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Adolfo Suárez logra en la catedral de Ávila la 'concordia' entre Rajoy y el clan de Aznar
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Adolfo Suárez logra en la catedral de Ávila la 'concordia' entre Rajoy y el clan de Aznar

Mariano Rajoy y José María Aznar se dieron la paz en la misa previa al entierro de Adolfo Suárez en el claustro de la catedral de Ávila

Foto: Mariano Rajoy (d) saluda al expresidente José María Aznar (i) en presencia del presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera. (EFE)
Mariano Rajoy (d) saluda al expresidente José María Aznar (i) en presencia del presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera. (EFE)

Adolfo Suárez quiso llevar hasta en la lápida de su tumba en la catedral de Ávila el afán por el entendimiento con que condujo la etapa de la Transición. “La concordia fue posible” es el epitafio que eligió para su eterno descanso. Mariano Rajoy y José María Aznar se dieron la paz en la misa y estuvieron juntos, con la familia del expresidente del Gobierno, en el momento más íntimo del entierro, cuando los restos de Suárez fueron depositados en el claustro con los de su esposa, Amparo Illana.

La misa y entierro del primer presidente de la democracia en la catedral de la capital abulense reunió a exministros y exdirigentes de UCD y del PP, los que más de cerca trataron a Suárez. Desperdigados en los bancos del templo se mezclaron Marcelino Oreja con su sobrino Jaime Mayor Oreja, Rodolfo Martín Villa, Manuel Núñez, Ángel Acebes, Luis de Grandes y Francisco Camps, entre otros. La mayoría, antiguos dirigentes del partido centrista de Suárez que Aznar incorporó a la dirección del refundado Partido Popular a partir de 1990, cuando se puso al frente de la formaciónlevantadapor Manuel Fraga y logró unir en sus siglas a todo el centroderecha.

Los miles deabulenses reunidos en los aledaños de su catedralaplaudieron a la llegada del féretro de Adolfo Suárez y al detalle de última hora de Mariano Rajoy de incorporarse al funeral. Antes hicieron lo propio con José María Aznar, exdiputado cunero por Ávila (en 1982 y 1986), la circunscripción en la que empezó su carrera en la política nacional bajo la tutela del entonces presidente provincial de Alianza Popular, Feliciano Blázquez.

El presidente del Gobierno no tenía previsto acudir a Ávila, misión encomendada a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Por la mañana, pese a presidir el acto de homenaje y despedida del exjefe del Ejecutivo en el Congreso, decidió prolongar su presencia en todas las ceremonias siguientes. Encabezó el cortejo fúnebre a pie desde la Carrera de San Jerónimo hasta la plaza de Cibeles y después viajó hasta Ávila para estar presente cuando llegaran al templo los restos del presidente de la Transición.

Aznar tenía decidida y anunciada desde el principio su presencia en la catedral de la capital abulense. El exjefe del Ejecutivo presume de una especial vinculación con la provincia y los dirigentes locales del PP y también con Adolfo Suárez Illana, a quien convenció en 2003 para que encabezara la candidatura de los populares a la presidencia de la Junta de Castilla-La Mancha. Esperó dentro del templo la llegada del féretro, en la primera fila de las autoridades, donde después le flanquearon Rajoy y el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera.

Después de la ceremonia, el jefe del Ejecutivo se volvió a Madrid y José María Aznar se quedó a almorzar hasta media tarde con el clan abulense del PP: el exministro, exsecretario general del PP (con Aznar y con Rajoy) y exalcalde de la ciudad Ángel Acebes, el exdiputado Feliciano Blázquez, los actuales diputados Sebastián González y Pablo Casado (exasesor de Aznar) y el portavoz adjunto del Grupo Popular en el Senado, Antolín Sanz.

El entierro de Suárez en Ávila sirvió para que Aznar y Rajoy recuperan por un día la concordia y para que uno de los clanes políticos del PP con más influencia de la etapa de Aznar se volviera a reunir para recordar viejos tiempos.

Adolfo Suárez quiso llevar hasta en la lápida de su tumba en la catedral de Ávila el afán por el entendimiento con que condujo la etapa de la Transición. “La concordia fue posible” es el epitafio que eligió para su eterno descanso. Mariano Rajoy y José María Aznar se dieron la paz en la misa y estuvieron juntos, con la familia del expresidente del Gobierno, en el momento más íntimo del entierro, cuando los restos de Suárez fueron depositados en el claustro con los de su esposa, Amparo Illana.

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