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“Belén entró con el DNI de una amiga mayor de edad. Por eso no la identificaban en el hospital”
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RELATO DE LAS AMIGAS QUE ACOMPAÑARON A LA JOVEN QUE CONTINÚA MUY GRAVE

“Belén entró con el DNI de una amiga mayor de edad. Por eso no la identificaban en el hospital”

Los guantes negros con uñas doradas que eligió para la noche de Halloween fueron decisivos para identificarla horas después en el Hospital Doce de Octubre. Belén L.

Los guantes negros con uñas doradas que eligió para la noche de Halloween fueron decisivos para identificarla horas después en el Hospital Doce de Octubre. Belén L. R., la menor de edad que ingresó en estado muy crítico tras la tragedia del Madrid Arena en la que murieron tres jóvenes la madrugada del jueves, guardaba en uno de los bolsillos de sus vaqueros un DNI que no coincidía con su huella dactilar, algo que desconcertó al personal sanitario que la atendía. “Entró con el de una amiga mayor de edad, por eso no la identificaban”, reconoce una de sus amigas a El Confidencial.

Belén y cinco amigas decidieron comprar anticipadamente las entradas del Thriller Music Park por 22 euros. Los que las adquirieron en el momento llegaron a pagar hasta el triple. Dentro, la copa se pagaba a ocho euros. Acudieron al recinto en metro desde La Moraleja, el exclusivo barrio madrileño situado a diez kilómetros del centro de la capital donde viven con sus padres. Todas estudian en Aldeafuente, un colegio privado solo para chicas. Belén ya está en el segundo curso del bachiller de Ciencias Sociales.

Ninguna alcanza la mayoría de edad, pero las que no consiguieron que alguna amiga de 18 años les prestara su identificación tampoco lo necesitaron. “Nadie nos pidió nada al entrar, ni siquiera nos registraron los bolsos. Pero si nos lo hubieran pedido, cualquier adulto que ya estaba dentro nos lo hubiera pasado”, relata una de las jóvenes. La idea que tenían era, una vez clausurada la fiesta, dormir todas juntas en una casa. Belén, la menor de siete hermanos, jugaba con una baza: su madre se trasladó unos días a Brasil, donde trabaja su esposo. Así que nadie la echó de menos en casa hasta que una de las jóvenes llamó a sus hermanos sobre las once de la mañana. Cuando por fin dieron con ella.

Belén es la más menuda de las seis. Rubia, muy delgada, apenas supera el metro y medio de estatura. La pandilla la perdió de vista en cuanto se desencadenó la avalancha en uno de los pasillos de acceso, que estaba abarrotado de gente. Como toda la planta baja. El desencadenante pudo ser, según la versión oficial, una bengala o un petardo (como puede verse en las imágenes que tomaron algunos asistentes a la fiesta). Pero también pudo haber sido cualquier otra cosa. Un tropiezo, un codazo, un empujón. Las amigas de Belén escucharon algo y echaron a correr a toda prisa, chocando con los jóvenes que lo hacían en sentido contrario. Se encontraron por WhatsApp, una vez que consiguieron sortear el tapón humano en el que desapareció Belén. Las cinco estaban bien, salvo la que terminó con la clavícula rota. Pero seguía faltando una.

Antes de sobresaltar a la familia, las jóvenes iniciaron una búsqueda exhaustiva en Internet para dar con el paradero de su amiga. Policías, hospitales, el 112. Nada. Mientras tanto, miles de jóvenes continuaban escuchando la música house con la que se amenizó la fiesta hasta las seis de la mañana, ajenos a la tragedia vivida en uno de los pasillos, el que más cerca estaba de DJ Aoki, el estadounidense que cautivó a 9.650 jóvenes. Según la versión oficial, este fue el número exacto de entradas vendidas. Ni una más ni una menos. Muchos de los testigos presentes corroboran que eran muchos más. Se llegó a hablar de 20.000 asistentes, hasta de 40.000.

Los padres, ajenos a la tragedia

Ya había amanecido cuando otra joven de la pandilla, una que se descolgó del plan a última hora y no fue a la fiesta, escuchó el suceso y se dio cuenta de que una de las víctimas seguía sin identificar. “Llamé al Doce de Octubre y únicamente me confirmaron que era Belén cuando la describí físicamente y les dije que llevaba unos guantes muy característicos”. Los guantes negros con las uñas doradas.

Al momento comunicó a la mejor amiga de Belén que seguía buscándola desesperadamente dónde estaba la joven y en qué condiciones: se mantenía con vida gracias a una máquina de respiración artificial tras haber estado 30 minutos en parada cardio-respiratoria. Ella fue la que alertó a uno de sus hermanos, que no han querido explicar a sus padres la gravedad del asunto hasta que no aterrizaran en Barajas, donde han llegado a las dos del mediodía de hoy en el vuelo 6026 de Iberia procedente de Río de Janeiro.

Fueron otra vez las amigas, a través de las redes sociales, las que pidieron abrir el colegio para rezar por su compañera. Los veinte bancos de la capilla se quedaron minúsculos cuando, a las seis en punto, el párroco ofició una misa de tres cuartos de hora en la que no ocultó el grave estado de Belén. “Si Él decide llevársela al cielo, diremos sí”, llegó a decir el sacerdote. Decenas de alumnas y exalumnas, acompañadas la mayoría por sus progenitores, tuvieron que seguir el discurso desde los pasillos. Hubo cánticos, peticiones y oraciones, muchas oraciones. Con las manos entrelazadas y las lágrimas escapándose de sus ojos, allí mismo se arrodillaban cuando el cura pedía una vez más por Belén. Todos se aferraban a la fe, como si esperaran un milagro. "Solo nos queda rezar”, decían.

Así fue la tragedia de la fiesta Madrid Arena, en fotos

Los guantes negros con uñas doradas que eligió para la noche de Halloween fueron decisivos para identificarla horas después en el Hospital Doce de Octubre. Belén L. R., la menor de edad que ingresó en estado muy crítico tras la tragedia del Madrid Arena en la que murieron tres jóvenes la madrugada del jueves, guardaba en uno de los bolsillos de sus vaqueros un DNI que no coincidía con su huella dactilar, algo que desconcertó al personal sanitario que la atendía. “Entró con el de una amiga mayor de edad, por eso no la identificaban”, reconoce una de sus amigas a El Confidencial.