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La avaricia de Iñaki Urdangarin aboca a un juicio en el que todos pierden
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La avaricia de Iñaki Urdangarin aboca a un juicio en el que todos pierden

La peor pesadilla de la Infanta Cristina se podía haber evitado. Su marido, Iñaki Urdangarin, tuvo en su mano hace dos años haber zanjado el asunto

Foto: Iñaki Urdangarin llegando al juzgado de Palma el 23 de febrero de 2013 (Gtres)
Iñaki Urdangarin llegando al juzgado de Palma el 23 de febrero de 2013 (Gtres)

La peor pesadilla de la Infanta Cristina se podía haber evitado. Su marido, Iñaki Urdangarin, tuvo en su mano hace dos años haber zanjado el asunto pero su avaricia le ha abocado no sólo a tener un pie en la cárcel sino que ha destrozado a su mujer, quien se ha visto salpicada judicialmente y ha tenido que sufrir el abandono público por parte de su familia.

El 'caso Nòos' es una historia en la que todos han perdido. Cuando en noviembre de 2011 saltaba el nombre de Urdangarin dentro de la investigación de Palma Arena, centrada en la gestión del expresidente balear, Jaume Matas, tanto el juez José Castro como el fiscal de Anticorrupción no dudaron niun solo instante en averiguar qué había detrás del yerno del que fuera Rey de España.

Al descubrir que se podía haber embolsado hasta seis millones de euros en contratos obtenidos ilícitamente a través del Instituto Nòos (una fundación sin ánimo de lucro) desde varios gobiernos autonómicos, principalmente el balear y el valenciano, la mecánica judicial comenzó a funcionar. Registros en empresas relacionadas con el Instituto en Barcelona y Valencia y en el domicliio del socio de Urdangarin, Diego Torres, así como un interrogatorio de 21 horas al marido de Cristina de Borbón fueron algunos de los pasos dados por el juez de Palma.

Fuentes próximas a Urdangarin en esos momentos previos a la declaración, en febrero de 2012, reconocen que por una metedura de pata del exdeportista olímpico el asunto pasó de ser un caso muy pequeño y casi sin pruebas al mayor escándalo de corrupción relacionado con la Monarquía. Para aquellas personas cercanas al asunto, el interrogatorio de Urdangarin fue un estrepitoso desastre. Sus asesores le habían concienciado para aprenderse hasta el último detalle de la declaración. Le habían estado preparando al dedillo para que no hubiera ningún error. Todo giraba en torno a un malentendido burocrático relacionado con la fundación subsanable e incluso podía estar amparado por la ley.

Pero el yerno de Juan Carlos I se sentó frente a Castro y no siguió la línea defensiva preparada. Culpó al instructor y fiscal de ir a por él sin pruebas. Fue su perdición. El juez abrió una pieza separada y no dudó en averiguar todo lo que había tras el Instituto Nòos. Y cuanto más se investigaba, más asuntos turbios aparecían. Aún así, le dieron la opción de devolver el dinero obtenido ilícitamente de contratos públicos y zanjar el asunto. Por activa y por pasiva le intentaron convencer de que su mejor opción era entregar el dinero y evitar una crisis en la Casa Real. Pero su avaricia se lo impidió. Se negó a pactar con la Fiscalía; se negó a devolver el dinero, llevándose por delante a su mujer y a toda la institución.

La imagen de la Monarquía no pasaba por sus mejores momentos y un caso de corrupción en el seno de la familia real provocó un cisma que ha acabado con al abdicación del Rey. En un principio, la Casa Real tampoco podía imaginar que el caso fuera tan lejos. Se había descubierto que Urdangarin se había aprovechado de su relación con la familia real para que las administraciones públicas abrieran el cajón del dinero y desfalcaran a las arcas públicas. En 2006, el monarca empezó a sospechar de su yerno y le obligó a desvincularse de Nòos y de Torres. Pero de nuevo, la avaricia pudo con él.

'Sálvese quien pueda'

Convenció a su mujer para crear una sociedad familiar desde la que gestionar sus ingresos y esa fue la perdición de la Infanta. Cristina de Borbón se convirtió en la propietaria al 50% de Aizoon. En un principio, en esa sociedad ingresaba su marido el dinero que obtenía por asesorar a varias empresas y ella tenía una tarjeta de crédito desde la que hizo gastos personales. En 2012, Castro consideró que la Infanta desconocía los 'tejemanejes' de su marido y no se la podía criminalizar por el simple hecho de ser su cónyuge.

Durante un año, Castro maduró su decisión y finalmente concluyó que su primera tesis era incorrecta. Ella tenía que saber que su marido presuntamente había malversado, traficado con influencias y había ocultado ingresos a la Hacienda Pública. Es más, para el magistrado, la hija de el Rey abdicado era cómplice de todo, había blanqueado el dinero obtenido de actividades delictivas y había facilitado y consentido que su marido defraudara a Hacienda.

Mientras tanto, el exsocio de Urdangarin hacía la batalla por su parte. Habían decidido dividirse y declararse la guerra. Bajo el lema 'Sálvese quien pueda' comenzaron las incriminaciones del uno hacia el otro. Torres extrajo de la cuenta decorreo electrónico del exdeportista todos los 'emails' enviados durante años, no sólo para probar que la Casa Real estaba al tanto de las actividades de éste sino para hacer públicas las supuestas infidelidades de su exsocio a su mujer.

Todos han perdido

Dos años y medio después, este asunto no ha traído nada bueno a nadie. La negativa de Urdangarin a devolver el dinero le ha llevado a que el juez Castro haya cerrado la investigación acusándole de la comisión de 25 delitos y la Fiscalía va a pedir en el juicio penas de cárcel suficientes para que ingrese en prisión. No solo eso, sino que su mujer, Cristina de Borbón, también irá a juicio acusada de dos delitos fiscales y uno de blanqueo de capitales si la Audiencia Provincial de Palma no dice lo contrario.

Además, la travesía contra la Infanta se ha llevado por delante la buena relación de amistad entre el magistrado y el fiscal. Los dos han trabajado juntos desde el principio con muy buena sintonía y una estrecha amistad personal hasta que Castro cambió su rumbo y le anunció que iba a ir contra la hermana del Rey Felipe VI. El fiscal Pedro Horrach vivió esa decisión como una traición. Había cambiado de planes a mitad de camino. Ya estaba hablado que no había indicios contra ella pero, sin embargo, el juez cambió de parecer.

Los dos han luchado convencidos que su criterio es el correcto y eso se ha llevado por delante su relación, ahora ya inexistente. El colofón ha sido esta semana. El fiscal hacía un escrito durísimo en contra de la imputación de la Infanta y acusaba a Castro de tener una idea preconcebida y dejarse llevar por la influencia de los medios de comunicación sin tener indicios de criminalidad contra ella. El recurso era tan duro que el propio juez ha instado a su compañero a denunciarle por prevaricación.

Públicamente, Castro está respaldado pero para su carrera es una mancha que la Fiscalía le acuse de tan graves hechos. No sólo eso: si la Audiencia Provincial de Palma revoca su auto -decisión que podría llegar a finales del mes de julio y si no ya en septiembre- será un duro golpe para su último gran caso antes de su jubilación. Por su parte, el fiscal ha sido vapuleado por la opinión pública que cree que su único afán es proteger a la Monarquía y seguir órdenes de la Fiscalía General del Estado y ésta a su vez del Gobierno. Incluso, desde algunos medios se llegó a publicar que iba a ser recompensado por los servicios prestados con un cargo.

Sin embargo, fuentes próximas a éste no sólo desmienten este extremo sino que aseguran que desde hace tiempo tenía planeado dejar el Ministerio Fiscal, salida que se hará efectiva cuando acabe el juicio por el 'caso Nòos'. Horrach proviene de una familia acomodada de Palma de Mallorca y desde hace un tiempo ha tomado la decisión de retirarse profesionalmente.

Estas fuentes sostienen que el fiscal ha defendido desde el principio la inocencia de la Infanta porque está plenamente convencido de ello. Éticamente es reprochable lo que la hija de Juan Carlos I ha hecho porque siendo quien es tenía que haber sido más exquisita con sus cuentas pero penalmente no es reprobable. Así, recuerdan que cuando decidieron destapar a Urdangarin -algo impensable en aquel momento-, cuando éste era el yerno perfecto del Rey, se le acusó desde algunos sectores de querer ensuciar la imagen de la Monarquía y paradójicamente ahora es todo lo contrario.

Así, la conclusión del 'caso Nòos' es que nadie ha ganado: La Monarquía, desestabilizada; la Infanta, imputada; Urdangarin, con la amenaza de la cárcel; juez y fiscal, enfrentados; y las arcas del Estado, a la espera de poder recuperar el dinero sustraído.

La peor pesadilla de la Infanta Cristina se podía haber evitado. Su marido, Iñaki Urdangarin, tuvo en su mano hace dos años haber zanjado el asunto pero su avaricia le ha abocado no sólo a tener un pie en la cárcel sino que ha destrozado a su mujer, quien se ha visto salpicada judicialmente y ha tenido que sufrir el abandono público por parte de su familia.

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