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La Guardia Civil abre la mano en el último asalto en Melilla tras la polémica de la valla
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La Guardia Civil abre la mano en el último asalto en Melilla tras la polémica de la valla

La crisis por la muerte de al menos 15 inmigrantes en aguas de Marruecos cuando trataban de acceder a Ceuta la semana pasada ha provocado una enorme inquietud entre los guardias civiles

La crisis por la muerte de al menos 15 inmigrantes en aguas de Marruecos cuando trataban de acceder a Ceuta la semana pasada ha provocado una enorme inquietud entre los guardias civiles encargados de proteger el perímetro fronterizo de las ciudades autónomas. Los agentes, que aseguran estar completamente desbordados por la avalancha de inmigrantes que intentan acceder a Europa por las puertas más meridionales del continente, han decidido evitar el uso del material antidisturbios hasta que el Ministerio del Interior o la Dirección General de la Guardia Civil no clarifiquen en qué supuestos debe utilizarse y de qué manera. En el último salto, que tuvo lugar este mismo lunes en Melilla, ningún agente recurrió a las pelotas de goma o los botes de humo para tratar de frenar a los 250 inmigrantes indocumentados que trataron de acceder a territorio nacional. En ningún momento se utilizó material antidisturbios, según confirmaron a este diario fuentes de la delegación del Gobierno en la ciudad norteafricana. Y al menos 150 lograron entrar en España.

El uso del material antidisturbios está en el centro de la polémica que ha acompañado a la última gran tragedia de la inmigración. Las ONG denunciaron que en el salto a la valla de Ceuta de la semana pasada la Guardia Civil había disparado botes de humo y pelotas de goma contra los inmigrantes que trataban de alcanzar la costa española, y que esas medidas disuasorias habían influido en la muerte por ahogamiento de 15 de ellos. El director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, negó esas acusaciones. De hecho, rechazó tajantemente que se hubieran disparado pelotas de goma y botes de humo al mar. Pero el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, corrigió esa versión el pasado jueves en el Congreso y admitió que además de las pelotas de goma y los botes de humo también se han habían lanzado al agua proyectiles de fogueo. El PSOE ha exigido la dimisión del ministro

La intensidad del foco que se ha colocado sobre el triste episodio de Ceuta ha extendido la incertidumbre entre los agentes de la Guardia Civil que se encargan de la vigilancia del perímetro fronterizo. Según fuentes del Instituto Armado de ambas ciudades, los agentes han decidido evitar por todos los medios a su alcance el uso del material antidistubios hasta que el Ministerio del Interior o la Dirección General de la Guardia Civil no especifiquen con claridad en qué casos deben utilizarse estos instrumentos para repeler los intentos de acceder a territorio nacional y, también, con qué intensidad deben emplearse.

Evitar que se repitan las imágenes de Ceuta

Los efectos de esta decisión ya se notaron este lunes en Melilla. Los agentes de la Guardia Civil que acudieron a las 6.30 horas de este lunes al punto en el que se produjo el asalto decidieron no utilizar ningún instrumento antidisturbios para evitar que triunfara. El resultado fue que al menos 150 de los 250 inmigrantes que lo intentaron consiguieron finalmente su objetivo, según reconoció en una nota de prensa la Delegación del Gobierno en Melilla. Los otros 100 no pasaron a España porque fueron retenidos por la policía marroquí.

Hasta ahora, la Guardia Civil se ha había enfrentado a grupos mucho mayores –ha habido asaltos protagonizados por grupos de hasta 1.000 inmigrantes– con una tasa de éxito más elevada, pero los agentes decidieron ejercer menor fuerza que en otras ocasiones para evitar que se repitieran escenas como las de Ceuta. La propia ONG que filmó y denunció la actuación del Instituto Armado en el asalto de la semana pasada, la asociación Prodein, reconoció ayer que los agentes apenas habían reprimido esta última entrada masiva en territorio nacional. Tan sólo cinco inmigrantes de los 150 que llegaron a España presentaban lesiones de carácter leve, ninguna de ellas como consecuencia de la actuación policial.

No se ha dado ninguna orden

Oficialmente no se ha dado ninguna orden a los agentes para que relajen su respuesta. Un portavoz del Ministerio del Interior aseguró ayer que ni este departamento ni la Dirección General de la Guardia Civil han dado instrucción alguna para prohibir el uso de pelotas de goma o botes de humo en la valla o en el mar. Pero guardias civiles destacados en la zona aseguran a este diario que se ha dejado de utilizar ese material por las serias dudas sobre su legalidad que ha ocasionado la muerte de los 15 inmigrantes.

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Fuentes policiales aseguran que el Ministerio del Interior sí ha tomado la decisión de reforzar la presencia de agentes de la Guardia Civil en el perímetro de las ciudades autónomas. En las próximas horas se enviaran agentes desde la Península para elevar los recursos humanos de ambas comandancias. En concreto, según las mismas fuentes, se desplazará a Ceuta a medio centenar de guardias civiles, mientras que en el caso de Melilla la cifra está aún por determinar.

Un laberinto de iniciativas contra la inmigración

Desde que el PP llegó a la Moncloa, Interior ha anunciado numerosas medidas para combatir la entrada ilegal de personas en Ceuta y Melilla, pero siempre ha cedido la iniciativa a los acontecimientos. Las barreras de protección contra vehículos se instalaron después de las entradas en España con coches kamikaze. Y el debate sobre la eliminación de la malla tridimensional que hay entre las dos verjas y la colocación en su lugar de una concertina no se abrió hasta que la presión sobre el vallado empezó a ser asfixiante. La idea más reciente para combatir el movimiento ilegal de personas la aportó el propio ministro del Interior en el Congreso el pasado jueves: alargar el espigón del Tarajal en Ceuta para dificultar la entrada por el punto donde perdieron la vida los 15 inmigrantes. La obra, que costará 250.000 euros, estará concluida antes de que termine 2014.

Pero será difícil que un simple espigón reduzca la potencia del fenómeno. Fernández Díaz admitió ayer que en Marruecos hay 40.000 africanos esperando el momento propicio para saltar las vallas de las ciudades autónomas. Fuentes de la Delegación del Gobierno en Melilla aseguran que sólo al otro lado de su frontera ya hay alrededor de 1.000 inmigrantes aguardando la última etapa de su viaje a Europa. Y no han llegado hasta ahí para quedarse mirando.

La crisis por la muerte de al menos 15 inmigrantes en aguas de Marruecos cuando trataban de acceder a Ceuta la semana pasada ha provocado una enorme inquietud entre los guardias civiles encargados de proteger el perímetro fronterizo de las ciudades autónomas. Los agentes, que aseguran estar completamente desbordados por la avalancha de inmigrantes que intentan acceder a Europa por las puertas más meridionales del continente, han decidido evitar el uso del material antidisturbios hasta que el Ministerio del Interior o la Dirección General de la Guardia Civil no clarifiquen en qué supuestos debe utilizarse y de qué manera. En el último salto, que tuvo lugar este mismo lunes en Melilla, ningún agente recurrió a las pelotas de goma o los botes de humo para tratar de frenar a los 250 inmigrantes indocumentados que trataron de acceder a territorio nacional. En ningún momento se utilizó material antidisturbios, según confirmaron a este diario fuentes de la delegación del Gobierno en la ciudad norteafricana. Y al menos 150 lograron entrar en España.

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