El Gobierno incluye por primera vez en una norma encuentros entre víctimas y verdugos
El espíritu del Estatuto de la Víctima redirige el concepto de justicia hacia un término más integrador y reparador, la denominada justicia restaurativa.
¿Ayuda a una víctima que el juez condene a 30 años de prisión a su agresor? ¿Alguien le ha preguntado al damnificado qué cosas favorecerían la reparación de su dolor? Las víctimas saben lo que quieren. Cada víctima sabe lo que quiere. Es la máxima de la que parte el concepto de justicia restaurativa, término aún poco conocido en España pero yaincluido por el Gobierno en el nuevo Estatuto de la Víctima, recién aprobadopor el Congreso de los Diputados –ahora pendiente del Senado–, que pretende dar más protagonismo a los agredidos en el proceso de inserción de los delincuentes.
En el marco del citado concepto, el texto prevé encuentros entre víctimas y verdugos, pero siempre precedidos de un trabajo que los especialistas realizan con cada parte de forma individual. A la primera, le ayudan a definir la manera de paliar su dolor. Con la segunda, colaboran para que reconozca el daño causado. Sólo cuando ambas están preparadas y porque quieren libremente, se organizan los encuentros. La finalidad, como en todo el proceso, se encamina, primero, a ayudar a la víctima a superar su sufrimiento –pasar de víctima a superviviente, como dicen en el argot–; y segundo, a promover la inserción del delincuente.
“La justicia restaurativa da voz y protagonismo a la víctima como no se había hecho antes; es ella la que debe tener la información y decidir lo que necesita, porque nadie mejor que ella para saber qué puede ayudar a su reparación personal”, explica Virginia Domingo, presidenta de la Sociedad Científica de Justicia Restaurativa y asesora del Ministerio de Justicia en la redacción del Estatuto de la Víctima y del Código Procesal Penal.
De este modo, continúa, “la víctima obtendrá una reparación adecuada a sus necesidades y expectativas, y sentirá que hay menos probabilidades de que el infractor vuelva a dañar a otro ser humano”. “Si esto no es justicia, se acerca bastante a lo que todos pensamos cuando hablamos de justicia”, destaca Domingo, que también participó en la elaboración de la Directiva Europea de Derechos de las Víctimas (2012/29).
Respecto al papel del agresor, la experta considera que este debe “asumir el daño causado voluntariamente”. Sólo así, subraya, “se comprometerá a repararlo y tendrá una segunda oportunidad y podrá despojarse del estigma de ser considerado un delincuente durante toda su vida”,un concepto muy enraizado en la concepción penal tradicional en Europa. No así en Estados Unidos, donde existen registros públicos de delincuentes que cualquiera puede consultar con el fin, por ejemplo, de conocer si un pederasta se ha mudado recientemente a tu barrio.
Bajo el concepto de justicia restaurativa, sin embargo, explica Domingo –que desde su otro cargo como responsable del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León ha intervenido en más de medio centenar de procesos de este tipo–, subyace un espíritu de reparación y de reinserción que favorece no sólo a la víctima y al agresor, sino también a toda la sociedad. Un delito, continúa, provoca cierta “pérdida de confianza” de los ciudadanos en sus semejantes.
“La comunidad, como víctima, se va a sentir más segura al saber que hay menos probabilidades de que el infractor vuelva a delinquir, y recuperará la confianza en el sistema que ha favorecido la prevención”, asegura Domingo, quien matiza que se refiere a un concepto “amplio” de la palabra prevención, ya que en el fondo se trata de “devolver a la sociedad una persona con un futuro productivo y una vida con muchas cosas positivas que aportar”. En ningún caso, remarca, este proceso de justicia restaurativa modifica las condenas impuestas al delincuente.
“El Estatuto supera las referencias tradicionales a la mediación entre víctima e infractor y subraya la desigualdad moral que existe entre ambos; por ello, la actuación de estos servicios se concibe orientada a la reparación material y moral de la víctima y tiene como presupuesto el consentimiento libre e informado de ésta y el previo reconocimiento de los hechos y de la infracción por parte del autor”, reza la exposición de motivos del citado texto con el fin de tener presente que este proceso siempre se inicia con el enfoque del damnificado.
¿Ayuda a una víctima que el juez condene a 30 años de prisión a su agresor? ¿Alguien le ha preguntado al damnificado qué cosas favorecerían la reparación de su dolor? Las víctimas saben lo que quieren. Cada víctima sabe lo que quiere. Es la máxima de la que parte el concepto de justicia restaurativa, término aún poco conocido en España pero yaincluido por el Gobierno en el nuevo Estatuto de la Víctima, recién aprobadopor el Congreso de los Diputados –ahora pendiente del Senado–, que pretende dar más protagonismo a los agredidos en el proceso de inserción de los delincuentes.
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