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La secretaria de Jordi Pujol, la persona más influyente de Cataluña, cuelga los guantes
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ES LA ÚNICA QUE CONOCE TODOS LOS SECRETOS DEL ‘EXPRESIDENT’

La secretaria de Jordi Pujol, la persona más influyente de Cataluña, cuelga los guantes

Dicen algunos eruditos que los edificios, los monumentos, las piedras, son la conciencia de  un país, la evidencia de la historia. Pero hay algo más importante:

Foto: La secretaria de Jordi Pujol, la persona más influyente de Cataluña, cuelga los guantes
La secretaria de Jordi Pujol, la persona más influyente de Cataluña, cuelga los guantes

Dicen algunos eruditos que los edificios, los monumentos, las piedras, son la conciencia de  un país, la evidencia de la historia. Pero hay algo más importante: las personas. El pasado 30 de junio, silenciosamente, una parte de la historia viva de Cataluña pasó al retiro jubiloso. La todopoderosa Carme Alcoriza, la fiel secretaria de Jordi Pujol, colgaba los guantes y se retiraba de la vida pública y de su labor como responsable de la Oficina del expresidente, por la que recibía un salario público de unos 100.000 euros anuales.

Nunca persona alguna tuvo tanta ascendencia sobre el que fue líder de Cataluña durante más de dos décadas. Ni empresarios, ni banqueros, ni políticos. Ningún consejero del Gobierno tuvo jamás tanto poder como la omnipresente secretaria personal del President. Ella, en realidad, era la única que sabía en todo momento dónde se  encontraba Jordi Pujol, con quién se veía e incluso decidía con quién se comunicaba.

“Es una de las personas más competentes con las que he tratado. Desde fuera de la Generalitat era muy apreciada por su eficiencia. Era elegante, fina, sabía estar”, dice a El Confidencial un alto cargo de la Administración central que durante años tuvo que tratarla por sus relaciones con la Generalitat.

Y otra persona que la frecuentó añade que “siempre sabía qué hacer en  todo momento. Sólo mirando a Pujol, era consciente su estado de ánimo y actuaba en consecuencia. Pero como secretaria y organizadora era impagable. Sabía qué llamadas tenía que pasarle o con quién debería hablar en determinados momentos. Y actuaba como filtro de esas comunicaciones”.

Carme Alcoriza, según algunas fuentes, tenía más ascendencia sobre Jordi Pujol que su propia esposa,  Marta Ferrusola. No es de extrañar. En los años 70, era la secretaria de un joven Pujol que navegaba en los procelosos mares de Banca Catalana. Cuando el fundador de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) decidió abandonar las finanzas y dedicarse a la política, se la llevó al partido. Tras ganar las elecciones de 1980, una de las dos secretarias se quedó en Convergència y la otra recaló definitivamente en la presidencia de la Generalitat. Ahí fue donde Alcoriza se convirtió en una pieza clave del Gobierno catalán y en la persona más influyente de la Administración autonómica.

La única imprescindible

Por sus manos, pasaban necesariamente todas las comunicaciones de Jordi Pujol. Y tanto poder le pasó factura incluso en el terreno personal: Marta Ferrusola llegó a verla como una rival a batir por el gran ascendiente que tenía sobre su esposo. Pero el viejo zorro de la política jamás renunció a ella. Dejó en la estacada o defenestró a personas de la talla de Miquel Roca, prescindió de los servicios de su fiel escudero Lluís Prenafeta (el primer secretario general de la Presidencia, años más tarde detenido en la operación Pretoria) o de Macià Alavedra (con idéntica trayectoria a Prenafeta), que incluso había sonado como el relevo natural de Pujol. No dudó en quemar a hombres como Joaquim Molins, Josep Maria Cullell o el malogrado Pere Esteve. Y marcó distancias con políticos de gran talla, como Ramon Trias Fargas y Josep Antoni Duran Lleida.

Para Pujol, todos ellos eran prescindibles. Sólo había una persona única, irrepetible y necesaria: Carme Alcoriza. “Si quieres tener trato con Pujol, antes has de caerle bien a Carme”, decían en las esferas empresariales durante las pasadas décadas. Y no eran mitos. Si alguien lograba hacerle llegar un mensaje a Alcoriza y ésta lo valoraba positivamente, tenía garantizado el paso hacia el presidente de la Generalitat. Si ella no lo veía claro, no tenía ninguna posibilidad. Y era vox populi que a donde no llegaban los largos brazos de los consejeros más influyentes sí llegaba la discreción de Carme.

Si hay alguien que conoce los entresijos del poder desde principios de los 80 hasta el año 2004 es la fiel secretaria. Porque Carme estuvo en primera fila en situaciones delicadas como en el intento de golpe de Estado del  23 de febrero de 1981 o más tarde, cuando Jordi Pujol maniobró desde la Generalitat para sacar a la calle a miles de catalanes en protesta por el intento de su imputación en el caso Banca Catalana. Pero también fue la persona que vivió de cerca la crisis en el matrimonio Pujol Ferrusola, cuando por interferencias de terceras personas, en los años 90, Jordi Pujol hizo las maletas y  se trasladó a vivir durante unos meses al propio Palau de la Generalitat. Carme fue la persona que, ante todas estas situaciones, siempre sabía estar a la altura. Era la consejera, pero también la eficiente colaboradora que solía acertar en cada una de sus decisiones.

Apoyo a Oriol Pujol

El abandono de la vida pública de Carme Alcoriza se produce por petición personal, según el decreto que firmó el secretario general de la presidencia de la Generalitat, Jordi Vilajoana, a finales del mes de junio. Hasta estos momentos, era la principal colaboradora del expresident, dedicado en cuerpo y alma a su Centro de Estudios Jordi Pujol, a través del que sigue interviniendo en política merced al boletín semanal que edita. Pero Carme no reduce su actividad a coordinar toda la Oficina de Pujol. Es patrona, por ejemplo, de la Fundación Barcelona, en la que recalan convergentes de pro como Joaquim Triadú, Lluís RecoderMaria Eugènia Cuenca, Joan Franquesa, Francesc Homs, Josep Maria Via y Roger Loppacher, actual presidente de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA). Y Brauli Duart.

Pero también es una activa colaboradora en campañas nacionalistas. Una de sus últimas iniciativas fue apuntarse a un grupo de activistas bajo el lema Dono suport a Oriol Pujol Ferrusola (Doy apoyo a Oriol Pujol Ferrusola). Y todo porque ha sido imputado en el caso ITV, la presunta trama empresarial para beneficiarse del reparto de estaciones de inspección de vehículos en Cataluña. Para los impulsores de este grupo, “Oriol y su familia han sido víctimas de una campaña indecente que ha contribuido a la instrumentalización de la justicia por interés político por parte del Estado para hacer una imputación injusta”.

Evidentemente, pasan por alto los indicios sólidos recogidos en el sumario, en el cual constan conversaciones telefónicas e intercambio de mensajes sospechosos entre los principales imputados. Pero como la gran defensora del Gran Capitán catalán durante las ultimas décadas, no puede quedarse impasible ante la defenestración de uno de sus hijos. Es más, del que estaba llamado a continuar la labor de Jordi Pujol y que, de momento, ha visto su meteórica carrera política truncada por su implicación en el escándalo. Una vez más, la fiel Carme da la cara por su jefe, aunque se la puedan partir.

Dicen algunos eruditos que los edificios, los monumentos, las piedras, son la conciencia de  un país, la evidencia de la historia. Pero hay algo más importante: las personas. El pasado 30 de junio, silenciosamente, una parte de la historia viva de Cataluña pasó al retiro jubiloso. La todopoderosa Carme Alcoriza, la fiel secretaria de Jordi Pujol, colgaba los guantes y se retiraba de la vida pública y de su labor como responsable de la Oficina del expresidente, por la que recibía un salario público de unos 100.000 euros anuales.

Jordi Pujol