El efecto Podemos y Ganemos asalta las elecciones sindicales del sector financiero
El modelo sindical defendido por las dos grandes centrales de trabajadores, UGT y CCOO, está siendo rebatido desde dentro y fuera de sus organizaciones
El modelo sindical defendido por las dos grandes centrales de trabajadores, UGT y CCOO, está siendo rebatido tanto desde dentro de sus organizaciones como desde fuera. Su principal caballo de Troya está siendo la “corriente rupturista” Ganemos CCOO, cuyo nombre no es fortuito, sino que responde a un guiño a la “nueva política”, participativa y horizontal, que pregonan las candidaturas municipalistas Ganemos, como reconoce su principal promotor, Xaquín García Sinde. Desde el exterior, los ataques que más temor generan provienen del sindicato Somos, organización surgida desde las bases de Podemos y que tiene prevista una campaña por todos los centros de trabajo "con el propósito de conseguir un millón de afiliados en un corto espacio de tiempo", asegura Francisco Torrico, uno de sus tres portavoces. Ambos fenómenos visibilizan la obsolescencia del actual modelo sindical representado en las figuras de Cándido Méndez y Fernández Toxo, secretarios generales de UGT y CCOO respectivamente.
Las elecciones sindicales en el sector financiero, que se celebrarán la próxima semana en las cajas y en enero en los bancos, servirán para tomar el pulso al efecto Podemos y Ganemos en el terreno laboral, donde también comienzan a ganar presencia otras organizaciones como CGT (en el sector financiero también CSICA o CCP). Desde CCOO y UGT reconocen abiertamente la repercusión que tendrá en dichas elecciones la implicación de sus cúpulas en el escándalo de las tarjetas VIP de Caja Madrid, o lo que el responsable del sector financiero de UGT, Sebastián Moreno, denomina “propaganda mediática”, en alusión a que se está prejuzgando a toda la organización cuando sólo “es un caso de manzanas podridas”.
Entre los sindicatos que más están experimentando el efecto Podemos, aunque en su caso de forma positiva, destaca la CGT. Sus afiliaciones han crecido casi proporcionalmente a las bajas las de las dos grandes centrales, y es que se está produciendo un trasvase de afilados desencantados con la gestión y la inacción de las cúpulas de UGT y CCOO, como explica el responsable de banca de este sindicato, Teo Ortiz. Un desencanto que para el representante del sindicato Somos, en la órbita de Podemos, se debe a que "sus cúpulas se perpetúan en los cargos, lo que los hace profesionales y se olvidan de su procedencia, olvidando asimismo la realidad de los trabajadores".
La composición de las listas que CGT presentará a las próximas elecciones sindicales es un reflejo de dicho trasvase de afiliados, aunque Ortiz se muestra cauteloso sobre el efecto que los últimos escándalos tendrán en los resultados de los comicios. “Se notará principalmente en las entidades donde más escándalos ha habido, como Bankia, pero en otras donde no se han destapado demasiados fraudes el efecto será más moderado”, añade el sindicalista. Por su parte, desde Somos adelantan que ya están trabajando para estar presentes "en las elecciones de las empresas y administraciones donde así lo deseen sus trabajadores".
Para moderar este efecto, desde UGT han lanzado un plan de contención consistente en pasearse por “todos los centros explicando todos los pormenores lo que ha ocurrido y las medidas que hemos tomado, dando a conocer que a quien no ha actuado correctamente lo hemos echado”, apunta Sebastián Moreno. En este sentido, el responsable del sector financiero de UGT añade que “toda la propaganda que sale de la corrupción es algo presente en el ambiente y que nos afecta, pero debemos entender que las elecciones sindicales no son como las políticas. Se trata de candidaturas en las que se presentan compañeros, gente que vive de su nómina del banco, no de tarjetas black, que se conocen por su trabajo en el día a día y que están ahí para solucionar los problemas de los demás”.
La regeneración democrática desde dentro
La cercanía con los representantes sindicales podría dar sus frutos en los centros de trabajo más pequeños, pero, según reconoce el propio Moreno, será menos balsámica para su organización en las entidades con un número elevado de trabajadores. “Donde no se conozca bien a los candidatos, quizá la propaganda de la corrupción tenga su influencia” en los resultados. A pesar de todo, el representante ugetista confía en que “al final lo que se valore a la hora de votar sean las candidaturas”.
La desmovilización de los trabajadores a la hora de participar en estas elecciones sindicales es otra de las lecturas que realizan desde varias organizaciones. Para Xaquín García Sinde, impulsor de la corriente Ganemos CCOO, que a principios de diciembre celebrará un encuentro nacional en Madrid, no hay duda de que dentro y fuera de los sindicatos se ha perdido la fe en sus dirigentes. Una desafección que explica porque, “en lugar de defender los derechos de la clase trabajadora y promover la lucha obrera, han preferido apostar por la paz social” y, por tanto, “permitir el empobrecimiento acelerado con una pasividad escandalosa”.
García Sinde desmiente que esta corriente pretenda promover una escisión creando un nuevo sindicato. Su guerra, dice, se centra “en recuperar el modelo original de compromiso de CCOO con la clase trabajadora porque, de seguir así, será su final”. La desmovilización que, según cree, promueven sus cúpulas “porque la última huelga general que se convocó en un estado de emergencia como el actual fue hace dos años, y se ha dejado solos a los trabajadores de Coca-Cola en Fuenlabrada o a los de Panrico en Barcelona”, así como el escándalo de las tarjetas VIP, fueron las gotas que colmaron el vaso dentro de la organización.
Las exigencias de las que no se moverá Ganemos CCOO pasan por la dimisión de toda la dirección, la convocatoria de un congreso urgente para elegir “desde abajo” a los nuevos delegados y abrir “un debate a fondo sobre el modelo sindical necesario para que volvamos a defender los intereses de los trabajadores”. Con implantación en todas las comunidades autónomas y federaciones, a pesar de contar con un escaso mes de vida, esta corriente está aglutinando el descontento de las bases.
La extrapolación de la situación política al terreno sindical
Desde la cúpula del sindicato fundado en la Transición, al abrigo del PCE, han rehusado el diálogo con esta corriente, aunque su preocupación es palpable. “A algunos compañeros les reprocharon que firmasen nuestro manifiesto fundacional, mientras que el secretario general de CCOO en Galicia dijo abiertamente en rueda de prensa que estas iniciativas hacían mucho daño al sindicato. Sin embargo, a mí lo que me parece que le hace daño a comisiones es hacerse fotos con Mariano Rajoy con toda la que está cayendo y pactar con los empresarios”, sentencia García Sinde.
Las llamadas a impulsar “un nuevo modelo sindical” sí que han tenido más eco en las grandes centrales sindicales, al igual que las apelaciones a la regeneración democrática en los actores políticos del sistema bipartidista. El representante de UGT Sebastián Moreno reconoce que “es evidente que hay que adaptar el modelo sindical a la nueva situación. Debemos abrir un debate para adaptar nuestras estructuras y mejorar en cuestiones de profundización democrática, como siempre hemos hecho, pero más ahora por los tiempos que corren”.
A pesar de la voluntad de propiciar este giro en UGT, motivado por el efecto Podemos, Moreno insiste en que no es correcto extrapolar la realidad de los partidos al terreno sindical. “A nivel político, que surja Podemos me parece hasta natural por el hartazgo social, los escándalos de corrupción y las políticas de austeridad, generando una situación proclive a que se presenten fuerzas que capitalicen todo el desencanto. Sin embargo, el tema sindical es distinta y es muy difícil que se introduzca con éxito una fuerza de esas características”, apunta en referencia a Somos. Y es que, en el terreno sindical, continúa, no hay bisindicalismo, sino “una mayor sopa de siglas”.
El modelo sindical defendido por las dos grandes centrales de trabajadores, UGT y CCOO, está siendo rebatido tanto desde dentro de sus organizaciones como desde fuera. Su principal caballo de Troya está siendo la “corriente rupturista” Ganemos CCOO, cuyo nombre no es fortuito, sino que responde a un guiño a la “nueva política”, participativa y horizontal, que pregonan las candidaturas municipalistas Ganemos, como reconoce su principal promotor, Xaquín García Sinde. Desde el exterior, los ataques que más temor generan provienen del sindicato Somos, organización surgida desde las bases de Podemos y que tiene prevista una campaña por todos los centros de trabajo "con el propósito de conseguir un millón de afiliados en un corto espacio de tiempo", asegura Francisco Torrico, uno de sus tres portavoces. Ambos fenómenos visibilizan la obsolescencia del actual modelo sindical representado en las figuras de Cándido Méndez y Fernández Toxo, secretarios generales de UGT y CCOO respectivamente.