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Los gestos de Felipe VI delataron su nerviosismo el día de la proclamación
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COMUNICACIÓN NO VERBAL

Los gestos de Felipe VI delataron su nerviosismo el día de la proclamación

Hay algo que se escapó al encorsetamiento, a la programación ajustada: los gestos, las miradas, la comunicación no verbal de Felipe de Borbón

Foto: Los reyes saludan desde el Palacio Real. (Efe)
Los reyes saludan desde el Palacio Real. (Efe)

“No se improvisó nada”. “Todo estaba muy pensado”. Así definía la Casa Real los actos de proclamación de Felipe VI sólo unos días después de que la capital madrileña se engalanara para la ocasión. Pero hay algo que se escapó al encorsetamiento, a la programación ajustada y milimétrica: los gestos, las miradas, la comunicación no verbalde Felipe de Borbón ydel resto de los miembros de la Familia Real.

¿Se puede saber qué pensamientos pasaban por la cabeza del nuevo rey en el momento en el que su padre le colocaba el fajín militar? ¿Somos capaces de averiguar su estado de nerviosismo en el momento en el que tuvo que pronunciar su primer discurso ante el Congreso? Lo intentamos con la ayuda de Ángel Lafuente, profesor asociado de la Universidad de Navarra, y especialista en oratoria y en comunicación no verbal.

El primer momento, colocación del fajín

Fue el más simple pero también el más significativo. El padre cedía a su hijo el fajín que le convertía en jefe supremo de todos los Ejércitos. Fue el acto, también, más íntimo, con la única presencia de seis miembros de la familia, además de los periodistas convocados.

En este caso, Lafuente apunta a que el Rey saliente aparece con “mirada atenta, transmitiendo sutiles instrucciones que completaban el protocolo establecido”, lo que “acredita la solvencia en el oficio”. La torpeza que se aprecia en Don Juan Carlos, sin embargo, “humaniza la escena” protocolizada.

Tras el momento del fajín, padre e hijo acaban mirándose en lo que parece un intento por decirse algo sin palabras. “Cabe aventurar que en estas miradas el padre toma conciencia de la gravedad de su decisión de abdicar, así como la nostálgica liberación de las responsabilidades de Estado”. Por su parte, los ojos de Felipe VI desvelan “la asunción de sus funciones”, según Lafuente.

Unabrazo y una inclinación de cabeza por parte de los doses la anécdota de la jornada. Ambos, monarcas, inclinan la cabeza ante el otro, “hasta que el nuevo rey cae en la cuenta de que era a él a quien le correspondía recibir pleitesías”. Éste es un detalle revelador para el profesor, porque “descubre el ajuste psicológico a la ‘majestad’ que debe realizar Felipe VI”.

Lo más institucional, el Congreso

Las palabras del monarca han sido sesudamente analizadas por especialistas y asistentes. “Dio la talla”, sentencia este especialista en oratoria.“Desde el punto de vista de la comunicación integral, la verbal unida a la no verbal fue un ejemplo”, explica Lafuente. Eso sí, le pone un pero, "la falta de más ensayos para prememorizar el texto; lo que le hubiera permitido dedicar miradas más prolongadasal público, administrar mejor los silencios tras las ideas capitales y evitar los balbuceos”.

De la escena, también destaca la reina Letizia, cuya expresión gestual, con los ojos muy abiertos en ciertos momentos de la oratoria también pusieron énfasis al momento histórico.No faltaron las caricias a sus hijas, que humanizaron a quien ha sido criticada durante años por su frialdad.

La ausencia del Rey en este escenario es, para Lafuente, un acierto. “Su peso en la memoria de los españoles es tan fuerte que hubiera restado protagonismo a su hijo y transmitido la imagen de una monarquía tutelada”.

Afecto en el Palacio Real

El paseo por el centro de la capital dio paso a la salida al balcón en el Palacio Realde toda la familia. Todo se mide en este momento: el orden de las apariciones, la retirada a tiempo y hasta las muestras de cariño entre la familia. “Gestos que podrían significar la superación de dificultades, eincluso la apertura a algún perdón sincero”, se atreve a aventurar Lafuente.

“No se improvisó nada”. “Todo estaba muy pensado”. Así definía la Casa Real los actos de proclamación de Felipe VI sólo unos días después de que la capital madrileña se engalanara para la ocasión. Pero hay algo que se escapó al encorsetamiento, a la programación ajustada y milimétrica: los gestos, las miradas, la comunicación no verbalde Felipe de Borbón ydel resto de los miembros de la Familia Real.

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