¿En España nadie dimite? Ruiz-Gallardón no es el primer ministro (ni será el último)

Desde hace mucho tiempo corre la idea por nuestro país de que en España “nadie dimite”. Continuos casos de corrupción, escándalos, actos de dudosa legalidad… Todas estas cuestiones acompañan a la clase política desde hace décadas y, dejando a un lado el debate de si deberían dimitir más o menos políticos, lo cierto es que desde 1977, más de una veintena de ministros ha dicho adiós a sus carteras por diferentes motivos. El último en engrosar esta lista, el exministro Alberto Ruiz-Gallardón.

El primero en hacerlo fue Gabriel Pita da Veiga, en 1977. El que fuera ministro de Marina con Adolfo Suárez no aceptó la legalización del Partido Comunista de España (PCE) y salió del Gobierno tras la decisión del abulense. Dos ministros le acompañaron en los años siguientes: Fuentes Quintana y Abril Martorell, ambos por discrepancias con otros miembros del Gobierno.

Tras el fin de la era Suárez, la fugacidad del gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo no impidió que en cuestión de un año Francisco Fernández Ordóñez y José Luis Álvarez, ministros de Justicia y Transporte, respectivamente; presentasen su dimisión en 1982.

Sin embargo, si ha habido un presidente que ha tenido que afrontar múltiples dimisiones ese ha sido Felipe González. El dirigente sevillano -catorce años como cabeza del Gobierno- vio desfilar a diez de sus ministros que fueron abandonando progresivamente el Ejecutivo. El primero de ellos fue Miguel Boyer, quien dimitió como ministro de Economía en 1985. Más tarde le siguieron Alfonso Guerra, Julián García Valverde, Vicente Albero, Narcís Serra y Julián García Vargas.

Por otro lado, José Luis Corcuera renunció a su puesto cuando el Constitucional declaró inconstitucional una parte de la Ley de Seguridad Ciudadana que impulsó, conocida popularmente como "ley de la patada en la puerta". Un año después le acompañaría Antoni Asunción al asumir la responsabilidad política de la huida de Luis Roldán, ex director general de la Guardia Civil.

El único ministro de González que dejó su puesto por motivos de salud fue Fernández Ordóñez en 1992, quien en aquel momento ocupaba la cartera de Exteriores. Un caso aparte es Manuel Chaves, ya que abandonó sus responsabilidades al frente del Ministerio de Trabajo para presidir la Junta de Andalucía hasta 2009. Actualmente está imputado por el escándalo de los ERE en Andalucía a la espera de que el Supremo dicte sentencia.

En cuanto a los años de Aznar, las dos legislaturas del expresidente fueron más tranquilas en estos términos. El titular de la cartera de Trabajo, Manuel Pimentel, fue el único ministro que dimitió por un escándalo de corrupción relacionado con una adjudicación de ayudas públicas. Por otro lado, Abel Matutes y Eduardo Serra decidieron no seguir en la segunda legislatura y Jaume Matas dejó su ministerio para presentarse a la presidencia de Baleares. A día de hoy, Matas se encuentra en la cárcel acusado de tráfico de influencias.

José Luis Rodríguez Zapatero tampoco tuvo que lidiar con demasiados cambios en su equipo de ministros durante sus siete años en el gobierno. José Bono dejó el Ejecutivo en 2006 para “dedicarse a su familia”, como explicó él mismo en rueda de prensa. Al igual que hicieron otros ministros antes, José Montilla y Juan Fernando López Aguilar dejaron sus ministerios para presentarse a las autonómicas de Cataluña y Canarias, respectivamente. El principal escándalo que sacudió al Gobierno Zapatero fue la famosa cacería del exministro Fernández Bermejo con el exjuez Baltasar Garzón. Le costó el cargo tras la lluvia de críticas recibidas, ya que por aquel entonces Garzón era el instructor del caso Gürtel.

Respecto al Gobierno de Rajoy, los únicos cambios que ha tenido que hacer en su Ejecutivo han sido en Agricultura y Justicia. Miguel Arias Cañete dejó su cartera para encabezar la lista de los populares en las europeas y, por el momento, Alberto Ruiz-Gallardón es el único ministro que ha dimitido al no haber podido sacar adelante la polémica reforma de la ley del aborto y, en consecuencia, sentirse poco respaldado por Rajoy.