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Sáenz de Santamaría, la 'niña de Rajoy' que se hizo mayor
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DISCRETA, MODERADA, MODERNA Y RESOLUTIVA

Sáenz de Santamaría, la 'niña de Rajoy' que se hizo mayor

Rajoy tuvo la intuición de que era la persona a la que estaban buscando. Contaba entonces con 29 años, pero ya era Abogada del Estado y le avalaba un CV plagadito de matrículas de honor

Foto: Sáenz de Santamaría, la 'niña de Rajoy' que se hizo mayor. (EFE)
Sáenz de Santamaría, la 'niña de Rajoy' que se hizo mayor. (EFE)

“Oiga, señorita, y ¿a usted le asusta tener que resolver líos?”. Ella, con gesto decidido, contestó que “no, en absoluto”. Y Francisco Villar, entonces jefe de Gabinete del vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tuvo la intuición de que aquella era exactamente la persona a la que estaban buscando. Soraya Sáenz de Santamaría contaba entonces con 29 años, pero ya era Abogada del Estado y le avalaba un curriculum plagadito de matrículas de honor. Ni por asomo se imaginó que, a finales de 2011, el presidente del Gobierno le nombraría su persona de máxima confianza cediéndole tres responsabilidades: ser vicepresidenta, portavoz y ministra de la Presidencia.

Esa entrevista de trabajo que le cambió la vida se produjo en el verano de 1999 y entonces S.S.S. era una perfecta desconocida para todo el mundo, sobre todo para los dirigentes y militantes del Partido Popular. Pero desde el primer momento se hizo valer, y cuando decididamente empezó a contar con el apoyo y la admiración de su jefe fue a raíz del hundimiento del Prestige. Ella, de la mano de Paco Villar, se arremangó y se puso a trabajar como una posesa, y lo que empezó siendo una de las peores crisis políticas que hubo de afrontar el PP en el Gobierno, se acabó convirtiendo en un ejemplo de reacción y gestión que le dio la vuelta a la tortilla, como se dice popularmente.

Seguramente el pasado 26 de octubre, cuando su amigo y compañero Francisco Villar fallecía, esa pregunta clave que le hizo aquel mes de junio de 1999 volvería a rondar por su cabeza. Porque desde entonces su estrella no ha dejado de brillar al lado de Mariano Rajoy, con quien lo ha compartido todo. Pero, ¿quién es Soraya Sáenz de Santamaría? ¿Por qué Rajoy deposita en ella tanto caudal de confianza? “Es discreta, es moderada, es moderna… Y es resolutiva”.

Reúne buena parte de las condiciones que Rajoy requiere de la gente que está a su alrededor y que, básicamente, no se identifican con ese perfil minoritario en el PP, pero muy visible, que simbolizaba a la derecha española: católico, conservador y de buena renta. De hecho, cuando S.S.S. llega al ministerio de la Presidencia para entrevistarse con Francisco Villar, nadie sabe realmente cuáles son sus ideas políticas, a quién votaba aquella abogada del Estado de brillante curriculum… Eso a Rajoy no le importó, y en el momento clave de la carrera política de quien el martes fue elegido como VI presidente del Gobierno de España, en quien se apoyó fue en una mujer de la que buena parte de los ‘pata negra’ del Partido Popular desconfiaban.

“A mí Mariano Rajoy me dijo que para triunfar en política había que tener sentido de Estado, sentido común y sentido de la deportividad”, dice ella misma de su jefe, aunque a veces también añade “sentido del humor”. Y cumplió con creces. Esa es la misma definición que cabría aplicar al propio Rajoy, a quien poco le importó que su ‘niña’, de la que hizo gala durante la campaña de 2008 después de aquel debate con José Luis Rodríguez Zapatero, se hubiera casado por lo civil en Brasil. Nada menos. Toda una provocación al ala más conservadora y católica del Partido Popular, que además quisieron extender la impresión de que su posición en algunos de los asuntos que para los sectores más a la derecha del partido son casus belli, como el aborto o el ‘matrimonio gay’, era cuando menos ambigua. Por eso cuando después de las elecciones de 2008, en plena refriega por el liderazgo político del PP, Rajoy la señala como portavoz parlamentaria, se abrieron todas las cajas de los truenos y esos sectores no dejaron de atacarla en lo político e, incluso, en lo personal, sin piedad. Pero aguantó el tipo.

Es más, en los primero enfrentamientos parlamentarios con María Teresa Fernández de la Vega se dio a conocer como algo más que como una mujer resolutiva: sin llegar a ser una brillante parlamentaria, conseguía sacar a la todopoderosa vicepresidenta de sus casillas y arrinconarla debate tras debate, hasta conseguir convertirse en una verdadera obsesión para la que hasta ese momento era ‘mano derecha’ de Zapatero. Tan es así, que la caída en desgracia de De la Vega puede incluirse como una muesca en la culata de su revólver.

Diputada gracias a la renuncia de Rato

Y de lo que casi nadie se acuerda es de que en 2004 llegó a ser parlamentaria porque Rodrigo Rato renunció a su escaño -número 17 por Madrid, ella el 18- para irse al FMI. Que si no, ahí se queda. Obsesionada con la puntualidad, es muy exigente con su equipo y no ha parado hasta que ha encontrado en María Fernández Pico a la persona que sabe adelantarse a sus pensamientos. Todo ese bagaje lo ha puesto a disposición de Mariano Rajoy y del PP durante estos más de diez años, sin importarte las horas de trabajo robadas al sueño e, incluso, a la vida personal, hasta el punto de que ha ido retrasando una de sus asignaturas pendientes, la maternidad, porque su trabajo le impedía ocuparse de una familia.

Ahora, por fin, ha sido madre y ya puede responder sobre otro de los problemas que hacen difícil la igualdad en el plano laboral, pero Iván, que es como se llama su hijo, le proporciona aún más descanso y ayuda a la hora de desconectar que lo que hacían sus aficiones: leer, el cine, los deportes en la televisión… A partir de esta semana, S.S.S. subirá probablemente el último escalón de su carrera política, una carrera corta que la ha llevado muy lejos.

“Oiga, señorita, y ¿a usted le asusta tener que resolver líos?”. Ella, con gesto decidido, contestó que “no, en absoluto”. Y Francisco Villar, entonces jefe de Gabinete del vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tuvo la intuición de que aquella era exactamente la persona a la que estaban buscando. Soraya Sáenz de Santamaría contaba entonces con 29 años, pero ya era Abogada del Estado y le avalaba un curriculum plagadito de matrículas de honor. Ni por asomo se imaginó que, a finales de 2011, el presidente del Gobierno le nombraría su persona de máxima confianza cediéndole tres responsabilidades: ser vicepresidenta, portavoz y ministra de la Presidencia.

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