El CNI catalán preveía crear una célula "contra el españolismo violento” tras el 9-N
El Gobierno catalán no sólo intentó crear unos servicios de inteligencia propios sino que estos tendrían un grupo especial para combatir el “españolismo violento”
El Gobierno catalán no sólo intentó crear unos servicios de inteligencia propios, un CNI catalán, sino que este tendría una división de contrainteligencia y, por si fuera poco, un grupo especial para combatir el “españolismo violento”. Este era una de las estructuras de Estado que los independentistas habían previsto en el proceso de creación de la nueva Cataluña.
Durante meses, la cúpula de la Generalitat negó lo evidente: que el presidente catalán, Artur Mas, intentase crear unos servicios de inteligencia propios del Gobierno catalán. En principio, negó los documentos desvelados por El Confidencial, pero finalmente el propio consejero de Empresa y Empleo, Felip Puig, acabó reconociendo que esos documentos existían y que fueron redactados dentro del Gobierno catalán.
Mas y Puig negaban lo evidente por un motivo: la ley no les permite tener unos servicios de inteligencia, ya que estos son competencia exclusiva del Ministerio de Defensa. Por tanto, hubiesen incurrido en un delito de haberlo intentado.
Sin embargo, en el informe que la Asamblea Nacional Catalana (ANC) encargó a Salvador Cardús, Ramon Folch y Sergi Rovira bajo el título "Estatuir Catalunya", se detalla pormenorizadamente el proceso para construir estos servicios aún antes de proclamar la independencia, ya que deberían ir creando las condiciones del futuro Estado catalán. Casi todas las recomendaciones del informe (que tiene más de 100 páginas) han ido siendo llevadas a la práctica por el Gobierno catalán los últimos dos años.
Así, los independentistas prevén la creación de una agencia de inteligencia. “Para llevar a cabo esta tarea [se refiere al control de amenazas latentes, terrorismo y mafias y control de alianzas estratégicas que no son públicas en política, economía y otros ámbitos], es preciso que la dirección política del país y los actores que la acompañen asuman la necesidad del secreto, tanto en aquello que envuelva la construcción de una inteligencia propia como en las acciones estratégicas emprendidas para construir un Estado propio”.
Eso sería, en otras palabras, el CNI catalán, que Mas ya quiso poner en marcha instalando una célula política en presidencia bajo el control de Xavier Martorell y el centro neurálgico operativo en el Cesicat. Martorell tuvo que dimitir de sus cargos de responsabilidad debido a su vinculación con la agencia Método 3. Y el Cesicat quedó desarbolado tras publicar El Confidencial los documentos secretos sobre la creación de la agencia de inteligencia.
Pero hay más: este CNI catalán tendría “una unidad dedicada a las actividades de contrainteligencia que establecería una política de clasificación de la información de la Administración y de los derechos de acceso siguiendo criterios de inteligencia, así como una unidad especializada en españolismo violento con el objetivo tanto de la obtención de información y de inteligencia como de administrar el ejercicio de la presión policial”.
El control de los Mossos
El informe no descarta una declaración unilateral de independencia. En ese caso, “el Gobierno de Cataluña ha de garantizar el control del orden público en todo momento para permitir que el proceso hacia la soberanía se desarrolle con la máxima normalidad posible, que la población no lo viva caóticamente y para asegurar la credibilidad internacional, ya que la primera cuestión para ser aceptado como Estado es garantizar el control del territorio y la seguridad de las personas”.
Los expertos coinciden en señalar que “la construcción de un Estado pide disponer de tres elementos clave en seguridad y defensa”. Estos son “los efectivos y herramientas necesarias para garantizar en todo momento el control del territorio; una “información amplia y fidedigna del país y del exterior que permita tomar las decisiones adecuadas en cada momento”; y “un modelo de defensa y captación en técnicas militares”. Estos tres elementos serán los que estarán en manos de los Mossos d’Esquadra para convertirlos en los guardianes de la revolución.
Los independentistas cuentan con el hecho de que “en el contexto internacional, es difícil que España haga uso de la fuerza para tomar el control de Cataluña”, aunque reconocen que en una situación de elevada inestabilidad social y con milicias civiles alterando el orden público “podría asumir el control de la seguridad”. De ahí que los Mossos deban prevenir las tensiones y tomar las decisiones más adecuadas “disuadiendo o bloqueando acciones de boicot o de ruptura social”.
“En este proceso, la Policía ha de mantener una inequívoca adhesión a la defensa de Cataluña. Los máximos mandos han de contar con la absoluta lealtad del cuerpo y la cadena de mando ha de ser consciente y no tener ninguna duda. Es preciso haber trabajado esto previamente y tenerlo testado”.
El Gobierno catalán no sólo intentó crear unos servicios de inteligencia propios, un CNI catalán, sino que este tendría una división de contrainteligencia y, por si fuera poco, un grupo especial para combatir el “españolismo violento”. Este era una de las estructuras de Estado que los independentistas habían previsto en el proceso de creación de la nueva Cataluña.
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