La vicepresidenta hace de ‘embajadora’ de Rajoy y habla con Mas en Barcelona

La boda de Pablo Lara, hijo del presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara Bosch, y Anna Brufau, celebrada el sábado en Barcelona, no fue –como se ha publicado– infructuosa para intentar tender puentes entre Moncloa y la Generalitat. Al contrario, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría no dejó pasar la ocasión y mantuvo un encuentro con el presidente de la Generalitat en un escenario nada habitual para estas ocasiones.

Como en la ceremonia oficiada en Santa María del Mar no coincidieron Mariano Rajoy y Artur Mas –que se encontraba en el partido de fútbol entre Barcelona y Real Madrid–, y el presidente del Gobierno no acudió luego al banquete, se descartó una posibilidad de diálogo entre el Ejecutivo central y el autonómico para intentar reconducir la ‘situación catalana’.

Sin embargo, y según testigos presenciales, el presidente de la Generalitat y la vicepresidenta del Gobierno mantuvieron una larga conversación a los postres del convite nupcial a iniciativa Sáenz de Santamaría, que actuó como auténtica embajadora de Rajoy. Un gesto, además, que demuestra que la vicepresidenta no ha dado la menor importancia al último desencuentro con el presidente de la Generalitat, cuando Mas decidió no acudir a la entrega de premios de la patronal catalana Fomento de Trabajo –el 17 de octubre pasado– porque Sáenz de Santamaría la clausuraría en calidad de presidenta en funciones, ya que Rajoy se encontraba en la Cumbre Iberoamericana de Panamá.

Fue la vicepresidenta la que se acercó a una de las mesas principales de la fiesta donde Artur Mas y su mujer acababan de compartir cena con los duques de Palma, la ministra de Fomento Ana Pastor –que acudió como ‘acompañante’ del presidente del Gobierno, ya que Elvira Fernández se quedó en Madrid por motivos familiares– y directivos del Grupo Planeta. Era su primer saludo en toda la noche porque, a diferencia del grueso de los invitados que sí estuvieron en la iglesia, elpresident apareció en el pabellón de Italia en Montjuic pasadas las diez de la noche. Mucho antes había llegado Florentino Pérez, procedente también del palco del Camp Nou.

Sáenz de Santamaría ejerció entonces de embajadora de Moncloa y cumplió con su papel de mediadora. Durante un buen rato se produjo un mano a mano entre dos poderes fácticos que se quedaron casi solos mientras de fondo sonaba la música disco. Los testigos que presenciaron la charla aseguran que se produjo en todo momento en un tono muy distendido. En este caso la expresión no verbal resultó fundamental para que esos testigos que observaban la escena aseguren que la química existente entre la vicepresidenta y Artur Mas es totalmente contraria a la frialdad que rezuman todos y cada uno de sus encuentros con Rajoy. En más de una ocasión, el presidente de la Generalitat sonrió junto a su interlocutora.

Una vez terminado el encuentro, cada uno volvió con su grupo y la vicepresidenta a bailar, que es algo que le gusta. Artur Mas desapareció después de despedirse del padre del novio. José Manuel Lara había conseguido lo que parecía imposible: que Soraya y Artur no sólo se dirigieran la palabra durante un buen rato, sino que se despidieran con un beso protocolario. El resultado de la conversación, si ha sido fructífero, lo veremos en los próximos días.