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Así fue la primera agresión, a finales de los 90, del pederasta de Ciudad Lineal
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OBTUVO EL TERCER GRADO Y NUMEROSOS PERMISOS

Así fue la primera agresión, a finales de los 90, del pederasta de Ciudad Lineal

Año 1998. A las 9 horas de una mañana marzo, Antonio Ángel Ortiz Martínez cogió su coche, fue a la puerta del distrito de Fuencarral y se acercó a una niña de 7 años

Foto: La Policía registra las viviendas del pederasta. (EFE)
La Policía registra las viviendas del pederasta. (EFE)

Año 1998. A las 9 horas de una mañana marzo, Antonio Ángel Ortiz Martínez cogió su coche, fue a la puerta de un colegio madrileño (en aquella ocasión, del distrito de Fuencarral) y se acercó a una niña de 7 años. Aquella vez, a diferencia de lo ocurrido en sus agresiones recientes, no engañó a la pequeña para llevársela: "Agarrándola fuertemente de la mano, la obligó a introducirse en el vehículo". Estuvo una hora deambulando con ella en el coche, el mismo en el que la agredió sexualmente. Después, la dejó marchar a medio kilómetro del colegio al que, aquella mañana de marzo de 1998, la niña no llegó a entrar. Era la primera agresión del hoy conocido como pederasta de Ciudad Lineal, el hombre que ha tenido en jaque a los cuerpos de seguridad del Estado desde abril del pasado año hasta su detención, este miércoles, en Santander.

El Confidencial ha tenido acceso a la sentencia condenatoria de la que, que se sepa, fue la primera agresión de Ortiz Martínez. Algunos datos coinciden con el repaso al modus operandi del agresor que el miércoles hizo el ministro: aprovechó un momento en que la niña se encontraba sola, la metió en su vehículo, abusó de ella "guiado por un ánimo lúbrico" y la dejó marchar. Otros, sin embargo, difieren: no usó entonces ningún narcótico y forzó a la pequeña a entrar en el coche. En 1998, al igual que en algunos de los cinco hechos constatados que el ministro del Interior le ha atribuido (aparte de las tres tentativas, siempre entre niñas de entre 5 y 11 años), la agresión se produjo en el coche. Antonio Ángel Ortiz Martínez, en aquella ocasión, reconoció los hechos. Fue condenado a nueve años de prisión y una indemnización a la niña de un millón de pesetas.

En la rueda de prensa ofrecida tras la detención de Ortiz Martínez, Jorge Fernández Díaz detallaba el "dilatado historial delictivo" del presunto agresor -tiene antecedentes por secuestro, detenciones ilegales, robos con violencia y con fuerza y violencia de género, y "relaciones con el crimen organizado"- y hacía hincapié en esta antigua condena por un delito similar a los que han mantenido en alerta la capital este último año, lo que le permitió tener "un conocimiento de los procedimientos policiales y las técnicas de investigación".

Tercer grado por "cambio positivo de su autocontrol"

En 2006, cuando había cumplido casi tres cuartas partes de su condena, Ortiz Martínez solicitó el tercer grado. Se lo denegó el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, no así la Audiencia Provincial, que se la concedió -en régimen abierto restringido con salidas de fin de semana- basándose en que su conducta mostraba "una trayectoria que, en conjunto, es claramente ascendente", con "factores de adaptación" como su "respeto a las normas e instituciones, y capacidad de asumir la normativa, hábitos laborales en prisión, participación en actividades, nula conflictividad y apoyo familiar".

Resaltaba el tribunal también que el condenado estaba pagando la indemnización, así como que contaba con una oferta de trabajo y que se había advertido "un cambio positivo de su autocontrol, en su autoestima y su escala de valores". Antes, de hecho, Ortiz Martínez había disfrutado de "numerosos permisos".

Meses más tarde, la misma Audiencia Provincial le denegaba la libertad condicional por no presentar "la continuidad suficiente en el trabajo y actividades desarrollados". Recalcaba, además, que Ortiz Martínez no había seguido ningún "tratamiento específico de agresores sexuales, ni psicológico".

Año 1998. A las 9 horas de una mañana marzo, Antonio Ángel Ortiz Martínez cogió su coche, fue a la puerta de un colegio madrileño (en aquella ocasión, del distrito de Fuencarral) y se acercó a una niña de 7 años. Aquella vez, a diferencia de lo ocurrido en sus agresiones recientes, no engañó a la pequeña para llevársela: "Agarrándola fuertemente de la mano, la obligó a introducirse en el vehículo". Estuvo una hora deambulando con ella en el coche, el mismo en el que la agredió sexualmente. Después, la dejó marchar a medio kilómetro del colegio al que, aquella mañana de marzo de 1998, la niña no llegó a entrar. Era la primera agresión del hoy conocido como pederasta de Ciudad Lineal, el hombre que ha tenido en jaque a los cuerpos de seguridad del Estado desde abril del pasado año hasta su detención, este miércoles, en Santander.

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