La difícil travesía de Villanueva para colocarse tras el huracán Madrid Arena

No hay ni siquiera indicios hasta la fecha que hagan presagiar que Miguel Ángel Villanueva pueda ser imputado por el caso Madrid Arena. Pero ha sido el peón con más peso político que Ana Botella ha sacrificado para pasar página de la fatídica noche de Halloween que hizo tambalear el Palacio de Cibeles y, de paso, protegerse ella y proteger a Antonio de Guindos, su fiel compañero, el máximo responsable municipal de la Seguridad y del servicio de Emergencias antes y durante la tragedia sobre cuya actuación sí hay serias dudas. Apartado ya del foco de todas las críticas desde su destitución -disfrazada en forma de dimisión-, el 9 de enero, el exvicealcalde no se ha tomado ni un mes sabático y ya está buscando trabajo.

Nunca ha pisado una empresa privada. Hombre del PP de toda la vida, empezó siendo militante en las Nuevas Generaciones que tanto critica ahora su exjefa. Siempre creció a la sombra del exalcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. De 1995 a 2004 fue diputado de la Asamblea de Madrid. Luego, el por entonces presidente regional, ahora ministro de Justicia, lo convirtió en portavoz del PP entre 2000 y 2003, sustituyendo a su amigo inseparable, Pedro Calvo, a quien el huracán Arena también ha dejado sin funciones y únicamente ha respetado su acta de concejal.

En su época como delegado del área de gobierno de Economía, Empleo y Participación Ciudadana en el Ayuntamiento conoció a gran parte de los amigos que tiene en el mundo empresarial con los que ahora se reúne para analizar lo ocurrido y buscar acomodo. Seguramente en ese momento fue también cuando conoció por primera vez a Miguel Ángel Flores, el promotor de la fatídica fiesta de Halloween con quien se le ha llegado hasta a fotografiar en un tono desenfadado. Una amistad que le ha costado el puesto sin haber cometido, que se sepa, ninguna infracción.  

Hace unos días, se le vio en actitud más relajada que en los últimos meses en una marisquería madrileña de postín, Opazo. Cenaba con el directivo del Real Madrid Fernando Fernández Tapias y Lalo Azcona, una de las caras más conocidas de la televisión en los ochenta que abandonó el periodismo para dedicarse a los negocios. El nombre de Lalo Azcona está ahora unido al mundo de la empresa cuando muchos españoles lo siguen relacionando con el periodismo y la televisión. Quizá le dio a Villanueva algunas recomendaciones sobre cómo quitarse el traje de político y colocarse el de empresario por primera vez. 

Sin hueco en el PP madrileño

En el Partido Popular madrileño, de momento, no han pensado en buscarle un hueco. “El partido está ahora como para pensar en Villanueva”, ironiza un miembro del Ejecutivo regional, refiriéndose a las diferencias más que obvias que hay entre Comunidad y Ayuntamiento, por un lado, y la bicefalia que hay con Esperanza Aguirre en la presidencia del partido e Ignacio González como presidente de la región.

Con la gente de Aguirre, Villanueva nunca se sintió cómodo, quizá por ello ahora le resulta más difícil que alguien le busque un sitio al estilo Manuel Cobo, que pidió refugio a la expresidenta cuando los jueces lo vetaron como secretario de estado de Justicia con Gallardón ya de ministro. Apenas unas horas después de conocerse su marcha del ayuntamiento, Aguirre le ofreció ayuda y le colocó en Ifema, un organismo que depende en parte de la Comunidad. Un nuevo escenario que, de momento, todavía no se le ha presentado a Villanueva.  

El exvicealcalde firmó su sentencia de muerte el 1 de noviembre, cuando dio por buenas las cifras de aforo que le coló el promotor de la fiesta de Halloween en la que perdieron la vida cinco jóvenes. Lo exterminó una rueda de prensa de tres minutos, como él mismo repite a sus más allegados. Recolocarse, cuando la alcaldesa lo destituyó aparentemente por un presunto trato a favor por su parte a Miguel Ángel Flores, no va a ser nada fácil.