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La 'senyera' ha muerto, ¡viva la 'estelada'!
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La 'senyera' ha muerto, ¡viva la 'estelada'!

"Sólo existen dos caminos: someterse al Estado español y desaparecer como pueblo o la independencia". La demoledora frase, que no deja el menor resquicio abierto al

Foto: Varias personas congregadas frente al Camp Nou participan en la cadena humana. (EFE)
Varias personas congregadas frente al Camp Nou participan en la cadena humana. (EFE)

"Sólo existen dos caminos: someterse al Estado español y desaparecer como pueblo o la independencia". La demoledora frase, que no deja el menor resquicio abierto al diálogo y la negociación para explorar vías alternativas, la pronunció ayer Carme Forcadell al término de la multitudinaria cadena soberanista que recorrió Cataluña de norte a sur. La presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), la entidad cívica impulsora de la iniciativa, pretendía resumir así los anhelos de los cientos de miles de ciudadanos que se echaron a la calle para reclamar un Estado propio separado de España. Pero, ¿es ese el sentir dominante en la sociedad catalana? A juzgar por el masivo despliegue de esteladas -que ayer ganaron por abrumadora goleada a las senyeras-, la respuesta a esa incómoda pregunta debería ser afirmativa.

Y, sin embargo, no lo es. Más allá de la cansina guerra de cifras que estalló nada más concluir la jornada festiva -la Generalitat disparó la participación hasta 1,6 millones de personas-, la última Diada ha dejado al desnudo la fragmentación de Cataluña frente a un proceso soberanista que ha llegado para quedarse, pero cuyo desenlace resulta más que incierto. Los resultados de los últimos sondeos a pie de calle -algunos elaborados urgentemente ayer mismo- arrojan una apurada victoria del independentismo, y son un reflejo del endiablado galimatías político que Artur Mas y Mariano Rajoy deberán tratar de resolver desde hoy mismo. El separatismo ha ganado peso y visibilidad, pero no puede cantar victoria: el PSC, el PP, Ciutadans e Iniciativa, que representan a otros tantos cientos de miles de catalanes, no se sumaron ayer a la cadena humana, y UDC, el socio minoritario de Convergència, lo hizo a regañadientes.

Las cuentas de Mas, que promete una Cataluña feliz con un 10% de paro, sin Ejército y recibida con los brazos abiertos en la UE, no salen. Pero el mensaje ha calado en una inmensa capa de la sociedad catalana, tan indignada ante la corrupción y vapuleada por la crisis como la del resto de España, y que parece aferrarse a la independencia como si fuera el elixir milagroso capaz de devolverle la prosperidad y la ilusión colectiva que la "Espanya que ens roba" le ha arrebatado. "Mire, yo no me fío de los políticos, de ninguno. Pero mis impuestos quiero que se queden en Cataluña, y eso solo me lo garantizan CiU y Esquerra. Lo de la solidaridad con los demás está muy bien, pero ahora tenemos que pensar en nosotros. ¿O no?", proclamaba un barcelonés entrado en años, engullido desde hace dos años por el paro que azota -también aquí- al pequeño comercio, y que agitaba con entusiasmo una estelada en el Paseo de Gracia.

Su soflama tal vez pueda ayudar a entender por quéla enseñaindependentista, que ayer se adueñó de la Diada,haya barrido de las calles ala senyera, la banderaoficial de la Cataluña del seny. La sentencia del Tribunal Constitucional que cercenó el nuevo Estatut, primero, y más tarde la negativa de Rajoy a negociar un pacto fiscal, han dejado una amarga sensación de agravio que para muchísimos catalanes solo puede ser reparada mediante la huida hacia adelante de la separación.


"Sólo existen dos caminos: someterse al Estado español y desaparecer como pueblo o la independencia". La demoledora frase, que no deja el menor resquicio abierto al diálogo y la negociación para explorar vías alternativas, la pronunció ayer Carme Forcadell al término de la multitudinaria cadena soberanista que recorrió Cataluña de norte a sur. La presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), la entidad cívica impulsora de la iniciativa, pretendía resumir así los anhelos de los cientos de miles de ciudadanos que se echaron a la calle para reclamar un Estado propio separado de España. Pero, ¿es ese el sentir dominante en la sociedad catalana? A juzgar por el masivo despliegue de esteladas -que ayer ganaron por abrumadora goleada a las senyeras-, la respuesta a esa incómoda pregunta debería ser afirmativa.

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