Arias Cañete, el domador de desiertos
No debe de haber ningún político en España con un perfil similar: ha estado en todas las instituciones del Estado y ha sorteado todas las crisis internas del PP
Que Miguel Arias Cañete es un especialista en atravesar desiertos lo sabemos porque él mismo lo suele decir cuando le preguntan por su vida política, pero, en realidad, tampoco hace falta que diga nada porque cualquiera que le echase un vistazo a su dilatada vida política llegaría a esa conclusión, incluso multiplicada. Sí, porque no debe de haber ningún otro político en España con un perfil como el suyo: ha recorrido de arriba abajo todas las instituciones del Estado, concejal, diputado regional, diputado nacional y eurodiputado, ha sorteado sin alteraciones todas las crisis internas en su partido desde los tiempos de Antonio Hernández Mancha, y, lo que es más importante de todo, ha sobrevivido siempre a sus propias desmesuras. Y todo eso, sin levantar ampollas por el hecho de ser el más rico del Gobierno, con un patrimonio de 1,7 millones de euros. Especialista en desiertos, no, que eso es poco para un tipo como él, se queda corto, Miguel Arias Cañete es un 'domador' de travesías del desierto.
Debe ser por esa experiencia política agigantada por lo que ahora, cuando se ve de nuevo en el centro de todas las especulaciones como posible candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía, que Arias Cañete contesta con desdén, con distancia, porque sus apetencias son otras, un despacho en Bruselas, y porque cualquiera sabe en política que sólo hace falta mostrar abiertamente una ambición para que el terreno que pisa, que es el de su propio partido, se vuelva un campo minado de detractores y zancadillas. En las dos o tres veces que le han preguntado, el ministro no se ha salido del guión: que está "muy a gusto" resolviendo problemas en su Ministerio, que tiene sus ambiciones políticas saciadas y que, en cualquier caso, "será el partido quien decida quién es el mejor candidato".
Un amplio repertorio de salidas de tono
No se aparta Arias Cañete de ese guión de respuestas y eso que todos aquellos que le conocen coinciden en que el ministro nunca se ha cortado al hablar y ahora, en este momento de su vida, menos todavía. "Miguel Arias -dicen- sería un buen candidato a la Junta, pero también es una caja de sorpresas". Tampoco para llegar a esta conclusión hace falta fabular nada porque el repertorio de perlas que ha ido acumulando el ministro es copioso. Desde aquella filtración que le pillaron cuando decía que el Plan Hidrológico Nacional se iba a aprobar "por cojones", hasta la gracieta reciente de los yogures que se comía "sin mirar la fecha" de caducidad, pasando por una expresión sexista que a otros les cuesta el estigma de por vida: "El regadío hay que utilizarlo como a la mujer, con mucho cuidado porque lo pueden perder a uno".
Ninguna de esas salidas de tono, ocurrencias o desmesuras, como cada cual las quiera definir, le han supuesto al ministro ningún revés en su trayectoria política, es verdad, pero quien las destaca lo que pretende indicar es que una cosa es tener esos desahogos como ministro de Agricultura y otra cosa muy distinta es incurrir en esos patinazos cuando la representación es mayor. Como el reto que ahora se le ha colocado delante, ser el candidato del Partido Popular en las elecciones andaluzas, que implicaría, además de todo lo evidente, ponerse al frente de una organización como el PP de Andalucía, descabezada desde la marcha de Javier Arenas tras su intento baldío de conseguir la Presidencia de la Junta de Andalucía. Nadie duda, en este sentido, de que Miguel Arias Cañete sería un buen candidato, por los valores que aporta frente a la socialista Susana Díaz, pero lo que ya no está tan claro es que el ministro sea la persona que necesita este partido en Andalucía para liderarlo.
Fracasos como 'cabeza de cartel'
Cuando se tiene una biografía con esos mimbres tan variados, cualquier apuesta de futuro resulta arriesgada, empezando por la que podría hacer el propio interesado
Algunos destacan, por ello, el contraste que supone comparar el excelente nivel de aceptación y conocimiento que alcanza Miguel Arias Cañete en los sondeos de valoración del Consejo de Ministros con los fracasos estrepitosos que ha cosechado las dos veces que se ha colocado él mismo como cabeza de cartel, las dos ocasiones en las que intentó conquistar la alcaldía de Jerez de la Frontera. Fue en las elecciones de 1995 y en las de 1999, frente a Pedro Pacheco. Ni siquiera le sirvió el atrevido vídeo electoral que realizó como candidato en su último intento, un spot en el que Arias Cañete aparecía atado y amordazado, como si hubiera sido víctima de un secuestro, para denunciar el partidismo de los medios locales a favor del entonces alcalde andalucista, el propio Pacheco. Se presentó dos veces, tenía el currículo de jerezano de raza que le aporta su matrimonio con una Domecq, pero en ambas se estrelló. Lo mandaron al Senado y, como siempre suele estar en las quinielas, un año después de las elecciones municipales, José María Aznar lo nombró ministro en el 2000.
Se entenderá, por tanto, que cuando se tiene una biografía con esos mimbres tan variados, cualquier apuesta de futuro resulta arriesgada, empezando por la que podría hacer el propio interesado. Porque toda su vida parece haber sido así, indescifrable. Por ejemplo, Arias Cañete, que nació en Madrid en 1950, estudió en los jesuitas, acabó con 21 años la carrera de Derecho y cuatro años después, en 1975, se hizo abogado del Estado. Perfiló su formación de esa manera y luego apenas ejerció. Se dedicó al mundo de la empresa y a la política, las dos actividades en las que se vuelca con la pasión de su gran afición, ser coleccionista de coches antiguos. Como si también en ese hobby que exige el mantenimiento de vehículos tan trillados, Miguel Arias reflejara su propio carácter y condición, aquello que lo acredita como un especialista en atravesar desiertos.
Que Miguel Arias Cañete es un especialista en atravesar desiertos lo sabemos porque él mismo lo suele decir cuando le preguntan por su vida política, pero, en realidad, tampoco hace falta que diga nada porque cualquiera que le echase un vistazo a su dilatada vida política llegaría a esa conclusión, incluso multiplicada. Sí, porque no debe de haber ningún otro político en España con un perfil como el suyo: ha recorrido de arriba abajo todas las instituciones del Estado, concejal, diputado regional, diputado nacional y eurodiputado, ha sorteado sin alteraciones todas las crisis internas en su partido desde los tiempos de Antonio Hernández Mancha, y, lo que es más importante de todo, ha sobrevivido siempre a sus propias desmesuras. Y todo eso, sin levantar ampollas por el hecho de ser el más rico del Gobierno, con un patrimonio de 1,7 millones de euros. Especialista en desiertos, no, que eso es poco para un tipo como él, se queda corto, Miguel Arias Cañete es un 'domador' de travesías del desierto.