Gancho de izquierda de Podemos al mentón de IU: del desconcierto a la convergencia

Tarde del lunes 26 de mayo. Hace tan sólo unas pocas horas se han conocido los resultados de las Elecciones Europeas del 25-M. En Izquierda Unida hay motivos de satisfacción, pero contenidos e incompletos. La formación de Cayo Lara acaba de recibir un espaldarazo espectacular en las urnas –seis diputados–, pero un rival inesperado, Pablo Iglesias con su bisoño Podemos, le ha robado la luz de los focos en la foto finish de la noche electoral. A algún dirigente comunista se le escapa por la boca, queriendo o sin querer, su malestar revestido de preocupación: “Todos los días desde hace años partiéndonos la cara, trabajando y, ahora, esto”. ‘Esto’ es Podemos, claro.

El ambiente en la Ejecutiva Federal de esa tarde es de profundo desconcierto entre los miembros del organigrama. Izquierda Unida disponía de su propio estudio demoscópico. Un trabajo realizado por una empresa del sector que asignaba entre cero y un escaños en el Parlamento Europeo al partido de Iglesias, muy lejos de los cinco diputados que le otorgó el recuento de papeletas. La realidad vuelve a dejar en mal lugar a las encuestas.

El descoloque por la irrupción de Podemos en el arco europeo y en el escenario político español dura poco; lo que se tarda en encajar un gancho de izquierda propinado por la extrema izquierda. El desconcierto abre el camino al análisis: “¿De dónde han salido esos votos?”, porque a nadie se le escapa que en Izquierda Unida piensan que se trata de un granero que se encuentra, ideológicamente, dentro de su territorio.

Sobre la mesa de la Ejecutiva de IU quedó la propuesta firme de poner los medios para conocer el origen real de estos votantes. Pero para eso hace falta dinero, y en IU no están para tirar cohetes. ¿El porqué de este interés? “La mayoría de las bases de Izquierda Unida quiere buscar puntos de encuentro con Podemos. Todos estamos pendientes de esto, sobre todo a la vista de que sus resultados son homogéneos en toda España y no sólo algo que suceda en una provincia en concreto en la que, por lo que fuera, pudieran tener más influencia”, dice un dirigente de Izquierda Unida a El Confidencial.

“Entre los que eran votantes del PSOE hay gente que recela de nosotros por nuestra raíz comunista y que ven a UPyD como un grupo vinculado a la derecha. Parte de estos votos pueden haber ido a Podemos”, indica la misma fuente. “Además, en todo el grupo de abstencionistas que ellos han recogido hay una parte que está muy escorada a la extrema izquierda, que es muy difícil que recale en Izquierda Unida”. Vivir para ver: la izquierda política española preocupada por el hecho de que alguien del más allá se haga un hueco.

Probablemente, el 7 de junio habrá reunión de la Presidencia Federal de IU. Y allí podrán arrimarse sardinas a las ascuas. José Luis Centella, Gaspar Llamazares, Montserrat Muñoz, Antonio Cortés, Willy Meyer, Cayo Lara y muchos más son partidarios, de saque y a bote pronto, de “estudiar en profundidad elementos de convergencia/confluencia con Podemos”, según las fuentes consultadas por este periódico. “Nosotros hacemos el discurso del bloque social de progreso y, dentro de él, trabajamos para llegar a una colaboración con otras formaciones como Equo, Compromís... Nadie en la Ejecutiva del lunes verbalizó una reacción contraria a buscar acuerdos con Podemos. Eso es así”.

¿Una prueba de ello? Izquierda Unida ha dado su beneplácito para que Podemos se pueda integrar en su grupo parlamentario de la izquierda europea. Y no es baladí, ya que para admitir a un partido en un grupo europeo es condición previa el permiso de la formación de ese país que ya forma parte del conglomerado. Izquierda Unida lo ha dado.