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González Páramo se despide del BCE sin desvelar su futuro: “Quiero un año sabático”
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TRAS DESTACAR POR SU EXCELENCIA ECONOMICA Y PRUDENCIA POLITICA

González Páramo se despide del BCE sin desvelar su futuro: “Quiero un año sabático”

“Yo lo que quiero es un  año sabático”. Así responde José Manuel González Páramo cuando se le pregunta por su futuro dentro de un par de meses.

Foto: González Páramo se despide del BCE sin desvelar su futuro: “Quiero un año sabático”
González Páramo se despide del BCE sin desvelar su futuro: “Quiero un año sabático”

“Yo lo que quiero es un  año sabático”. Así responde José Manuel González Páramo cuando se le pregunta por su futuro dentro de un par de meses. Después de haber pasado los últimos ocho años formando parte del consejo directivo del Banco Central Europeo, el núcleo duro de la más importante institución comunitaria, este economista que soñó de joven con ser periodista -su hijo ya lo es- se muestra muy prudente acerca de su próxima ocupación. Cuando este otoño su nombre sonaba como futuro ministro de Economía él sonreía, un punto sorprendido: “Sólo he hablado con Mariano Rajoy en una ocasión, y era por una consulta concreta… no sé de dónde salen esos rumores”, me dijo entonces. Para él, la prioridad era concluir su compromiso con el BCE, que tenía una fecha límite concreta, el 31 mayo del 2012, y seguir contribuyendo a diseñar una estrategia coherente en medio de la tormenta financiera que aún no ha amainado.

Hay varias cosas que impresionan en la personalidad de José Manuel González Páramo: su preparación académica y profesional que le permiten ser enormemente pedagógico sin perder lo mínimo en erudición; su modestia y cercanía en el trato humano a pesar de un currículum impresionante y de su posición internacional y su defensa del trabajo riguroso en un equipo -el puente de mando del BCE- donde no siempre todo el mundo está de acuerdo, pero donde cada uno defiende sus posiciones desde una notable altura intelectual y se decide al final por consenso. Probablemente, cuando se ha trabajado en un puesto de élite como éste, cualquier ocupación posterior que no esté a un nivel similar de excelencia o de exigencia puede resultar todo menos atractiva.

Tal vez por eso González Páramo extrema su prudencia y ya ni siquiera quiere hacer comentarios cuando se le pregunta por la presidencia del Banco de España. Sí cuando se le pide opinión acerca de la situación financiera de nuestro país. Como excelente observador de las finanzas españolas, el consejero cree que el Gobierno de Mariano Rajoy está dando los pasos adecuados, pero que tiene que explicar mejor sus planes a Bruselas y al resto de socios europeos para no levantar suspicacias. Y presentar lo antes posible sus presupuestos y justificar debidamente las desviaciones para que la Comisión Europea haga un dictamen bien fundado y no haya sanciones. Como representante del BCE, no tiene opinión oficial sobre la política fiscal ni de España ni de ningún  país de la Unión, pero sí insiste en que la disciplina presupuestaria es la condición sine qua non para que un país pueda crecer. No le dice nada el concepto “flexibilidad”, y recomienda no mandar mensajes que puedan poner en duda el compromiso de sanear y ajustar nuestras finanzas.

Las autonomías, uno de los mayores problemas

Hace ya tiempo que González Páramo ha señalado a las autonomías como uno de los problemas fundamentales para encauzar el déficit público y se pregunta si no sería conveniente replantearse ese modelo de estructura regional y su financiación de manera que no pueda poner en peligro el objetivo del 5,7% de déficit para este año. Viendo como funciona el federalismo alemán, es seguro que España puede aprender mucho en cuanto a extremar controles y asegurar un equilibrio entre los ingresos y gastos y entre regiones más ricas y más pobres.

El Gobierno de España quiere que el puesto que deje libre González Páramo sea ocupado por otro español, Antonio Sainz de Vicuña, pero no hay nada seguro. Los cambios en el Banco Central Europeo forman parte de un carrusel de nombramientos comunitarios, de los cuales uno de los más importantes es la búsqueda de un sucesor del presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, quien abandona ese cargo este verano. El Gran Ducado hace presión para que el gobernador de su Banco Central, Yves Mersch, ocupe el sillón del consejo de dirección del BCE hasta ahora reservado a un español. Se trata de un puesto de prestigio, al que nuestro país no quiere renunciar. Pero existe también la posibilidad de que Bruselas considere que España, dadas sus actuales dificultades económicas y sus últimos desaires a la Comisión, no se merece ese premio que hace ocho años pudo conseguir sin grandes discusiones. José Manuel González Páramo habría sido así el primer y el último consejero en el corazón del Banco Central Europeo.

“Yo lo que quiero es un  año sabático”. Así responde José Manuel González Páramo cuando se le pregunta por su futuro dentro de un par de meses. Después de haber pasado los últimos ocho años formando parte del consejo directivo del Banco Central Europeo, el núcleo duro de la más importante institución comunitaria, este economista que soñó de joven con ser periodista -su hijo ya lo es- se muestra muy prudente acerca de su próxima ocupación. Cuando este otoño su nombre sonaba como futuro ministro de Economía él sonreía, un punto sorprendido: “Sólo he hablado con Mariano Rajoy en una ocasión, y era por una consulta concreta… no sé de dónde salen esos rumores”, me dijo entonces. Para él, la prioridad era concluir su compromiso con el BCE, que tenía una fecha límite concreta, el 31 mayo del 2012, y seguir contribuyendo a diseñar una estrategia coherente en medio de la tormenta financiera que aún no ha amainado.

José Manuel González-Páramo