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La nueva vida de Trashorras: ha conseguido el segundo grado y se confiesa con víctimas
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no disfrutará de su primer permiso hasta 2024

La nueva vida de Trashorras: ha conseguido el segundo grado y se confiesa con víctimas

Las opciones de Trashorras de cruzar la puerta de su cárcel antes de 2024 son casi inexistentes. Mientras, ha pedido perdón a algunas víctimas

Foto: Emilio Suárez Trashorras, en una de las sesiones del juicio del 11-M. (Efe)
Emilio Suárez Trashorras, en una de las sesiones del juicio del 11-M. (Efe)

El exminero asturiano José Emilio Suárez Trashorras, condenado a 34.715 años de cárcel por suministrar los explosivos del 11-M, ha comenzado a reunirse en prisión con víctimas de los atentados para pedirles perdón por su participación en la masacre y ha enviado cartas a otras víctimas y asociaciones de damnificados con el mismo objetivo. Fuentes cercanas a Trashorras consultadas por este diario aseguran que también se ha ofrecido a colaborar con la Justicia en el esclarecimiento de los hechos y que su conducta en la cárcel está siendo satisfactoria.

El condenado por el 11-M dio un giro completo a su estrategia en 2011, aconsejado por su anterior abogado, el penalista Carlos Orbañanos. Tras ofrecer hasta siete versiones distintas en sede judicial sobre su participación en los atentados, alimentar la versión conspiratoria en medios de comunicación y mentir descaradamente en el juicio, Trashorras decidió admitir finalmente que él fue la persona que suministró a la célula islamista de Madrid la dinamita que acabó explotando en los trenes.

Como resultado de este cambio de actitud, el juez de vigilancia penitenciaria de la Audiencia Nacional decidió el pasado verano concederle el acceso al segundo grado penitenciario, el mismo en el que se encuentran la mayoría de reclusos. Hasta ese momento, el exminero asturiano estaba clasificado en el régimen de primer grado o de aislamiento, el más restrictivo, con el que sólo se le permitía abandonar la celda un máximo de cinco horas al día, únicamente podía relacionarse con un reducido grupo de reclusos y siempre bajo el estricto control de los funcionarios de prisiones. El segundo grado, en cambio, le permite pasar fuera de la celda la mitad de la jornada, convivir con más reclusos y participar en actividades deportivas y de ocio.

Imagen de uno de los trenes de Atocha tomada el 12 de marzo de 2004. (Reuters)La pena más alta de la historia

Trashorras está en la cárcel desde que fue detenido el 30 de marzo de 2004, sólo tres semanas después de la tragedia. La Audiencia Nacional le condenó en 2007 al considerar probado que el exminero consiguió en Asturias el explosivo que necesitaban los radicales de Madrid para fabricar las mochilas bomba que colocaron en los trenes de Cercanías. En concreto, el tribunal del 11-M le impuso 34.715 años de prisión tras concluir que su colaboración había sido necesaria para que se produjeran las 192 muertes; que, además, era corresponsable material en todas ellas y, también, de las heridas que las explosiones ocasionaron a otras 2.000 personas. El Tribunal Supremo ratificó meses después esa sentencia, convirtiendo así a Trashorras en el ciudadano español con la condena más elevada que haya impuesto nunca un tribunal en suelo nacional.

Su letrado asegura que tiene vetados todos los beneficios penitenciarios por su condición de condenado por terrorismo. En teoría, no podrá salir de prisión hasta 2036. En la práctica, es casi imposible que lo haga antes de 2024

No obstante, del total de la condena, Trashorras sólo tendrá que pasar entre rejas 40 años, la estancia máxima en prisión que contempla la legislación española para los condenados por delitos de terrorismo. El próximo 30 marzo cumplirá 10 años encerrado, es decir, un cuarto de su condena efectiva. Esa es la barrera que fija el régimen penitenciario para que los presos en segundo grado como Trashorras puedan comenzar a salir a la calle con permisos ordinarios. Sin embargo, su actual letrado, Francisco Miranda, asegura que el exminero tiene vetados todos los beneficios penitenciarios por su condición de condenado por terrorismo (se le aplica el régimen especial que recoge el artículo 78.1 del Código Penal). En teoría, no podrá salir de prisión hasta que supere los 32 años de condena –cuatro quintas partes del total–, es decir, en 2036.

Sin embargo, en al menos dos ocasiones la Audiencia Nacional ha asegurado que Trashorras no mantiene vínculos con ninguna organización terrorista y que su adaptación a la vida penitenciaria está siendo positiva. “Pese a la gravedad y entidad de los hechos y condena, el interno ha evolucionado favorablemente, ha aprovechado bien las actividades ofertadas haciendo un buen uso del régimen flexible, en convivencia con internos de segundo grado de tratamiento cumpliendo adecuadamente las actividades pautadas”, concluyeron el pasado verano las autoridades penitenciarias. También recordaron que Trashorras “está abonando” a las víctimas “la responsabilidad civil” que le impuso la condena y que “ha manifestado por escrito arrepentimiento y perdón”.

36 días al año en libertad

También juega a favor de Trashorras su voluntad de contrición. Según su letrado, ya se ha reunido en prisión con algunas víctimas del 11-M, y los encuentros han tenido un resultado muy positivo para los perjudicados. El encargado de promover estas conversaciones ha sido el experto mediador Juan Carlos Ríos Martín, autor también de reuniones similares entre miembros de ETA y víctimas de la organización terrorista.

Trashorras, en 2007, ante el tribunal. (Reuters)Su abogado espera que estos gestos de arrepentimiento y su predisposición a colaborar con los afectados le permitan conseguir algún permiso antes de llegar a los 32 años de condena, aunque lo ve difícil. "Para que pudiera conseguirlo, antes tendría que aplicársele a Emilio el plan general de cumplimiento de condenas, algo que ahora no ocurre", explica Miranda. Sólo para solicitar ese cambio Trashorras tendrá que esperar una década. La Audiencia Nacional nunca los autoriza antes de que los reclusos alcancen la mitad de su condena efectiva, que, en el caso del exminero, se sitúa en los 20 años. A pesar de lo que se ha publicado en algunos medios, las opciones de Trashorras de cruzar la puerta de su cárcel antes de 2024 son prácticamente inexistentes.

En la cárcel cántabra de El Dueso

Desde que fue detenido en marzo de 2004, Suárez Trashorras ha pasado por los centros penitenciarios de Alcalá Meco, Soto del Real (ambas en la Comunidad de Madrid) y Mansilla de las Mulas (León). En 2011 fue trasladado por última vez de centro. En la actualidad cumple condena en la cárcel de El Dueso, situada a las afueras de Santoña, en la costa cántabra, a sólo dos horas de coche de su residencia familiar, en la localidad asturiana de Avilés. Se trata de una de las prisiones preferidas por los reclusos por el bajo grado de conflictividad de sus internos, la amplitud de sus espacios comunes –tiene uno de los patios más grandes de toda la red de cárceles– y por su ubicación en pleno Parque Natural. Desde las celdas puede verse la playa.

Su abogado asegura que está recibiendo tratamiento psiquiátrico de los especialistas de El Dueso y de profesionales externos contratados por su familia. Los forenses de la Audiencia Nacional que le examinaron antes del juicio concluyeron que Trashorras sufre depresiones, esquizofrenia paranoide y trastorno de la personalidad.

El exminero asturiano José Emilio Suárez Trashorras, condenado a 34.715 años de cárcel por suministrar los explosivos del 11-M, ha comenzado a reunirse en prisión con víctimas de los atentados para pedirles perdón por su participación en la masacre y ha enviado cartas a otras víctimas y asociaciones de damnificados con el mismo objetivo. Fuentes cercanas a Trashorras consultadas por este diario aseguran que también se ha ofrecido a colaborar con la Justicia en el esclarecimiento de los hechos y que su conducta en la cárcel está siendo satisfactoria.

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