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La amenaza de escisión planea en Izquierda Unida tras el enroque de la 'vieja guardia'
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LA CONFLUENCIA EN GANEMOS, UNA LÍNEA ROJA

La amenaza de escisión planea en Izquierda Unida tras el enroque de la 'vieja guardia'

El conflicto generacional entre críticos y oficialistas lleva varios meses abierto, pero estos últimos días ha llegado al punto de amenazar el futuro de la coalición

Foto: Cayo Lara, líder de la formación, tras la reunión de la Presidencia Ejecutiva Federal el pasado lunes. (EFE)
Cayo Lara, líder de la formación, tras la reunión de la Presidencia Ejecutiva Federal el pasado lunes. (EFE)

“Los niños”, como despectivamente denominan los dirigentes históricos de Izquierda Unida a la generación de militantes veinteañeros y treintañeros, con el diputado Alberto Garzón, de 28 años, a la cabeza, son cada más fuertes en el seno de la organización. De tendencia ‘quincemayista’ e implicados en movimientos sociales e iniciativas de corte ciudadano como las plataformas Ganemos, las diferencias de esta corriente crítica con la vieja guardia del partido se han hecho irreconciliables, tanto en el plano político como en el estratégico y, en muchos casos, también en lo personal.

Las recurrentes acusaciones de que “los otros” quieren “liquidar” el partido se lanzan indistintamente en ambas direcciones, hasta el punto de que los críticos entienden que la supervivencia del partido pasa por la expulsión de varios altos cargos, que según las investigaciones internas tendrían responsabilidad política en el escándalo de las tarjetas VIP de Caja Madrid. “Quieren impugnar el modelo de Izquierda Unida echándonos, matando a los que somos sus referentes, pero no vamos a irnos por la puerta de atrás”, asegura el portavoz municipal en la capital, Ángel Pérez, uno de los cargos sobre el que Cayo Lara solicitó el cese por supuesta “complicidad” en el caso de las tarjetas black.

El diputado regional y portavoz autonómico Gregorio Gordo, el actual secretario de organización de IU, Miguel Reneses, y el que fue coordinador del partido entre 2004 y 2008, Fernando Marín, son los otros tres miembros de la formación a los que Cayo Lara, máximo responsable de la formación, dio un ultimátum para que dimitiesen en un plazo de tres días por su supuesta vinculación con el escándalo de las tarjetas VIP. Ninguno de ellos está dispuesto a abandonar el barco por una cuestión que consideran “injusta” ya que, según insiste Pérez, “no pueden pedirse responsabilidades políticas por algo que han hecho terceros (en referencia a los consejeros de IU en Caja Madrid que ya no militan en el partido)”. En este sentido, el concejal añade que él no estaba al tanto de lo que ocurría en la caja madrileña porque “ni siquiera lo sabían los auditores del Banco de España ni del Ministerio de Hacienda”.

La ejecutiva regional, donde es mayoritaria la corriente oficialista Somos IU, a la que pertenecen los implicados, logró sacar adelante una resolución para desacatar el órdago lanzado por el máximo órgano de IU y no realizar ninguna expulsión. “En contra de lo que pueda parecer o pretender, la decisión federal solo puede provocar la ruptura interna e impedir que se den los cambios necesarios y que se den de forma unitaria, garantista y responsable”, concluía el escrito aprobado con el voto favorable de doce de los quince participantes en el encuentro.

Renovadores contra identitarios

La lectura de los hechos por parte del actual portavoz en la capital es que “la pelea” tiene que ver con una “cuestión política”. Es decir, una cuestión de diferencias en torno al modelo de partido sobre el que debe sustentarse IU, o como lo denominan “los niños”, entre vieja política y nueva política. Además de Garzón, cada vez con más responsabilidades internas, otras de las caras visibles de la corriente que apuesta por dar un giro de 180 grados en la organización para adaptarla a los nuevos tiempos y convertirla en referente de las luchas sociales son la diputada Tania Sánchez, favorita en las primarias a la Comunidad de Madrid, Hugo Martínez Abarca o Clara Alonso, recientemente nombrada coordinadora de toda la comunicación de la coalición (incluidas las federaciones y sus distintos gabinetes).

El peso de esta corriente, con una identidad marcadamente generacional, se fraguó al calor del 15-M, pero no fue hasta el fracaso cosechado por IU en las pasadas elecciones europeas cuando se reformaron los órganos de la dirección para darles entrada. Los pobres resultados electorales les dieron la razón, marcando así el inicio de un convulso relevo en las estructuras de poder de la organización. De hecho, la maquinaria para recoger las banderas del 15-M, tanto en lo que tiene que ver con sus reivindicaciones como con su lenguaje, ya funciona a pleno rendimiento en IU, principalmente a través de la Secretaría Ejecutiva de Proceso Constituyente y Convergencia, que lidera Garzón.

Para Ángel Pérez, el caso de las tarjetas opacas “se ha instrumentalizado” por esta nueva hornada de militantes que defienden un giro hacia la calle en la estrategia política de IU y una renovación de caras. Desde su punto de vista se trata de “un ataque político” que, dice, va acompañado de “altas dosis de irresponsabilidad” por parte de los que “quieren reventar el partido”. Tal y como consta en la resolución de la ejecutiva madrileña auspiciada por Somos IU: “Plantear la dimisión de los máximos responsables políticos a lo largo de dos décadas, hace tabla rasa de la vida política de IU en esta Comunidad, ignora que en esos años esta federación fue soporte clave de IU en su representación institucional y traslada a la ciudadanía un mensaje que solo puede perjudicar a IU. (…) Sencillamente insoportable”.

Este conflicto lleva varios meses abierto, pero estos últimos días ha llegado al punto de amenazar el futuro de la coalición, abriendo incluso la posibilidad de rematar en escisión. Todo ello coincidiendo con el proceso de primarias abiertas de IU en la capital, algo que para Pérez no es ninguna casualidad. Y es que los candidatos de las diferentes corrientes divergen en lo más sustancial: la conveniencia o no de confluir con la candidatura municipalista Ganemos Madrid.

De la mesa de ajedrez al ring de boxeo

“No podemos disolver nuestras siglas ni nuestra identidad en un partido que aún no tiene estructura y cuya predisposición es ir contra los partidos políticos y la política en general”, denunciaba el máximo responsable de la organización en la capital en referencia a Ganemos Madrid. Una cuestión que para “los renovadores” es una línea roja, hasta el punto de que varios de los miembros de Izquierda Unida en Madrid que están trabajando activamente en la configuración de esta candidatura apuntan a una hipotética escisión si finalmente IU no confluye con Ganemos en las elecciones municipales.

El momento crucial en el que se pondrán todas las cartas sobre la mesa llegará este fin de semana, coincidiendo con la convocatoria del Consejo Político Federal de IU. El encuentro estará marcado por un conflicto sin visos de acuerdo a día de hoy. Según señalan fuentes del partido, este consejo podrá marcar una fecha histórica para la organización.

Las dos opciones que se vislumbran son que el consejo se cierre con la expulsión de varios representantes de la vieja guardia y la aceptación de sus correligionarios del relevo generacional, o que se produzca una escisión impulsada por parte de la corriente crítica madrileña, a la que se sumarían los miembros de otras federaciones favorables al cambio de estrategia política, tanto en el fondo como en las formas.

La dimisión del eurodiputado Willy Meyer, uno de los pesos pesados de la formación que las bases siempre identificaron como freno a los cambios, fue uno de los primeros gestos de apertura interna, aunque en clave externa la interpretación de su marcha se limitase a su participación en un fondo de pensiones privado gestionado por una sicav en Luxemburgo. Ahora, se exigen más gestos como este, a riesgo de que el tira y afloja pudiera acabar rompiendo la cuerda.

“Los niños”, como despectivamente denominan los dirigentes históricos de Izquierda Unida a la generación de militantes veinteañeros y treintañeros, con el diputado Alberto Garzón, de 28 años, a la cabeza, son cada más fuertes en el seno de la organización. De tendencia ‘quincemayista’ e implicados en movimientos sociales e iniciativas de corte ciudadano como las plataformas Ganemos, las diferencias de esta corriente crítica con la vieja guardia del partido se han hecho irreconciliables, tanto en el plano político como en el estratégico y, en muchos casos, también en lo personal.

Izquierda Unida Cayo Lara Tania Sánchez
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