Del obstáculo de la "mayoría natural" de Fraga a la absorción por el PP de Aznar
Cuando Aznar formó su primer equipo de dirección del PP, los veteranos de AP decían que si Suárez hubiera entrado en Génova podría haber presidido un Consejo de Ministros de UCD
Cuando José María Aznar formó su primer equipo de dirección del refundado PP en abril de 1990, los veteranos de Alianza Popular comentaban que si Adolfo Suárez hubiera entrado entonces en la sede de Génova podría haber presidido un Consejo de Ministros de UCD. El centro derecha español empezaba su propia transición con lo que se llamó el giro al centro, la renovación generacional y la absorción de las viejas figuras de la amalgama de partido centrista con que Suárez levantó el régimen democrático en 1977.
Aznar, que reconoce haber votado a UCD y no a AP en los primeros comicios, incorporó ocho exministros suaristas, más otros muchos exdirigentes de la UCD. Pío Cabanillas, Marcelino Oreja, Rodolfo Martín Villa, Luis Gámir, José Manuel Otero Novas, Manuel Núñez, Soledad Becerril, José Luis Álvarez, Rafael Arias-Salgado, José Pedro Pérez Llorca y Gabriel Cisneros, entre otros antiguos ucedistas, se integran en las filas del PP. Democristianos, liberales y azules se suman al proyecto del Partido Popular.
José María Aznar dejó sin espacio político a un Centro Democrático y Social (CDS) ya menguante, pero que había frenado durante dos legislaturas la “mayoría natural” que Manuel Fraga propugnó como alternativa a la hegemonía de Felipe González. El nuevo presidente del PP tenía por delante la misión en que había fracasado Suárez y que le costó la dimisión en 1981: articular una fuerza política que agrupara (unida) a todo el centro derecha nacional como alternativa al Partido Socialista.
Adolfo Suárez desmontó el régimen franquista del que procedía, levantó el primer régimen plenamente democrático e integrador de la historia de España, ganó las elecciones constituyentes de 1977 y después de las ordinarias de 1979, ya con el mensaje del miedo ante una posible victoria de la izquierda. El PSOE de Felipe González no se lo perdonó y replicó con la primera gran operación de acoso y derribo que desgastó al entonces jefe del Ejecutivo, aunque menos que la propia división interna en la UCD.
El resentimiento y la incomprensión de los años ochenta
Son los años ahora más recordados (1977-1981) en el unánime elogio con que es despedido Adolfo Suárez por todas las fuerzas políticas. Pero entre la barrida electoral del PSOE en 1982 y su retirada como presidente del CDS en 1991, hay casi una década de resentimiento e incomprensión hacia su persona en ese centro derecha con el que gobernó y trajo la democracia. Es una herida que no acaba de cerrarse del todo y forma gráfica hasta que el expresidente del Gobierno acude en 2003 a apoyar a su hijo, Adolfo Suárez Illana, a un mitin del PP. Aznar había convencido al heredero del protagonista de la Transición para que encabezara la lista de los populares a la presidencia de la Junta de Castilla-La Mancha.
La Alianza Popular de Manuel Fraga y el CDS de Suárez hicieron su particular travesía del desierto electoral entre 1982 y 1989 sin conseguir sus objetivos. AP y su Coalición Popular fracasaron en su reto de convertirse en alternativa de gobierno: Fraga no pasó nunca del 25% de los votos. El CDS se quedó en el 9%: el centro de Suárez a secas no daba para más.
El fundador de Alianza Popular propugnaba el principio de la “mayoría natural” del centro derecha para llegar al poder, pero él mismo se acabó por dar cuenta de que por pasado, edad y temperamento era un obstáculo para articular una alternativa. No sumaba ni a los afines. Suárez no admitía pactos electorales con la derecha fraguista y sus casi dos millones de votos, como la propia figura de Fraga, se convirtieron en un cómodo colchón para el PSOE. González se enfrentaba a un adversario dividido e incapaz de entenderse. Todo empieza a cambiar en 1989, cuando los concejales de Coalición Popular y el CDS pactan en Madrid una moción de censura contra el alcalde socialista Juan Barranco que da el cargo a Agustín Rodríguez Sahagún, mano derecha de Suárez.
El fracaso de 1989 hasta en Ávila y la retirada
En las elecciones generales siguientes, el CDS pasa de 19 a 14 escaños y José María Aznar se convierte en el jefe del principal partido de la oposición. El partido de Suárez pierde hasta en su feudo de Ávila, donde se impone el candidato de los populares, Feliciano Blázquez. El expresidente del Gobierno empieza la retirada mientras su fiel José Ramón Caso intenta sostener el partido. Se aburre, apenas va por la sede y ni acaba la legislatura. Entonces se consagra a la familia: su mujer y su hija se enfrentan al cáncer.
En 1991, Adolfo Suárez se retira mientras Aznar empieza a cuajar la primera alternativa seria de gobierno con un obsesivo mensaje de giro al centro. En los comicios de 1993 el PSOE vuelve a ganar, pero el PP logra el objetivo de agrupar el voto del centro derecha. El CDS sobrevive algunos años fuera del Parlamento y sus restos se integran en 2005, ya con Mariano Rajoy, en el Partido Popular. Desde 1996 el PP se había convertido en la UCD que no pudo ser en 1981.
Cuando José María Aznar formó su primer equipo de dirección del refundado PP en abril de 1990, los veteranos de Alianza Popular comentaban que si Adolfo Suárez hubiera entrado entonces en la sede de Génova podría haber presidido un Consejo de Ministros de UCD. El centro derecha español empezaba su propia transición con lo que se llamó el giro al centro, la renovación generacional y la absorción de las viejas figuras de la amalgama de partido centrista con que Suárez levantó el régimen democrático en 1977.