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"Los misioneros son los únicos que llegan a todas las zonas afectadas por el ébola"
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JUAN JOSÉ AGUIRRE, OBISPO DE BANGASSOU

"Los misioneros son los únicos que llegan a todas las zonas afectadas por el ébola"

El obispo Juan José Aguirre dialogó con el filósofo Javier Gomá en el que abordaron la percepción social del misionero y la relación entre cristianismo y cultura

Foto: El misionero español Juan José Aguirre lleva más de tres décadas trabajando con las comunidades de la República Centroafricana. (Fundación Bangassou)
El misionero español Juan José Aguirre lleva más de tres décadas trabajando con las comunidades de la República Centroafricana. (Fundación Bangassou)

Empezó la carrera de medicina, pero la vocación lo llamó y ahora lleva más de tres décadas entregado a la comunidad de Bangassou, en la República Centroafricana. El misionero cordobés Juan José Aguirre ha vivido, sufrido y visto de todo durante estos años, desde la malaria crónica que contrajo pocos meses después de pisar por primera vez el corazón de África o el acoso del genocida Joseph Kony, hasta el expolio de su diócesis por parte de un grupo yihadista el pasado año. Sólo entre los meses de julio y agosto, denuncia, “han decapitado, al menos, a unas 200 personas, pero claro, allí no hay medios para que lo cuenten”.

A pesar de la magnitud de los conflictos y crisis humanitarias que ha vivido, la epidemia de ébola que azota al continente africano desde el pasado mes de enero es uno de los capítulos más terribles que recuerda. “Lo que está pasando en África con el ébola es tremendo. Aquí sólo se ha podido conocer cuál es la situación en lugares como Freetown, la capital de Sierra Leona, porque se han establecido perímetros de los que no se puede salir. Es allí donde trabaja la ayuda humanitaria, pero si te vas a la selva, donde el problema es terrible, ya no ves a ningún trabajador de Médicos Sin Fronteras. Los únicos que ayudan en estos lugares son los misioneros”, remarca.

Unos misioneros “entregados siete días a la semana y 24 horas al día” que, como recuerda el obispo de Bangassou, “están pagándolo con su vida”. De hecho, ya son dos los misioneros españoles fallecidos a causa del virus del ébola, Manuel García Viejo y Miguel Pajares, ambos pertenecientes a la Orden Hospitalaria San Juan de Dios. Misioneros que nunca abandonan, aunque sólo sea “para consolar a los contagiados”, y que suelen realizar su trabajo en condiciones infrahumanas y sin apenas recursos. Una denuncia que Aguirre lanzó ayer durante un cara a cara que mantuvo con el filósofo Javier Gomá, organizado dentro de las jornadas El Domund al descubierto, que las obras Misionales Pontificias desarrollan estos días en Madrid con motivo de la celebración del Domund, el próximo 19 de octubre.

El resplandor de la ejemplaridad en marcha

El pensador y director de la Fundación Juan March, Javier Gomá, destacó del prelado, y de los misioneros en general, su capacidad para “devolverle la dignidad material y moral a las personas, así como la esperanza y alegría”. Una actividad vital que el padre de la teoría de la ejemplaridad, la cual acabó de desarrollar en su ensayo más reciente Necesario pero imposible (Taurus), definió como “sublime y heroica”. Sin embargo, no siempre adquiere todo el respeto y peso que merecería porque, según añadió, “ante una persona ejemplar o se la imita o se la odia: sólo hay estas dos opciones, al igual que le ocurría a Galileo”, personalidad con la que estableció un símil con la de los misioneros.

El filósofo abordó también el sentido vocacional de los misiones, puesto que “la ejemplaridad produce deseo de conversión”, asegura. “Todos tenemos mala conciencia ante el ejemplo positivo, porque al sentirnos moralmente pobres tomamos conciencia de nuestra situación deficiente y tratamos de cambiar en la dirección que nos propone el modelo”. Asimismo, y en consonancia con la obra que ahora está desarrollando, sobre la inmortalidad del alma, Gomá recalcó que la esperanza que trasmiten los misioneros es importante porque “la historia del Yo sigue, no termina aquí de manera definitiva”.

La práctica organizada de la caridad, como definió a los misioneros, que sólo en España superan los 13.000, “es la mejor apología de la Iglesia porque es un lenguaje que supera las barreras del idioma, todo el mundo lo entiende, admira, aprueba y acalla a los objetores”. Debido a esta fuerza de la caridad y de la trasmisión de esperanza y alegría, Gomá recalcó de Aguirre y del resto de misioneros que eran “el resplandor de la ejemplaridad en marcha”.

No es ningún desastre que cien inmigrantes salten una valla”

Una labor caritativa que sobresale en el currículum de Aguirre, quien mantiene 25 proyectos humanitarios, como orfanatos o programas de asistencia a antiguas esclavas sexuales, a través de la Fundación Bangassou. Con la ayuda de instituciones públicas y privadas ha construido varios hospitales, entre los que se encuentra el Buen Samaritano, que ofrece asistencia a embarazadas, enfermos de sida y donde se realizan operaciones quirúrgicas. Asimismo ha conseguido dotar a su pueblo de más educación, una mejor asistencia sanitaria, acoger a los olvidados o potenciar y defender el papel de las mujeres, como destacó el presidente de la fundación para subrayar su candidatura al Príncipe de Asturias de la Concordia.

Su trabajo sobre el terreno y entrega a los más necesitados hacen que el miembro de la Congregación de los Misioneros Combonianos no se muerda la lengua ante lo que considera flagrantes injusticias, como es el caso de las vallas de Ceuta y Melilla. “En la República Centroafricana han entrado miles de personas desde el Congo debido a la guerra. Huyen de su país y entran en otro que también es su casa, porque necesitan vivir con tranquilidad y se ve como algo natural. Aquí en España cuando un centenar saltan las vallas parece que estamos ante un desastre, y ni siquiera podemos empatizar con ellos. Yo creo que dónde caben 40 millones también pueden caber 41”.

El “problema africano” tampoco es un tema que el prelado aborde con sutileza. “África es un continente con muchas materias primas que lo hacen apetitoso y las potencias miran hacia esta tierra con ojos de depredador. El coltán, por ejemplo, es un mineral que todo el mundo quiere porque quien lo controla significa que controla también las guerras, ya que es necesario para construir armas y misiles. Al final las multinacionales extranjeras se pelean por los recursos y cuando dos elefantes se pelean quien sufre realmente es la hierba que está debajo”, critica. Una denuncia que, como repite varias veces a lo largo de su intervención, no es estructural, sino también histórica: “el mundo es así, pero está hecho así por todos nosotros”.

Empezó la carrera de medicina, pero la vocación lo llamó y ahora lleva más de tres décadas entregado a la comunidad de Bangassou, en la República Centroafricana. El misionero cordobés Juan José Aguirre ha vivido, sufrido y visto de todo durante estos años, desde la malaria crónica que contrajo pocos meses después de pisar por primera vez el corazón de África o el acoso del genocida Joseph Kony, hasta el expolio de su diócesis por parte de un grupo yihadista el pasado año. Sólo entre los meses de julio y agosto, denuncia, “han decapitado, al menos, a unas 200 personas, pero claro, allí no hay medios para que lo cuenten”.

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