España es un país que entierra. Él tuvo que oficializar su propio entierro, largamente meditada de antemano, el 26 de mayo, tras otro varapalo electoral a sus siglas en las europeas del día anterior. Tras casi tres décadas en primera línea y tras recorrer todos los escalones de la administración, Rubalcaba regresó a la facultad de Químicas de la Complutense abriendo antes el partido a unas primarias. La presidenta andaluza, Susana Díaz, que tenía el escenario abierto para dar entonces el salto nacional, no se atrevió dar ese paso pero movilizó a todas sus bases para apartar de la carrera a Eduardo Madina y aupar, en su lugar, a un desconocido Pedro Sánchez. El relevo total se oficializó en el Congreso Extraordinario del PSOE del 26 y 27 de julio.La paz entre ambos duró lo que duran dos Telediarios.

Con Pablo Iglesias y la fiebre de Podemos en pleno apogeo, con la llegada de Sánchez y con la irrupción de Alberto Garzón como aspirante a suceder a Cayo Lara, que anunció también que no será candidato en 2015 el 16 de noviembre, el rostro de la política española se ha rejuvenecido casi dos décadas.

Pero a todos estos relevos, forzados por la política o por la biología, se han unido también otras sonoras marchas. El mayor portazo lo protagonizó el exministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón, que hace ahora un año, en plenas fiestas navideñas, presentaba su anteproyecto de ley para la protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada. Sería su tumba política. Las reticencias, desde el primer momento, en el propio grupo parlamentario y en algunos de los barones del PP, así como el inmovilismo del exalcalde para ceder en algunos de los puntos esenciales de la reforma acabaron con la decisión de Rajoy de guardar la norma en un cajón. A cambio, el presidente anunció cambios en la ley actual para recuperar el consentimiento paterno de las menores que van a abortar y un futuro plan de apoyo a la maternidad. Medidas que, al cierre del ejercicio, siguen todavía en el alero.

La rectificación en público de Rajoy precipitó la salida del ministro de Justicia, el 23 de septiembre. Al igual que el último auto del juez Pablo Ruz sobre el caso Gürtel dio la puntilla a la titular de Sanidad, Ana Mato, declarada “participe a título lucrativo” de las supuestamente cometidos por su expareja, el exalcalde de Pozuelo, Jesús Sepúlveda. Mato dejó el ministerio pero no su escaño el 26 de noviembre. Ambos son los dos únicos cambios puntuales, junto al de Arias Cañete para ir a las Europeas, que Rajoy ha llevado a cabo en su gabinete tras tres años en La Moncloa.

Otra política del PP que se vio forzada a ceder el paso en este año ha sido la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que estas navidades ha protagonizado su último discurso como primera edil. La alcaldesa tiró la toalla el 9 de septiembre y, con ello, cortó con la presión mediática que la perseguía en cada comparecencia para que aclarase su futuro. Pero su decisión, que no una despedida -pues acabará la legislatura en mayo- no fue seguido del anuncio del que será el futuro cabeza de cartel en una de las plazas más importantes para el PP y que está más en entredicho, según las encuestas. A la espera de que se pronuncie la “providencia” y el “dedo divino” de Rajoy, el recambio del PP para Madrid confirmará o no si este ya no es un país para viejos que quieran hacer política. Como aventuró el Rey, una nueva generación se abre paso a marchas forzadas.

El 2014 pasará a la historia como el año de las despedidas. El del cierre de toda una época, la de la Transición, y el del principio del fin, también, de esa generación de empresarios y hombres de los negocios que abanderaron el último cuarto de siglo. La intervención del Rey Juan Carlos, en su último mensaje como rey a los españoles, resultaría más profética que nunca: “Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana”. No pasó mucho tiempo para que esa segunda transición terminara de romper el cascarón.

Adolfo Suárez Alfredo Pérez Rubalcaba Pedro Sánchez Alberto Ruiz-Gallardón Eduardo Madina