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El fiscal Horrach da alas a la Infanta en su empeño de no renunciar a sus derechos
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el rey sigue 'castigando' a su hermana en público

El fiscal Horrach da alas a la Infanta en su empeño de no renunciar a sus derechos

Sería solo un gesto simbólico cargadode un profundo significado para su hermano, que afronta sus primeros meses de reinado con la rémora del 'caso Noos'

Foto: La infanta Cristina y la reina Sofía en noviembre de 2013 en Madrid (Gtres)
La infanta Cristina y la reina Sofía en noviembre de 2013 en Madrid (Gtres)

Sería solo un gesto simbólico cargado, sin embargo, de un profundo significado para su hermano, el rey Felipe VI, que afronta sus primeros meses de reinado con la rémora de las consecuencias judiciales que el caso Nóos pueda deparar para la infanta Cristina y para Iñaki Urdangarin, pero, sobre todo, un gesto de calado para una ciudadanía que se posiciona cada vez de forma menos permisiva con los desmanes y las corruptelas de la clase política y que reclama limpieza absoluta en todas las instituciones del Estado. Pero la decisión, que desde la Casa del Rey delegan en la absoluta responsabilidad de Doña Cristina, no llega, por más que en las últimas semanas se aventurase a acariciar una inminente renuncia a sus derechos dinásticos como sexta en la línea de sucesión al trono de España. La encendida defensa que el fiscal Pedro Horrach hace en su escrito de acusación de la Infanta, para quien pide su desimputación y su sobreseimiento provisional, ha reforzado su posición de enrocarse en sus derechos hasta nuevos acontecimientos, a la espera de que una posible aplicación de la llamada 'doctrina Botín' le ahorre el mal trago de ser procesada.

“Debe ser la Infanta a quien corresponde considerar la cuestión”. En la Zarzuela siguen esperando un gesto por parte de Doña Cristina que, según la Fiscalía, fue partícipe a título lucrativo de las actividades delictivas perpetradas por su marido y se benefició de hasta 600.000 euros, cantidad que, según anunció ayer su defensa, devolverá inmediatamente en concepto de responsabilidad civil. La Zarzuela no la ha presionado pero, en privado, sí que le ha expuesto la conveniencia del gesto.

La figura de “partícipe a título lucrativo” es la misma acusación que hace poco más de una semana hizo saltar del Gobierno a la exministra de Sanidad, Ana Mato, quien alegó en su adiós que no quería “bajo ningún concepto” que su permanencia en el Ministerio pudiera “ser utilizada para perjudicar al Gobierno de España, a su presidente ni tampoco al Partido Popular”.

Cristina, más allá de poner tierra de por medio y ser apartada por completo de la actividad oficial y del núcleo duro de la nueva Familia Real, no ha llegado todavía a esa conclusión. Y en este sentido, el escrito de Horrach y la cerrada defensa que el fiscal hace de su inocencia la empuja a seguir enrocada en su posición de no perder el último signo de estatus que aún tiene dentro de la Familia del Rey. Una decisión en la que, según avanzó este diario, influye el apoyo que ha encontrado en su madre, la reina Sofía, partidaria también de seguir midiendo los tiempos.

En un escrito de cerca de 600 folios, el representante de la Fiscalía Anticorrupción ha incorporado un anexo de 11 páginas para defender la inocencia de la hermana del Rey y mostrar su claro desacuerdo con la decisión de la Audiencia Provincial de Palma, que el pasado 7 de noviembre decidió imputarla por dos delitos fiscales. Horrach sostiene que el tribunal imputa a la Infanta “en base a una sospecha, 'pudo saber', que invierte la carga de la prueba pervirtiendo el principio de presunción de inocencia”. A su juicio, la Audiencia deriva al momento del juicio la prueba de la existencia de algún dato, indicio, documento o declaración “que acredite lo que hasta este momento ha sido incapaz de justificarse, es decir, la existencia de una mínima prueba de cargo indiciaria y objetiva de la participación de Cristina de Borbón en el presunto delito contra la hacienda pública atribuido a su cónyuge, Iñaki Urdangarin”.

El alejamiento público de Felipe VI de su hermana ha sido absoluto desde el estallido judicial del caso, hasta el punto de que en los últimos años sólo se podrá encontrar una foto de ellos juntos que se escapó al férreo control de los servicios de prensa de Zarzuela. Fue en marzo del año pasado, en el responso que se llevó a cabo en Tatoi, antiguo palacio real de Grecia, con motivo del 50 aniversario del fallecimiento del rey Pablo de Grecia.

El alejamiento público y oficial no se corresponde, sin embargo, con los lazos y puentes que, todavía, se mantienen entre Felipe y su hermana. No así con Iñaki Urdangarin. Por ejemplo, en febrero del año pasado, tras declarar ante el juez Castro, Cristina se reunió posteriormente en Zarzuela tanto con el rey Juan Carlos como con Felipe de Borbón. Cristina estuvo también en palacio acompañando a su padre el día de la proclamación de su hermano como nuevo Rey. Todos esos encuentros, sin embargo, siempre se han mantenido en la más estricta intimidad.

Tan absoluto es ese alejamiento en el plano público que los Reyes tampoco han participado en la inauguración de la exposición de retratos reales en el Palacio Real. Para el Rey, que en el retrato aparezca su hermana Cristina –apartada de la Casa y sus actividades, y suprimida de su web– se convirtió en un argumento disuasorio a su presencia en el acto, que delegó en sus padres, que comparecieron juntos por primera vez desde el pasado día 8 de octubre.

Sería solo un gesto simbólico cargado, sin embargo, de un profundo significado para su hermano, el rey Felipe VI, que afronta sus primeros meses de reinado con la rémora de las consecuencias judiciales que el caso Nóos pueda deparar para la infanta Cristina y para Iñaki Urdangarin, pero, sobre todo, un gesto de calado para una ciudadanía que se posiciona cada vez de forma menos permisiva con los desmanes y las corruptelas de la clase política y que reclama limpieza absoluta en todas las instituciones del Estado. Pero la decisión, que desde la Casa del Rey delegan en la absoluta responsabilidad de Doña Cristina, no llega, por más que en las últimas semanas se aventurase a acariciar una inminente renuncia a sus derechos dinásticos como sexta en la línea de sucesión al trono de España. La encendida defensa que el fiscal Pedro Horrach hace en su escrito de acusación de la Infanta, para quien pide su desimputación y su sobreseimiento provisional, ha reforzado su posición de enrocarse en sus derechos hasta nuevos acontecimientos, a la espera de que una posible aplicación de la llamada 'doctrina Botín' le ahorre el mal trago de ser procesada.

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