El ‘no’ a Juncker abre una grieta entre los socialistas españoles y los europeos
No dejo de preguntarme”, dice Ramón Jáuregui, “si el ‘no’ a Juncker será el no de los antieuropeos, el de Le Pen y Nigel Farage.
“No dejo de preguntarme”, sostenía ayer mismo el veterano eurodiputado socialista Ramón Jáuregui, “si ese es nuestro lugar en el Parlamento que les he descrito, donde el ‘no’ a Juncker será el no de los antieuropeos, el de Le Pen y Nigel Farage. ¿Es ese nuestro sitio?"
Las palabras de Jáuregui, el cerebro de la última Conferencia Política del PSOE, publicadas en su blog personal, reflejan el desgarro que ha supuesto en el seno del grupo socialista el voto negativo hacia la candidatura del nuevo presidente de la Comisión Europea. Sin duda, por imposición del próximo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, quien formalmente todavía no lo es hasta que lo decida el Congreso.
El desgarro, sin embargo, no sólo afecta a la vida interna del PSOE, sino a su relación con el resto de europarlamentarios de la bancada socialista, donde muy pocos entienden que hace cinco años Rodríguez Zapatero diera órdenes de apoyar a Durão Barroso –que formaba parte del bloque que propició la invasión de Irak– como presidente de la Comisión Europea, mientras que ahora se le retira el apoyo a un europeísta convencido como es Juncker, que ayer, como sostiene una dirigente socialista, hizo un discurso “socialcristiano”.
La contradicción es tan flagrante, como asegura alguien del propio grupo, que los socialistas españoles apoyaron durante la campaña que el ganador de las elecciones fuera necesariamente el presidente de la Comisión Europea, y ahora, paradójicamente, lo que se hace es votar en contra de quien venció en aquellos comicios.
Como se ve, muchas contradicciones que han llevado al grupo socialista español –14 miembros– al límite de las discusiones internas. Sobre todo cuando a primeras horas de la mañana de este martes ni siquiera estaba claro que la candidatura de Juncker saliera adelante con la holgura política –no la aritmética– que se requiere para este tipo de votaciones. De hecho, una parte de la delegación francesa llegó finalmente a abstenerse. Aunque tampoco hay que olvidar que el socialdemócrata alemán Martin Schulz es presidente del Parlamento con el voto conservador y ayer el germanohizo un encendido elogio del propio Juncker.
Lo relevante, sin embargo, no es la elección. Por el contrario, lo que queda es la foto fija del 15 de julio en Estrasburgo. Socialdemócratas europeos, una parte de los liberales y, por supuesto, los conservadores se han retratado juntos en favor del ex primer ministro luxemburgués; mientras que, en la otra parte del negativo, se han situado antieuropeístas y antisistema, además de los socialistas españoles más los laboristas británicos.
Pragmatismo europeo
¿Qué consecuencias tendrá esto para el rosario de nombramientos que hay que hacer ahora en la UE? Todavía es pronto para saberlo. Pero lo que está claro es que la posición de España se debilita. Y aunque es cierto que en la Unión Europea lo que prevalece es el pragmatismo, sobre todo teniendo en cuenta la personalidad de un veterano político como es Jean-Claude Juncker que ha visto casi todo, lo cierto es que la posición del grupo socialista es delicada. Entre otras cosas porque la UE se administrará en el próximo quinquenio como un gran gobierno de coalición entre socialdemócratas y conservadores, y los socialistas españoles corren el riesgo de quedarse al margen de la política de pactos, tan habitual en Centroeuropa. Entre otras cosas porque tiene que vigilar la izquierda de su espacio político, ahora amenazado por Podemos e Izquierda Unida, algo que sin duda está detrás de la orientación de su voto.
Como asegura alguien que conoce muy bien los entresijos de Estrasburgo, “la confrontación tiene un coste”, y aunque ese clima se puede arreglar durante las votaciones sobre el presupuesto comunitario, lo cierto es que “en Europa nada se olvida”, sostiene.
Gracias a ese acuerdo, los socialdemócratas europeos gobernarán puestos clave, como la presidencia del Parlamento Europeo o la cartera de Asuntos Económicos. Y aquí es donde surge el dilema socialista. O apoyar en la Eurocámara la legislación que les llegue desde Bruselas o ser coherentes con la votación de ayer, en la que Juncker ni siquiera obtuvo el beneficio de la duda. Una abstención era, inicialmente, la postura de algunos europarlamentarios socialistas, pero finalmente salió el ‘no’ tras tomar Pedro Sánchez las riendas del partido.
Hoy, miércoles, en todo caso, comenzará formalmente la gran negociación de cargos en el mercadeo del Consejo Europeo. Y nada está claro. Entre otras cosas por ausencia de paridad en las propuestas que han hecho los Gobiernos nacionales. La inmensa mayoría son hombres, y ese es un problema que no es fácil de resolver en Europa, donde la paridad forma parte de la cultura política.
¿Qué quiere decir esto? Pues que el nombramiento de Miguel Arias Cañete como comisario no pareceestarasegurado. Y ayer corría el rumor de que se le podría ofrecer una cartera de mayor rango a España en caso de que Rajoypropusiera el nombre de una mujer en lugar del exministro de Agricultura.
“No dejo de preguntarme”, sostenía ayer mismo el veterano eurodiputado socialista Ramón Jáuregui, “si ese es nuestro lugar en el Parlamento que les he descrito, donde el ‘no’ a Juncker será el no de los antieuropeos, el de Le Pen y Nigel Farage. ¿Es ese nuestro sitio?"