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La realidad de España termina con el sueño olímpico de Madrid
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EL COI CASTIGA LA POCA CREDIBILIDAD POLÍTICA

La realidad de España termina con el sueño olímpico de Madrid

El COI asestó ayer un bajonazo a la candidatura Madrid 2020, que no sólo no se hizo con el triunfo sino que ni siquiera pasó el primer corte en las votaciones, que ganó finalmente Tokio en competencia con Estambul. El resultado refleja que España carece

Foto: Ana Botella, el Príncipe Felipe, Alejandro Blanco y Doña Letizia, tras conocer la derrota (Efe)
Ana Botella, el Príncipe Felipe, Alejandro Blanco y Doña Letizia, tras conocer la derrota (Efe)

España carece de solvencia. En el Comité Olímpico Internacional nadie cree en el Gobierno de Mariano Rajoy y en su capacidad de generar confianza. El deporte español acumula éxitos, pero cuenta con un enemigo que le impide crecer, la clase política, que al menos ayer dio la cara. Género incapaz de hacer creíble un proyecto nacido por y para el deporte. Ni la firme presenciadel Príncipe Felipe consiguió dar la vuelta a la percepción que se tiene de la España actual, esa que apunta a la crisis económica y a la corrupción como principales indicios de este tercer fracaso consecutivo. Por primera vez, Madrid ha quedado eliminada en primera ronda, sin poder luchar por el triunfo que se llevó Tokio de manera contundente con 60 votos contra los 36 de Estambul.

El proyecto nació cohibido y triste por la ausencia de dinero. El olimpismo es una máquina de hacer dinero y en ocasiones de destruirlo, pero no entiende de estrecheces, tal y como afirmaba más de un miembro de la candidatura al término de la votación. Los rivales sabían de esa debilidad y han presumido de dinero, de credibilidad, de solvencia ante esa obligada austeridad que ha acompañado a la candidatura desde que Alberto Ruiz-Gallardón diera el paso de luchar por los Juegos. "Tenemos 4.100 millones de dólares en el banco a manera de garantía", confesaban desde Tokio. Mientras, Madrid hablaba de una candidatura cercana a la realidad económica del mundo, que por lo visto no es la misma por la que se mueve la gente que pisa la sede de Lausana con asiduidad.

El proyecto de Alejandro Blanco, en el que Ana Botella se convirtió en inesperada y poco afortunada compañera de viaje, arrancó con la losa de tener que ajustarse a la ausencia de dinero presente y futuro, a una austeridad que no gusta entre los miembros del COI. Hecho éste que la hipocresía del movimiento olímpico nunca reconocerá, pero que no perdona, tal y como ha quedado demostrado con un tercer golpe que amenaza con dejar KO la ambición de la capital de España de ser olímpica.

La 'guerra de la foto'

Las guerras políticas y de poder que ha tenido el Partido Popular desde el inicio del llamado sueño olímpico tampoco han ayudado a crear el mejor escenario posible. La siempre sorda guerra de la foto ha creado dudas. El aparecer por encima de cualquier consecuencia ha importado más y la mejor demostración es ese aplauso que acompañó la intervención de Mariano Rajoy, ya en el hotel NH y con la derrota en el bolsillo. Aplaudían todos aquellos que durante estos meses han procurado salir en la foto y ayudar más bien poco, es decir, políticos y personas que viven alrededor de ellos. Lejos de esos que aplaudían, el grupo de deportistas que ha estado con la candidatura y que sentía como suya la derrota. Todos ellos estaban rotos, de manera sincera. Soñaban con ver unos Juegos en España y con recibir una inyección para que el deporte español respire y pueda seguir vivo.

Alejandro Blanco, tras la rueda de prensa de la delegación (Efe)La dureza de la derrota, por inesperada y abultada, destrozó a los protagonistas de este sueño olímpico convertido en pesadilla. Alejandro Blanco rompió a llorar. No se lo esperaba. El presidente del COE estaba convencido del éxito o de por lo menos luchar por ello, algo que no pudo hacer. La cota de simpatía en esta ocasión en 26 de 94 miembros COI con derecho a voto. Los 32 votos siguen siendo el techo. No avanza.

Nadie de la expedición se quedó en el hotel Hilton para felicitar a Tokio. No lo manda el protocolo. Poco a poco fueron apareciendo por el hotel NH. Los ministros Margallo y Soria fueron de los primeros en dejarse ver y hablar de mala suerte como argumento. Después llegó el presidente del Gobierno y poco más tarde los Príncipes de Asturias. El último en llegar, Alejandro Blanco. Apareció con los suyos, con los presidentes de las federaciones. Arruinados en lo moral y sin apenas esperanzas de que el panorama pueda cambiar en los próximos años. No hay dinero y nada hace indicar que pueda darse otro escenario pese a esa luz que Rajoy dice ver. Se sabían derrotados, hundidos.

El Príncipe Felipe intentó levantar el ánimo, incluso llegó a hablar con el gurú Burns, que ya puede presumir de tener una derrota olímpica, en un intento de vuelta a la normalidad. Diálogo con Rajoy, instantes después de que el presidente del Gobierno confirmara que no piensa cobrarse víctima política alguna y que no cierra la puerta a futuros proyectos olímpicos de Madrid, aunque la siguiente ciudad que volverá a la lucha olímpica será Bárcelona, que quiere pasar a la historia siendo la primera capital capaz de organizar unos juegos de verano y de invierno. "Debemos levantarnos y seguir luchando", afirmó el heredero a la Corona.

El ministro Wert fue más allá al afirmar que: "Seguiremos luchando si Madrid quiere", haciendo gala de su habitual valentía. Lo cierto es que nadie se atreve a descartar una nueva batalla, aunque el ánimo ayer no invitaba a pensar en un cuarto proyecto consecutivo. Y más tras la contundente derrota. Lo que unos y otros han querido destacar es el trabajo de Alejandro Blanco, que piensa seguir al frente del COE.

España carece de solvencia. En el Comité Olímpico Internacional nadie cree en el Gobierno de Mariano Rajoy y en su capacidad de generar confianza. El deporte español acumula éxitos, pero cuenta con un enemigo que le impide crecer, la clase política, que al menos ayer dio la cara. Género incapaz de hacer creíble un proyecto nacido por y para el deporte. Ni la firme presenciadel Príncipe Felipe consiguió dar la vuelta a la percepción que se tiene de la España actual, esa que apunta a la crisis económica y a la corrupción como principales indicios de este tercer fracaso consecutivo. Por primera vez, Madrid ha quedado eliminada en primera ronda, sin poder luchar por el triunfo que se llevó Tokio de manera contundente con 60 votos contra los 36 de Estambul.

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