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El pequeño Nicolás intentó dar un pelotazo con la ayuda de un alto cargo de la CNMV
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SE REUNIEROn CINCO VECES con un empresario

El pequeño Nicolás intentó dar un pelotazo con la ayuda de un alto cargo de la CNMV

El chico se reunió hasta en cinco ocasiones con el propietario de una gran empresa de seguridad para actuar como intermediario en una operación financiera

El pequeño Nicolás insiste en presentarse públicamente como un espía al servicio del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Vicepresidencia del Gobierno y Casa Real pero la reconstrucción de sus últimos movimientos arroja un perfil muy distinto del joven impostor. Según fuentes consultadas por El Confidencial, el chico se reunió hasta en cinco ocasiones con el propietario de una gran empresa de seguridad, LPM Seguridad, para actuar supuestamente como intermediario ante una entidad financiera francesa y llevarse una suculenta comisión por esas gestiones. El ahora acusado por estafa, falsedad documental y usurpación de funciones públicas no participó en solitario en esos encuentros. Contó con la colaboración imprescindible de un asesor internacional de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Juan Munguira, presente también en otros episodios relacionados con el chico.

Las reuniones con el empresario se produjeron durante el pasado mes de agosto en las instalaciones del hotel Meliá Castilla, un establecimiento de cinco estrellas situado en el centro de Madrid, en la calle de Capitán Haya. Según han precisado las fuentes consultadas por este diario, en todos los encuentros participaron el pequeño Nicolás, Munguira y su teórico cliente, L.G.D., propietario de la firma de seguridad LPM, un conglomerado con más de 1.500 empleados y actividad en los sectores de la vigilancia, la limpieza y el control del tráfico de vehículos.

Una puesta en escena de película

El pequeño Nicolás provocó esas reuniones ofreciéndose a través de terceras personas para solucionar la delicada situación económica en la que supuestamente se encontraba esa empresa. Según las fuentes consultadas, la firma tenía deudas con organismos públicos, y el joven impostor le prometió al propietario que utilizaría sus numerosos contactos en las más altas esferas para conseguirle la liquidez que necesitaba. Por supuesto, si esas gestiones fructificaban, el pequeño Nicolás se llevaría una importante comisión.

placeholder Fachada del hotel en el que se celebraron los encuentros.

El chico apenas tenía 20 años pero logró cautivar al empresario. Entre otros motivos, por su calculada puesta en escena. Como en otras ocasiones que ya han sido relatadas, el chico acudió a todas las citas en un coche de alta gama de color oscuro que parecía oficial. El pequeño Nicolás se esforzó en transmitir esa impresión, no sólo porque el automóvil lo conducía un chófer, sino porque además llevaba en su salpicadero una supuesta autorización para acceder a Presidencia del Gobierno y también iba equipado con un rotativo azul como el que emplean los vehículos de las Fuerzas de Seguridad.

Con todo, intervino otro factor que contribuyó aún más a reforzar la credibilidad del chico. Acudió a todos las reuniones acompañado por un asesor legal del departamento Internacional de la CNMV, Juan Munguira, un profesional con una dilatada carrera en el organismo. El chico solía presentarlo a sus interlocutores como un “alto funcionario” del supervisor bursátil, una tarjeta de visita suficiente para despertar la atención de cualquier empresario.

Munguira culpa a Bernad

Eso fue lo que le ocurrió a L.G.D., según fuentes cercanas a este episodio. El empresario ha sido contactado por El Confidencial para preguntarle por su impresión de esos encuentros pero ha preferido no realizar comentarios. Sí lo ha hecho Munguira. En conversación telefónica con este diario admite que participó en esas reuniones pero asegura que lo hizo a petición de una tercera persona con la que al parecer mantiene una relación cordial, el presidente de Manos Limpias, Miguel Bernad. “Fue Bernad quien me pidió que acompañara al chico para tratar de echarle una mano al empresario, que era amigo suyo y se encontraba en una situación delicada. De hecho”, asegura el funcionario de la CNMV, “el presidente de Manos Limpias también participó en los encuentros”.

placeholder Una imagen del pequeño Nicolás durante su intervención hace dos semanas en televisión. (Telecinco)

Bernad sólo reconoce haber participado tangencialmente en una de las citas y asegura que fue porque coincidió con ellos en el hall del Meliá Castilla. Además, niega que fuera él quien realizara ese encargo. Afirma que “el pequeño Nicolás y Munguira conocieron al empresario en un restaurante de Madrid y se ofrecieron ellos mismos para solventar sus problemas financieros”. “Yo no les pedí nada”, insiste.

Lo cierto es que las reuniones se produjeron. El pequeño Nicolás sólo había aprobado cuatro asignaturas en tres años de estudios universitarios en CUNEF, nada en comparación con el extenso curriculum y la edad de Munguira, ya en la cincuentena. Pero fue el joven quien llevó la voz cantante en todas las entrevistas con el propietario de LPM Seguridad, según fuentes conocedoras de esas citas.

Supuesto asesoramiento financiero

¿Qué llevó a un alto cargo de la CNMV a participar en esas negociaciones y en otras similares en compañía del joven impostor? Munguira niega otros episodios. Sólo reconoce su asistencia a los encuentros del Meliá Castilla. “Mi papel no tenía nada que ver con mi trabajo en el mercado de valores”, repite una y otra vez para desterrar esa sospecha. “Mi papel sólo fue de asesoramiento. Le dije al empresario que si tenía problemas para financiarse en el sector bancario por la delicada situación en la que se encontraba su empresa podía tratar de conseguir financiación alternativa en un sector como el de los fondos de capital riesgo. Eso fue lo único que hice”. Sin duda, parece una información demasiado simple como para necesitar cinco reuniones.

Juan Munguira afirma que nunca supo a qué se dedicaba realmente el chico, aunque llegó a pensar que trabajaba para altas instancias del Estado. 'Él me decía que colaboraba con el Gobierno, pero lo decía de forma genérica'

Pese a ello, el asesor legal de la CNMV insiste en que sólo jugó ese papel y afirma que nunca supo a qué se dedicaba realmente el chico, aunque llegó a pensar que trabajaba para altas instancias del Estado. “Él me decía que colaboraba con el Gobierno, pero lo decía de forma genérica”.

Las conversaciones con L.G.D. se saldaron sin ningún resultado. Los supuestos altos contacto del pequeño Nicolás no fueron suficientes para encontrar la financiación que necesitaba la compañía. El chico dijo que había realizado gestiones ante un importante banco francés. Sin embargo, alegó que se habían frustrado por un problema de última hora.

Una suculenta comisión

El pequeño Nicolás era el primer interesado en que la negociación tuviera éxito. Iba a cobrar una importante suma por intermediar ante el banco, como en todas las operaciones similares en las que intervino. En otras ocasiones, exigía sus emolumentos por adelantado. En este caso, según ha podido saber El Confidencial, L.G.D. no llegó a abonarle ninguna minuta.

El chico al menos comió y merendó gratis esos cinco días. En sus intervenciones en medios de comunicación, se esfuerza en mantener la farsa de que pertenece a una familia acaudalada. Pero todos los gastos de esos encuentros en el Meliá Castilla fueron abonados por el dueño de LPM Seguridad. También le pagó otras comidas sin saberlo. Varios días después de la última reunión, el pequeño Nicolás volvió al hotel de lujo acompañado en esa ocasión de un chico de su edad. Esa vez sólo quería impresionar a su amigo invitándole a comer en el restaurante de un hotel de cinco estrellas. Pero no pagó el pequeño Nicolás. Pasó los gastos a la cuenta del empresario.

Nicolás volvió por última vez al hotel en noviembre en busca de unas supuestas imágenes en las que aparecería un alto cargo de la Administración del Estado manteniendo relaciones con chicos menores de edad

Como reveló este diario el viernes, el pequeño Nicolás volvió al Meliá Castilla el pasado 14 de noviembre pero no para comer. Según las fuentes consultadas, se plantó en el hall disfrazado con unos vaqueros oscuros, una sudadera deportiva de color azul con capucha y letras blancas en el pecho, una gorra también azul y con un emblema amarillo, gafas de ver con montura negra, una débil barba y el pelo teñido de castaño. Buscaba unas supuestas imágenes en las que aparecería un alto cargo de la Administración del Estado manteniendo relaciones con chicos menores de edad. El pequeño Nicolás está tratando de conseguir a la desesperada algún elemento que le permita presionar a los mandatarios que, a su juicio, provocaron su detención el pasado 14 de octubre. Por ahora no lo ha conseguido. Se fue del Meliá Castilla tan vacío como llegó.

El pequeño Nicolás insiste en presentarse públicamente como un espía al servicio del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Vicepresidencia del Gobierno y Casa Real pero la reconstrucción de sus últimos movimientos arroja un perfil muy distinto del joven impostor. Según fuentes consultadas por El Confidencial, el chico se reunió hasta en cinco ocasiones con el propietario de una gran empresa de seguridad, LPM Seguridad, para actuar supuestamente como intermediario ante una entidad financiera francesa y llevarse una suculenta comisión por esas gestiones. El ahora acusado por estafa, falsedad documental y usurpación de funciones públicas no participó en solitario en esos encuentros. Contó con la colaboración imprescindible de un asesor internacional de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Juan Munguira, presente también en otros episodios relacionados con el chico.

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