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La enfermera informó de sus síntomas hace 7 días, no la aislaron y siguió de vacaciones
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SANIDAD INSISTE EN QUE NO CUMPLÍA EL PROTOCOLO

La enfermera informó de sus síntomas hace 7 días, no la aislaron y siguió de vacaciones

Auxiliar de enfermería, casada y sin hijos. El 'protocolo' no consideró alarmante sus décimas de fiebre y siguió de vacaciones. Hoy está aislada y 30 personas vigiladas

Foto: Paciente de ébola repatriado (EFE)
Paciente de ébola repatriado (EFE)

No se sabe qué falló en el protocolo de prevención ni si el virus ha podido transmitirse a alguien más. Los únicos datos que se conocen de la primera infectada de ébola en Madrid tras atender a los dos religiosos que fallecieron este verano en la capital es que tiene 44 años, está casada y no tiene hijos. Es auxiliar de enfermería, trabaja desde hace más de 15 años en el Hospital Carlos III de Madrid y estaba de vacaciones desde el 26 de septiembre, el día después de que falleciera el religioso Manuel García Viejo. La Organización Mundial de la Salud marca el protocolo a seguir en estos casos: hasta que no se llega a los 38,6 grados de fiebre, no se hacen los primeros análisis para descartar si el paciente sufre ébola, una enfermedad infecciosa, altamente contagiosa y muy grave. A la luz de lo sucedido, ¿hay que cambiar el protocolo cuando el posible infectado ha tratado recientemente con un fallecido por el virus?

La infectada mostró los primeros síntomas hace una semana, pero no fue aislada hasta ayer, cuando la fiebre superó esos 38,6 grados. Ingresó por su propio pie en el Hospital Universitario de Alcorcón, localidad en la que reside con su pareja. La enferma se puso en contacto con el servicio de prevención puesto a disposición del servicio médico que atendió a los dos enfermos de ébola el 30 de septiembre, pero presentaba una "sintomatología vaga” –poca fiebre– y no se extremaron las medidas, como indicaba el guion de la OMS. Se le recomendó seguir el protocolo: tomarse la temperatura dos veces al día.

Vídeo: Tiene 44 años, está casada y no tiene hijos

La infectada estuvo de vacaciones en un lugar que no ha trascendido desde el 26 de septiembre, un día después de morir el misionero García Viejo, y fue atendida ayer por los servicios del SUMMA 112. Todos los profesionales que han estado en contacto con ella en las últimas horas, así como su marido, están ya en vigilancia epidemiológica, por si han podido ser contagiados, informó Antonio Alemany, director general de Atención Primaria de Madrid. El virus se transmite a través del contacto con cualquier fluido corporal de un infectado y no por el aire, y el virus puede incubarse entre 2 y 21 días, aunque los infectados no contagian durante el periodo de incubación.

Como la auxiliar afectada, otros 30 sanitarios formaron parte de los turnos que se organizaron en el Hospital Carlos III para atender a los dos misioneros fallecidos cuando fueron repatriados una vez que estaban infectados: Miguel Pajares y García Viejo. Entraban en la habitación de dos en dos y se vestían con doble forro: dos monos, dos pares de guantes y unas gafas. Todo el material se desechaba en cuanto abandonaban la habitación.

Pese a que las medidas de protección que se impusieron a todo el personal sanitario fueron “extremas”, Alemany no pudo concretar ayer si había más infectados entre ellos con motivo de la rueda de prensa que se convocó en el ministerio de Sanidad tras el gabinete de crisis que se creó, con Ana Mato a la cabeza, una vez confirmado el diagnóstico de esta auxiliar. A la ministra se le preguntó si habrá alguna responsabilidad política por el fallo en seguridad, pero Mato capeó la crisis más virulenta que atraviesa su ministerio desde que ella lo dirige: “Lo más importante ahora es curar a la paciente”, se limitó a pronunciar.

Vídeo: Se fue de vacaciones un día después de morir García Viejo

También atendió al padre Pajares

De la infectada se sabe que entró dos veces a la habitación donde intentaba sobrevivir García Viejo: una antes de morir y otra, una vez que el cuerpo inerte del religioso ya había sido incinerado. También atendió a Pajares, pero se descarta que este contagio haya sido provocado por el primer fallecido tras ser evacuado desde Sierra Leona, ya que el religioso murió hace dos meses.

A última hora de ayer, la paciente todavía estaba aislada en el hospital de Alcorcón, a la espera de ser evacuada al Hospital Carlos III, donde se han atendido los dos únicos casos de ébola de los que, hasta ahora, se tenían constancia en España, el único hospital preparado para atender y evitar el contagio de un caso de ébola.

Las pocas palabras que pronunció la ministra Ana Mato fueron para intentar tranquilizar a la población y para dejar claro que su departamento cuenta con todos los medios necesarios para afrontar la situación. “Existe una coordinación nacional e internacional con las autoridades sanitarias y se están tomando las medidas necesarias para atender a la paciente y garantizar la seguridad al resto de la población. Contamos con profesionales cualificados y la capacidad técnica y organizativa”, matizó.

Hasta el momento, no se ha encontrado ninguna cura a esta grave enfermedad. La Organización Mundial de la salud (OMS9 ha insistido en que existen varias vacunas en fase de pruebas, pero ninguna de ellas ha sido autorizada para combatir el virus. La única opción para salvar a los pacientes son los cuidados intensivos bajo la atención permanente de los médicos, que deben continuamente hidratar a los pacientes para que no se deshidraten.

No se sabe qué falló en el protocolo de prevención ni si el virus ha podido transmitirse a alguien más. Los únicos datos que se conocen de la primera infectada de ébola en Madrid tras atender a los dos religiosos que fallecieron este verano en la capital es que tiene 44 años, está casada y no tiene hijos. Es auxiliar de enfermería, trabaja desde hace más de 15 años en el Hospital Carlos III de Madrid y estaba de vacaciones desde el 26 de septiembre, el día después de que falleciera el religioso Manuel García Viejo. La Organización Mundial de la Salud marca el protocolo a seguir en estos casos: hasta que no se llega a los 38,6 grados de fiebre, no se hacen los primeros análisis para descartar si el paciente sufre ébola, una enfermedad infecciosa, altamente contagiosa y muy grave. A la luz de lo sucedido, ¿hay que cambiar el protocolo cuando el posible infectado ha tratado recientemente con un fallecido por el virus?

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