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Benedicto marca con su renuncia la 'hoja de ruta' al Cónclave: debe elegir un Papa joven
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ANGELO SCOLA Y MARC OUELLET, LOS 'PREFERITI'

Benedicto marca con su renuncia la 'hoja de ruta' al Cónclave: debe elegir un Papa joven

“Mis fuerzas no se adecúan al ejercicio de mi ministerio por más tiempo”. La frase, en latín, que ayer pronunció Benedicto XVI para gran sorpresa de

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Benedicto marca con su renuncia la 'hoja de ruta' al Cónclave: debe elegir un Papa joven

“Mis fuerzas no se adecúan al ejercicio de mi ministerio por más tiempo”. La frase, en latín, que ayer pronunció Benedicto XVI para gran sorpresa de todo el orbe cristiano católico pesará como un baldón muy destacado en los 117 cardenales electores que formarán parte del Colegio Cardenalicio que habrá de designar, a principios de marzo, al futuro obispo de Roma y jefe del Estado Vaticano. La renuncia de Joseph Ratzinger, que se retirará por el resto de sus días a un convento del lugar, rompe tabúes como los que en su día se argumentaron a favor de la continuidad hasta su muerte de Juan Pablo II y viene a reconocer la dificultad de ejercer tan importante función sobrepasado el umbral de la senectud en pleno siglo XXI. El propio hermano de Benedicto, Georg Ratzinger, ha reconocido, sin rodeos, que “la edad oprime”. La renuncia del Papa abre, por ello, la puerta a un nuevo corte ‘papal’ y a una nueva generación dentro del Vaticano.

“Todo apunta a que el Colegio Cardenalicio se decante por un cardenal joven”, reconoce el español Rafael Navarro Valls. “No me cuento entre los calculadores que se dedican a la 'lotería papal', aunque entiendo que no se puede prescindir de las lecciones de la historia”, advierte antes de opinar, para no alimentar las quinielas. “La intervención del Espíritu Santo en la elección del obispo de Roma se opera a través de complejos mecanismos en los que se entrecruzan las virtudes y las pasiones humanas. Desde ese punto de vista me parece evidente que los cardenales elegirán a un Papa relativamente joven, cuya edad podría estar entre los 65 y los 70 años. Algo así como pasó tras la muerte de Juan Pablo I con el cardenal Wojtyla”. 

“Ratzinger ha tomado una decisión coherente con lo que había dicho en el pasado en el libro de Luz al mundo”, explica su biógrafo español, Pablo Blanco Sarto, biógrafo de Benedicto XVI. “La explicación que ha dado es muy suya, muy racional, silogística, espiritual y práctica. En pleno siglo XXI hace falta un ejercicio del pontificado más dinámico, mediático y con más vigor”, apunta en la misma línea que Navarro Valls, lo que puede hace pensar que tras un reinado corto de Benedicto se abra ahora una etapa larga de pontificado al frente del trono de San Pedro.

La dinámica de la sede vacante que, en breve, se abrirá dentro de la Santa Sede ha abierto ya, como no podía ser de otra manera, una interminable cadena de rumores, conjeturas y quinielas acerca de quiénes son los hombres de Dios que, de buenas a primera, figuran en los puestos de salida para hacerse con el trono vaticano. Un mar de especulaciones que nos acompañará durante las próximas tres o cuatro semanas y que, como manda la tradición vaticana, muchas veces se queda en nada pues quien entra como Papa en el Cónclave –dice el refranero- sale investido cardenal.

Así las cosas, las opciones y las corrientes de opinión parecen encaminarse por un Papa italiano, frente a los que apoyarían a un cardenal que representase a toda América Latina. Frente a ellos, como no podía ser de otra manera, está África y la exótica posibilidad de un Papa negro como el presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, el cardenal ganés Peter Kodwo Appiah Turkson. “En cada uno de estos sectores hay personas muy valiosas”, opina Navarro Valls.

Scola, uno de los principales preferiti 

Entre las opciones italianas, quien más suena, de momento, es Angelo Scola, quien, a sus 71 años, entraría dentro de ese corte de edad que podría acoger al sucesor de Benedicto. Scola es arzobispo de Milán y en él están puestas la mayor parte de las esperanzas de los italianos que, desde 1978, aguardan a un compatriota al frente de la Plaza de San Pedro, tal y como solía ser habitual antes. La vaticanista española Paloma Gómez Borrero apunta también su nombre junto con el del canadiense Marc Ouellet, algo más joven, 68 años, y reconocido como uno de los principales líderes dentro del Vaticano y encargado de la Congregación de Obispos. Ouellet ha llegado a decir, sin embargo, que ser Papa sería para él “una pesadilla”. Italia cuenta, de momento, con 21 cardenales dentro del Cónclave (la delegación española estará formada por 10 cardenales de los que sólo cinco tendrán capacidad de participar en la elección). Italia es el país con más electores pero, aun así, no suponen una abrumadora mayoría como para decantar, de buenas a primeras, la fumata blanca.

Por continentes, si es que ese factor es realmente decisivo, el peso dentro del Colegio Cardenalicio quedará de la siguiente manera: 61 europeos, 19 latinoamericanos, 14 norteamericanos, 11 africanos, 11 asiáticos y 1 procedente de Oceanía. “Sesenta y siete electores han sido creados por Benedicto XVI, y los cincuenta restantes por Juan Pablo II. Estas cifras pueden variar según la fecha de inicio del cónclave, pues el cardenal Walter Kasper, por ejemplo, cumple 80 años el 5 de marzo”, apunta Navarro Valls. “ En cuanto a si serán rupturistas o continuistas, es curioso que ayer leía una entrevista antigua con Oriana Fallaci en la que refiriéndose al supuesto conservador Benedicto XVI decía : 'Cuando una atea y un Papa creemos las mismas cosas, hay mucho de verdad allí'. Se refería a los libros y encíclicas del Papa Ratzinger. Vaya usted a saber lo que los cardenales entienden por continuistas o  rupturistas”.

Otros nombres europeos que destacan como papables son el arzobispo de Viena, el cardenal austriaco Christoph Schöenborn; el presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, el cardenal italiano Gianfranco Ravasi y el presidente del Pontificio Consejo para el diálogo interreligioso, el cardenal francés Jean-Louis Tauran. La lista de preferiti incluye también a el arzobispo de Nueva York, el cardenal estadounidense Timothy Dolan; el arzobispo de Sao Paulo, el cardenal brasileño Odilo Scherer; el prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, el cardenal argentino Leonardo Sandri  y el arzobispo de Manila, el cardenal filipino Luis Antonio Tagle.

¿Y en qué situación queda ahora Ratzinger? ¿Tendrá capacidad de influir en la elección de su sucesor? Difícilmente. “A partir de las 20.00 h del día 28 de febrero, Benedicto XVI pasa a ser un Papa “emérito”. Suena raro, pero es así”, explica Navarro Valls. “Pierde todos sus poderes primaciales como Papa, y ya no cabrá revocación de su renuncia, es decir, no podrá recuperar su jurisdicción anterior. Por otro lado, en las normas del cónclave se pone expresamente que no cabe la posibilidad de presiones. Está expresamente prohibido el presionar sobre los conclavistas o que se pongan de acuerdo antes del Cónclave.  Por lo tanto, no habrá problemas de este tipo”.

“Mis fuerzas no se adecúan al ejercicio de mi ministerio por más tiempo”. La frase, en latín, que ayer pronunció Benedicto XVI para gran sorpresa de todo el orbe cristiano católico pesará como un baldón muy destacado en los 117 cardenales electores que formarán parte del Colegio Cardenalicio que habrá de designar, a principios de marzo, al futuro obispo de Roma y jefe del Estado Vaticano. La renuncia de Joseph Ratzinger, que se retirará por el resto de sus días a un convento del lugar, rompe tabúes como los que en su día se argumentaron a favor de la continuidad hasta su muerte de Juan Pablo II y viene a reconocer la dificultad de ejercer tan importante función sobrepasado el umbral de la senectud en pleno siglo XXI. El propio hermano de Benedicto, Georg Ratzinger, ha reconocido, sin rodeos, que “la edad oprime”. La renuncia del Papa abre, por ello, la puerta a un nuevo corte ‘papal’ y a una nueva generación dentro del Vaticano.

Papa Benedicto XVI