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La madre de Cristina, muerta en el Madrid Arena: “El fiscal general del Estado no nos recibe”
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ENTREVISTA A ISABEL DE LA FUENTE SEIS MESES DESPUÉS DE LA TRAGEDIA

La madre de Cristina, muerta en el Madrid Arena: “El fiscal general del Estado no nos recibe”

La última vez que Isabel de la Fuente vio a Cristina fue cuando ambas, madre e hija, volvían de Torrejón de Ardoz a última hora de la tarde del último

La última vez que Isabel de la Fuente vio a Cristina fue cuando ambas, madre e hija, volvían de Torrejón de Ardoz a última hora de la tarde del último día de octubre. Las dos se tomaron un aperitivo rápido en el bar El Asador Cantabria, a escasos metros de su casa, en la Alameda de Osuna, un restaurante pequeño que hoy luce en una de sus ventanas una fotografía con las cinco víctimas mortales de la fiesta de Halloween. Aquella noche, la joven se despidió de su madre minutos antes de coger el último tren de su vida con destino al Madrid Arena.

Verónica, la hija mayor, despertó a Isabel sobre las 8 de la mañana advirtiéndole de que “algo había pasado en el Arena” y no localizaban a Cristina. Lo que pasó en ese intervalo de tiempo está todavía en un proceso de instrucción judicial. La única certeza corroborada hasta hoy, el día en el que se cumplen seis meses de la tragedia, es que una avalancha en uno de los vomitorios del pabellón municipal se llevó por delante la vida de cinco adolescentes, entre ellas la de Cristina, que murieron aplastadas ante la inoperancia o impotencia de los servicios de seguridad y médico.

Mientras todos los implicados –el promotor de la fiesta, las dos empresas de seguridad, el servicio médico, la empresa dueña del recinto- evitan asumir ante el Juez su parte de culpa, sobresale la incansable lucha de una madre por esclarecer toda la verdad sobre la muerte de su hija. El último en dejar en evidencia el cúmulo de despropósitos que se sucedieron aquella noche fue el jefe del operativo del Samur que cubrió la fiesta, Antonio San Juan. Ayer declaró ante el juez Eduardo López-Palop que las tres chicas en parada cardiorrespiratoria que se encontró en el botiquín no estaban atendidas y que el médico encargado del servicio, Carlos Viñals, no les puso adrenalina ni el desfibrilador.

En una entrevista con El Confidencial, Isabel reconoce que está harta de tantas mentiras y de "escuchar memeces". Harta del “trato” de los “presuntos médicos” hacia las víctimas que atendían en una habitación disfrazada de enfermería. Harta de la “falta de respeto” de “todos” los implicados hacia su familia. De que Flores entregue unos como fianza y el juez “lo consienta”. Harta de la “chulería y la prepotencia” de “todos”. De la lentitud de la Justicia. De que se reabra el Arena sin que haya terminado la investigación. De la falta de colaboración de las instituciones. Harta de sentirse "tan harta". Harta de estar sin Cristina.

“Estamos cansados de que seis meses después todo el mundo esté en sus casas como si no hubiera pasado nada”, se queja una y otra vez, mientras evita a toda costa llamar por su nombre a Miguel Ángel Flores, el promotor de la fiesta que basó toda su defensa en que el pabellón incumplía las medidas de seguridad y en ningún caso habló de las casi 18.000 entradas que vendió para la fiesta pese a que tenía un aforo máximo de 9.600 asistentes. “La Fiscalía debe velar por los derechos de las víctimas, en ningún sitio pone que deben defender a los imputados, y es lo que están haciendo, porque intentan tumbar todas nuestras peticiones”, se queja.

Los abogados de las cinco acusaciones particulares han pedido en dos ocasiones una cita con Eduardo Torres-Dulce, fiscal general del Estado, para discutir cómo está tratando el caso la Fiscalía. A su juicio, erróneamente. “Pero no nos ha contestado, y tenemos la sensación de que está en nuestra contra. Tienen una postura inaudita. Si no fuera por nuestros abogados, me parece que el caso estaría cerrado por lo civil. Pero irá por lo penal”, adelanta la progenitora de Cristina Arce.

Cambiar la Ley de Espectáculos

Su próxima campaña es entregar en mano al presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, las casi 500.000 firmas que ha recogido para cambiar la Ley de Espectáculos con el objetivo de endurecer las multas y evitar un futuro desastre como el vivido en el Arena. Isabel se niega a que nadie ensucie deliberadamente la memoria de las víctimas y se enciende cuando hablan de ellas como una panda de descontroladas cuyos desmanes fueron la principal causa de la tragedia. “No fue un accidente, parece que lo que cayó en el Arena fue un rayo, pero que a nadie se le olvide que fue algo evitable”, insiste una y otra vez.

Isabel acude semanalmente a una terapia psicológica en grupo en busca de una respuesta a la única pregunta que se hace todos los días cuando abre el armario de la habitación de su hija fallecida, reconvertido ahora en su propio ropero: “¿Por qué se tuvo que cruzar Cristina con tantos sinvergüenzas en una sola noche?”. Daniel, íntimo de su hija, le contó que abandonaban el recinto cuando se desencadenó la avalancha en uno de los pasillos de acceso, que estaba abarrotado de gente. Como toda la planta baja. Cristina y Rocío Oña, amiga y otra de las víctimas mortales, cayeron al suelo ante la impotente mirada de Daniel, que ha tenido que poner tierra de por medio para intentar superar lo vivido.

El 17 de marzo Cristina hubiera cumplido 19 años. Amigos y familiares se reunieron en la plaza de su barrio que han rebautizado en su honor, la Plaza de Cristina Arce y Rocío Oña, para lanzar juntos decenas de globos hacia el cielo. “Celebramos la suerte de haberla tenido estos 18 años”, se resigna la madre. Ese día, los amigos de Cristina volvieron a inundar su teléfono de WhatsApps. Como si todo lo vivido la fatídica madrugada del 1 de noviembre en el Madrid Arena solo formara parte de una pesadilla.