Mas vende el "éxito total" del 9N pero sus socios le exigen ya elecciones plebiscitarias
El 9N ha sido un éxito total. Así lo repiten todos los que apoyaban la jornada. Con el 88,44% de las mesas escrutadas, la participación fue de 2.043.226 votantes
El 9N ha sido un "éxito total". Así lo repiten todos los que apoyaban la jornada. Con el 96,8% de las mesas escrutadas, la participación fue de 2.236.806 votantes, según los últimos datos publicado en la web de la Generalitat esta misma mañana. Extrapolando la cifra, el número definitivo quedará, según avanzó anoche la vicepresidenta catalana, Joana Ortega, en torno a 2.250.000 personas. Curiosamente, los partidarios de la independencia alcanzan al 96,8%: sólo 1.806.336 catalanes quieren separarse de España. Los partidarios de que Cataluña sea un Estado aunque no independiente serían 225.659 (10,09%) y los que votaron directamente no a que sea un Estado representan el 4,54% de los participantes: 101.601.
Ante ello, ahora ya sólo queda la independencia pura y dura. Ésa es la intención al menos de los soberanistas catalanes, apuntada por el presidente de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Oriol Junqueras, nada más cerrar los colegios electorales: “Ahora sólo falta culminar el camino que ha de llevar a Cataluña a la independencia”. Porque ésa es la principal secuela de la jornada del 9N. Tanto la Asamblea Nacional Catalana (ANC) como Òmnium Cultural apoyan a Junqueras en esa hoja de ruta. Incluso la mayoría de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y una parte de Iniciativa per Catalunya (ICV).
También la Coordinadora d’Unitat Popular (CUP) quiere seguir a todo trapo hacia la plena soberanía. “Que nadie tenga la tentación de querer utilizar el resultado para algún tipo de pacto”, advirtió la diputada de esta formación Isabel Vallet mirando de reojo a Artur Mas, por si se doblega a negociar con el Gobierno central una relajación de la tensión política.
Vídeo: Un éxito para Artur Mas
El día después ha traído, pues, nuevas nubes que amenazan tormenta, con los partidos del bloque soberanista enrocados en sus posiciones y la punta de lanza de la “sociedad civil” de Artur Mas azuzando a los bueyes que llevan el carro catalán hacia la independencia. En esta coyuntura, comienza una nueva etapa en la que todos han de dejarse jirones de piel. Y todos han de mover ficha, porque nadie ha ganado nada ni nadie ha perdido nada… todavía. Porque el 9N no era la meta: era el punto de partida de la verdadera hoja de ruta hacia la independencia.
La clave está en que Artur Mas depende de los votos de ERC para gobernar, ya que sin ellos no tendría mayoría parlamentaria. La mano abierta del socialista Miquel Iceta para apoyarle en los dos años que le restan de legislatura tampoco le convence, ya que tendría que variar sustancialmente sus prioridades de Gobierno. Así pues, ante las presiones de los independentistas, Cataluña se encamina ahora hacia unas elecciones anticipadas que se quieren convertir en “plebiscitarias”, aunque esta figura no exista en la legislación. O eso o el caos.
Los rumores en los altos círculos políticos catalanes, pues, apuntan hacia que Cataluña se aboca a unas elecciones anticipadas. En cuanto el presidente catalán ate bien su futuro, evidentemente. Lo que Artur Mas trata de impedir es convocar unas elecciones en breve sabiendo que las encuestas dan como favorita a Esquerra. Nadie en su sano juicio convoca unas elecciones para que las gane su rival. De ahí que trate de forzar una lista única como contraprestación a la convocatoria de unas “elecciones plebiscitarias”. De ese modo, si consigue ponerse de cabeza de lista de esa candidatura unitaria, se garantiza de nuevo la presidencia de la Generalitat. Ésa es la salida más plausible que le queda, sabiendo que los puentes con el Gobierno central están prácticamente rotos (el aviso de Rajoy diciendo que su actitud no ayuda al diálogo es una cruda advertencia) y que no podría gobernar en solitario o con acuerdos puntuales durante dos años.
Un “éxito total”, según Mas
El propio Artur Mas, en una comparecencia por sorpresa a las 11 de la noche, afirmó que “la jornada podía haber salido regular, bien, muy bien o ser un éxito total. Y teniendo en cuenta las condiciones en que se tuvo que hacer ha sido un éxito total”. Afirmó que “hoy [ayer para el lector] hubo una simbiosis perfecta entre instituciones públicas, sociedad, tejido asociativo y personas. Cuando vamos juntos, avanzamos más y mejor”.
Y lanzó dos mensajes “al Estado”: el primero, que “la gente de Cataluña ha dejado bien claro que queremos gobernarnos a nosotros mismos. Es una aspiración que viene de siglos”. El segundo, que “queremos decidir nuestro futuro político. Somos lo bastante grandes y adultos para ello. Pacíficamente, libremente, democráticamente. Pero no contra España ni contra nadie, sino a favor nuestro, de todos”.
Mas lamentó también que “las primeras reacciones que llegan desde Madrid denotan mucha miopía política, cuando no intolerancia. El Gobierno español tenía hoy una ocasión de oro para entender el mensaje que le llega desde Cataluña, porque el 9N figurará como un hito inolvidable en la historia de Cataluña”. Su reto futuro será, subrayó, “construir una Cataluña mejor en todos los aspectos y que podamos decidir cuanto antes, de manera pacífica y en libertad, nuestro futuro”. Porque, aseguró, “hoy nos hemos mirado en el espejo y nos hemos gustado como país, como sociedad y como pueblo”.
Un gran éxito, pero relativo
Desde un punto de vista formal, el éxito ha sido indiscutible y rotundo. No hay que olvidar que en el referéndum del Estatuto, con los parabienes del Gobierno catalán y del Gobierno español llegaron a votar algo más de 2,5 millones de personas. Y en las elecciones europeas del pasado mes de mayo, la participación fue similar.
Pero hay varias consideraciones a hacer: primero, que en este simulacro de comicios podían votar los mayores de 16 años y los extranjeros empadronados. Es decir, un segmento de la población fácilmente captable por la propaganda gubernamental… catalana, evidentemente. Por otro lado, en las últimas elecciones autonómicas, los partidos que conforman el bloque soberanista lograron en su conjunto 2.100.000 votos.
Vídeo: Rajoy y Mas, condenados a entenderse
El resultado de ayer quiere decir que, tras dos años de continuas movilizaciones, con una escalada sin precedentes de la tensión social y con todo el aparato del Gobierno catalán machacando diariamente, no se arañaron apenas votos: si las previsiones se cumplen, serían menos de 150.000 votos suplementarios. Algo falla. Si en la Via Catalana hubo 2 millones de catalanes (cifra asumida y reiterada constantemente por el Gobierno catalán para justificar su postura) y ahora, tras la tremenda campaña a todos los niveles, con los partidos volcados y la “sociedad civil” movilizada al 100% sólo se han obtenido 2,25 millones de votos, se trasluce que el independentismo ha tocado techo. Y esos 2,25 millones de votos, no lo olvidemos, representan en torno al 35,71% del censo electoral que había previsto (5,5 millones de nativos y unos 800.000 extranjeros residentes). Pero no sólo eso: los 1.649.239 partidarios de la independencia (los que votaron sí a Cataluña un Estado y sí a Cataluña un Estado independiente) representan, pues, el 26,17% del censo electoral. ¿Es suficiente ese porcentaje para lanzar las campanas al vuelo?.
Hay una cosa clara: la calle está tomada por una opción política rupturista, pero la mayoría de la población catalana todavía se queda en casa. Ni siquiera la ilusión de un mundo nuevo la ha sacado de su pereza o de su letargo. Y puede ser que, a la hora de la verdad, diga la suya y más de uno quedará retratado.
Sin consecuencias jurídicas... pero sí políticas
Porque lo que era una discreta confidencia se ha convertido ahora en una aseveración pública y notoria: “La jornada no tiene validez jurídica, pero sí tendrá clarísimas consecuencias políticas”. Lo asegura a El Confidencial una fuente de la cúpula de Esquerra y lo reconocieron también ayer exvicepresidente de la ANC, Jaume Marfany, y el portavoz de Òmnium, Marcel Mauri. Esas “clarísimas consecuencias” son la convocatoria de elecciones anticipadas. Y en ERC están seguros de que Mas las convocará dentro de poco porque así lo prometió. Y Carme Forcadell, presidenta de la ANC, advirtió rayando las 12 de la noche: “Nadie nos impedirá que sigamos trabajando hasta la victoria final, hasta la Cataluña independiente. Hemos cerrado con honor una etapa a pesar de las trabas del Estado español y a partir de ahora somos un pueblo libre comenzando una nueva etapa”. Porque, aseguró, “hoy [ayer para el lector] hemos recuperado la plena soberanía hacia la libertad (sic)”.
También la portavoz de Unió Democràtica (UDC), Montse Surroca, auguró que los datos “son rotundos y este domingo ha de marcar un antes y un después”. “A partir de hoy –dijo Surroca–, el Gobierno de Madrid se ha de sentar a una mesa a dialogar, ha de reaccionar”.La portavoz democristiana reconoció también que “probablemente, ha ido a votar gente con muchas motivaciones, no sólo por el hecho nacional. Pero es indiscutible que hay una voluntad de cambio, de avanzar y para que haya una reacción del Gobierno del PP a este clamor que viene desde Cataluña”.
Ese diálogo, sin embargo, es irrelevante para ERC. Junqueras ya sólo piensa en que el día después, es decir, hoy, comienza una nueva etapa “para la construcción de un país nuevo porque tenemos un Estado independiente por construir, unos servicios públicos que crear y una economía que levantar”. Por tanto, ¿diálogo para qué?. Sólo prevé “trabajar para alcanzar la República catalana libre e independiente”.
Josep Vendrell, secretario general de ICV, también calificó de histórica la jornada y advirtió que los catalanes se han ganado “el derecho a un referéndum con plenas garantías democráticas” porque “el conflicto con el Estado sólo se solventa con un referéndum”. Y no descartó el escenario de unas elecciones anticipadas ante la coyuntura que se abre hoy.
Incluso Esther Niubó, portavoz del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), formación que no apoyó la consulta, cree que fue “un éxito de movilización”. Los socialistas piden ahora poner el contador a cero y comenzar un diálogo para arreglar el desaguisado, que “se ponga el contador a cero y los gobiernos catalán y español se sienten, hablen, abran un marco de negociación que permita superar la situación de malestar, de fatiga, de frustración y de descontento actual”. Afirmó que el PSC no tomaba parte en la consulta y no compartía la pregunta. “Tampoco se trataba de una consulta con plenas garantías democráticas. Pero ha quedado claro una vez más que no podemos continuar así, porque existe desde hace años en Cataluña una gran voluntad de cambio en las relaciones con el resto de España que ni el Gobierno catalán ni el español han sabido canalizar”, subrayó.
No les falta razón. El inmovilismo del Gobierno central y el enroque de Mariano Rajoy en el “no a todo” ha creado más independentistas que la propia propaganda del Gobierno de Artur Mas. Rajoy convenció a muchos más catalanes que el presidente de la Generalitat, porque centenares de miles de ellos se hubieran quedado en su casa si el Gobierno central no hubiera impugnado el simulacro de comicios del 9N que no tenía ni censo electoral.
El 9N ha sido un "éxito total". Así lo repiten todos los que apoyaban la jornada. Con el 96,8% de las mesas escrutadas, la participación fue de 2.236.806 votantes, según los últimos datos publicado en la web de la Generalitat esta misma mañana. Extrapolando la cifra, el número definitivo quedará, según avanzó anoche la vicepresidenta catalana, Joana Ortega, en torno a 2.250.000 personas. Curiosamente, los partidarios de la independencia alcanzan al 96,8%: sólo 1.806.336 catalanes quieren separarse de España. Los partidarios de que Cataluña sea un Estado aunque no independiente serían 225.659 (10,09%) y los que votaron directamente no a que sea un Estado representan el 4,54% de los participantes: 101.601.
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