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Sigue el derrumbe de Cantoblanco: Arturo pierde todo su negocio en los colegios
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EL LUNES SE SUBASTÓ EL PEÑALAR DE TORRELODONES

Sigue el derrumbe de Cantoblanco: Arturo pierde todo su negocio en los colegios

La gestión del colegio concertado Peñalar, en Torrelodones, era su último bastión. El lunes se subastó y se lo quedó su exsocio, Carlos Madruga.

Foto: El dueño de Cantoblanco, Arturo Fernández (EFE)
El dueño de Cantoblanco, Arturo Fernández (EFE)

Era el último puntal que mantenía de su negocio en colegios concertados en la Comunidad de Madrid. Arturo Fernández perdió el lunes la gestión del Peñalar, un centro educativo de Torrelodones en el que, a partir de septiembre, debería haber depositado 4.000 euros diarios como multa por no construir un polideportivo y un aparcamiento que tenía comprometidos. La subasta se adjudicó al único interesado, la empresa Gecesa, cuyo administrador, Carlos Madruga, fue socio de Fernández en el pasado.

La primera decisión que tomó el nuevo responsable del centro nada más hacerse con las llaves del recinto fue destituir al director, Vidal Sánchez, y colocar en su lugar a Ángel González. Pese al cambio, que se justifica con que un director debe ser un cargo de máxima confianza, los nuevos administradores han manifestado que el comienzo del curso escolar "no se verá alterado por estas circunstancias" y tranquilizan a profesores y alumnos, garantizando que el futuro del centro "está asegurado". En los próximos días, los nuevos titulares tienen previsto reunirse con altos mandos del Ayuntamiento de Torrelodones para buscar una solución al embrollo en el que se encuentra el colegio tras la delicada situación en la que lo dejó Fernández.

El Grupo Cantoblanco y el Grupo Educativo Gecesa eran socios de tres centros educativos repartidos por la región, pero las continuas diferencias entre los socios acabaron por repartir a partes iguales el negociado. El acuerdo al que llegaron fue el de repartirse los centros que compartían al 50%. En un principio, Fernández se quedó con el Peñalar de Torrelodones y el Peñalvento, el colegio concertado que ambos dirigían en Colmenar Viejo y que vendió también a su exsocio en marzo de este año por 4 millones, mientras que Gecesa era la única propietaria del colegio concertado Valdefuentes, que compartían en Sanchinarro.

Sin embargo, dos años después de que deshicieran aquella unión de la que nacieron los tres centros educativos, Gecesa se vio obligada a pagar 1,4 millones de euros para saldar las deudas de Fernández con Hacienda, además de fijar un depósito para la construcción del polémico polideportivo del colegio Peñalar. Pero el Grupo Cantoblanco nunca empezó las instalaciones prometidas y su antiguo socio lo denunció para poder hacerse con el colegio.

La subasta de este lunes se produjo después de que Carlos Madruga solicitase la ejecución de las garantías del centro de Torrelodones, correspondientes a los préstamos a Grupo Cantoblanco. Como finalmente, Fernández no pagó los créditos vencidos y nadie más acudió a la puja, el colegio de Torrelodones ha pasado directamente a manos de Gecesa, que ya es dueña del 100% de todo el imperio educativo que en su día gestó con Fernández.

Un agosto delicado

No ha sido un verano muy tranquilo para el presidente de la CEIM, que el domingo 10 de agosto se dejó ver compartiendo mesa y mantel con la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, en un restaurante asturiano. Esa misma semana, Arturo Fernández no sólo anunció in extremis que dejaba sin servicio a la Asamblea de Madrid, sino que también echó el candado las cafeterías que gestiona en los centros de trabajo de Orange y la Escuela de Organización Industrial (EOI), según denunció Comisiones Obreras. Estos cierres suponen el despido de 40 trabajadores, según los cálculos que maneja el sindicato.

Era el último puntal que mantenía de su negocio en colegios concertados en la Comunidad de Madrid. Arturo Fernández perdió el lunes la gestión del Peñalar, un centro educativo de Torrelodones en el que, a partir de septiembre, debería haber depositado 4.000 euros diarios como multa por no construir un polideportivo y un aparcamiento que tenía comprometidos. La subasta se adjudicó al único interesado, la empresa Gecesa, cuyo administrador, Carlos Madruga, fue socio de Fernández en el pasado.

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