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Granados comenzó a amasar su fortuna con las mordidas del 'Tachuela' y 'Mortimer'
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jiménez galanes y marjaliza pagaron comisiones

Granados comenzó a amasar su fortuna con las mordidas del 'Tachuela' y 'Mortimer'

Francisco Granados, detenido el pasado lunes junto a medio centenar de políticos, empresarios y funcionarios en la macrooperación Púnica contra la corrupción, comenzó a amasar su

Foto: El exconsejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados (EFE)
El exconsejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados (EFE)

Francisco Granados, detenido el pasado lunes junto a medio centenar de políticos, empresarios y funcionarios en la macrooperación Púnica contra la corrupción, comenzó a amasar su fortuna nada más aterrizar en la alcaldía de Valdemoro, en junio de 1999. Ese mismo año, el que luego fuera secretario general del PP de Madrid y hombre de la máxima confianza de la presidenta autonómica, Esperanza Aguirre, abrió una cuenta en Suiza a su nombre en la que fue acumulando las mordidas, entre otras, de dos personajes muy cercanos y singulares: los constructores David Marjaliza, alias Mortimer, y Julián Jiménez de los Galanes, alias el Tachuela.

Marjaliza, que fue detenido también en la operación policial coordinada por el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, era íntimo amigo de Granados y fue el intermediario entre la firma francesa Cofely, que se llevó la parte del león de los 250 millones de euros adjudicados en contratas por la trama corrupta ahora destapada, y los políticos que repartieron o favorecieron esas adjudicaciones a cambio de comisiones ilegales, Granados entre ellos. El grueso de las mordidas presuntamente pagadas por Cofely se concentró en el periodo 2009-2014, pero el exconsejero de Aguirre empezó a hacer caja mucho antes.

Tras ser investido alcalde, en 1999, Granados empezó a tejer una red de oscuros intereses, primero con su viejo amigo Mortimer, al que conocía desde su juventud, y más tarde con el Tachuela. La actividad mercantil de Marjaliza, alias Mortimer, ya era desenfrenada; su nombre aparece en los consejos de administración de más de 125 empresas y sociedades patrimoniales, la mayoría vinculadas al sector de la construcción. Muchas de esas compañías ya están extinguidas o en liquidación, entre ellas Obrum Urbanismo, una de las firmas que integraba la constructora DHO (Dico Harinsa Obrum), cuyo socio mayoritario era Grupo DICO, controlado por Jiménez de los Galanes, alias el Tachuela y también íntimo de Granados.

Vídeo: Así funcionaba la "trama Púnica"

Un exdirectivo del Grupo DICO, David Merino, denunció en 2009 al Tachuela y otro de sus socios, Francisco Colado, ante la Fiscalía Anticorrupción. Merino, que fue director general de Operaciones y Estrategia de la constructora, acusó a ambos de pagar sobornos millonarios a cambio de favores urbanísticos a funcionarios y alcaldes de municipios gobernados por el PP en la Comunidad de Madrid, entre ellos el propio Granados. El 11 de febrero de aquel año, El Confidencial informaba de que el exdirectivo de DICO había aportado pruebas de las mordidas pagadas por sus jefes en Valdemoro, Majadahonda, Boadilla y otras localidades madrileñas.

Varios días más tarde, Merino aseguró, en unas explosivas declaraciones al semanario Interviú, que él mismo, siguiendo las instrucciones del Tachuela, entregó personalmente mordidas en efectivo a Granados, al que se refirió como "el tío más sucio del mundo". El exdirectivo de DICO se despachó a gusto en esa entrevista: "Son las putas reglas del juego. Si no juegas a esto, no haces nada. Tú te lo encuentras porque antes de llegar a ese ayuntamiento ya pagaron otros. El constructor no se ve como una víctima: es un gasto más, y punto. La condición humana".

La relación de Granados con el Tachuela se fue haciendo más estrecha en las cacerías que este organizaba en El Descanso, una finca de su propiedad de 100 hectáreas en Daimiel (Ciudad Real), a las que solían acudir el entonces alcalde de Valdemoro, David Mortimer Marjaliza, y otros muchos políticos y empresarios. Tras las batidas, el Tachuela y sus invitados regresaban a la finca, que disponía de más de una docena de habitaciones, para cenar y jugar partidas de póker y mus hasta altas horas de la madrugada. En esos encuentros, según Merino, se tejieron muchos de los negocios que hicieron ricos a Granados y otros alcaldes del PP, entre ellos José Miguel Moreno, que relevó a aquel en la alcaldía de Valdemoro cuando fichó como consejero de Esperanza Aguirre.

En 2006, Granados y su esposa, María Nieves Alarcón, fueron víctimas de un confuso incidente nunca aclarado, pero que tal vez pudo protagonizar alguno de los cadáveres que el entonces consejero y su red clientelar fueron dejando por el camino. Dicho de otra forma: empresarios marginados de las concesiones de obra pública por negarse a pagar sobornos. En octubre de aquel año, el matrimonio tuvo que mudarse del ático que ocupaba en Valdemoro después de que uno o varios desconocidos prendiesen fuego a su coche, un Mini aparcado en el sótano del inmueble. Curiosamente –y esto tampoco llegó a aclararse–, el vehículo estaba a nombre de una de las empresas del constructor Ramiro Cid Sicluna, otro de los reyes del ladrillo de Valdemoro.

Granados rompió amarras con el Tachuela en 2008, cuando los socios de la constructora DHO –entre los que estaba Marjaliza– forzaron la salida del Grupo DICO, su accionista mayoritario, que había quedado tocado y sin liquidez por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Mortimer se aupó entonces a la presidencia de DHO, que poco después fue también engullida por la crisis del ladrillo. Sin embargo, Granados y Marjaliza mantuvieron intactos sus vínculos. Hasta que el pasado lunes el juez Velasco y la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil les dieron el sobresalto de sus vidas.

Francisco Granados, detenido el pasado lunes junto a medio centenar de políticos, empresarios y funcionarios en la macrooperación Púnica contra la corrupción, comenzó a amasar su fortuna nada más aterrizar en la alcaldía de Valdemoro, en junio de 1999. Ese mismo año, el que luego fuera secretario general del PP de Madrid y hombre de la máxima confianza de la presidenta autonómica, Esperanza Aguirre, abrió una cuenta en Suiza a su nombre en la que fue acumulando las mordidas, entre otras, de dos personajes muy cercanos y singulares: los constructores David Marjaliza, alias Mortimer, y Julián Jiménez de los Galanes, alias el Tachuela.

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