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El Rey salva el contrato millonario de La Meca tras retomar el poder en la Casa Real
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OHL, INDRA Y RENFE GANAN EL AVE DE ARABIA SAUDÍ

El Rey salva el contrato millonario de La Meca tras retomar el poder en la Casa Real

Tras recuperar el pulso a su agenda oficial y privada y, sobre todo, las riendas de la Casa Real, la vuelta a escena del Rey Juan

Foto: El Rey salva el contrato millonario de La Meca tras retomar el poder en la Casa Real
El Rey salva el contrato millonario de La Meca tras retomar el poder en la Casa Real

Tras recuperar el pulso a su agenda oficial y privada y, sobre todo, las riendas de la Casa Real, la vuelta a escena del Rey Juan Carlos ha resultado "determinante" para que el consorcio formado por OHL, Indra, Talgo, Adif y Renfe haya resultado elegido en la adjudicación por parte de Arabia Saudí de la línea de alta velocidad ferroviaria que unirá las ciudades de Meca y Medina. El contrato, que “desde Navidad se daba por perdido”, ha terminado del lado español en detrimento de la candidatura francesa, que tras las mediaciones de Nicolás Sarkozy a principios de año provocó una serie de retrasos en el fallo del concurso que hicieron temer lo peor.

La injerencia de la candidatura gala coincidió en el tiempo con un periodo oficioso de inactividad de Juan Carlos como cabeza visible de la Casa Real. Su operación por sorpresa en el Clinic de Barcelona con motivo de una afección pulmonar en mayo de 2010, a la que siguió un misterioso y alargado proceso de recuperación, evidenció el delicado estado de salud del monarca, que de puertas afuera sólo se manifestó en claros cambios a peor de su aspecto físico. Según fuentes próximas al Palacio de la Zarzuela, ese periodo virtual de interinidad impidió que el Rey pudiera ejercer todas sus facultades en la operación del AVE saudí.

El pasado mes de junio, las autoridades de la Saudí Railway Organization aplazaron de nuevo, hasta octubre de este año, la decisión sobre la adjudicación del jugoso contrato de 6.500 millones. Esta nueva prórroga hacía temer lo peor a los intereses españoles. Por esas mismas fechas, ya eran públicas las conjeturas sobre el estado de salud del Rey, con claras dificultades de locomoción, problemas en la rodilla y la pelvis desajustada,  y el comienzo del Príncipe Felipe como representante oficial de la familia en algunos actos y despachos castrenses. A donde no llegaba el heredero era al trabajo de relaciones necesario con Arabia Saudí.

A comienzos de 2011, el encuentro del presidente francés Sarkozy con el monarca Abdulá en Nueva York culminó la ofensiva gala por ganar para Alstom-SNCF el contrato del AVE La Meca-Medina. La candidatura española inició entonces una ofensiva de respuesta que no pudo contar sin embargo con la colaboración física del Rey Juan Carlos. Los esfuerzos diplomáticos quedaron entonces reducidos a la actuación de la ministra de Asuntos Exteriores y del presidente del Senado, que viajaron hasta Arabia Saudí para tratar de influir en el proceso de adjudicación, pero en ningún momento pudo realizar un oportuno viaje de la Casa Real.

Más aún, durante la primavera de 2011, cuando los rumores sobre el estado de salud del Rey eran más constantes, una parte del entorno de amistades más próximo al Príncipe Felipe comenzó a articularse de manera organizada para asesorar y arropar al heredero al trono en caso de que pudiera producirse una abdicación. Aunque era un movimiento en gestación, esta reacción llegó a oídos del monarca y prendió la mecha del profundo cambio que se gestaba en la propia organización de la Casa Real sólo unos meses después, a medida que el propio Jefe del Estado se sintió capaz de asumir y volver a ejercer todos los poderes reales.

Un cambio por sorpresa

El golpe de efecto se produjo el mismo mes de agosto. El Rey anunció la vuelta a la Zarzuela como jefe de la Casa Real del diplomático Rafael Sporttorno, que sustituía en el cargo a Alberto Aza, que tras nueve años al frente del cargo y con 74 años ya cumplidos terminaba su relación de servicio. Este movimiento, según fuentes vinculadas con la familia real, obedece al deseo de Juan Carlos de volver a colocar a una persona de su confianza, que ya trabajó anteriormente como responsable de Palacio, para poder desempeñar con mano firme sus tareas ejecutivas hasta el final, disipando así cualquier duda sobre una eventual abdicación.

El descontento y enfado del monarca por los comentarios a los que ha dado pie su estado de salud terminaron por hacerse públicos. Pero ese malestar, de puertas adentro, era una realidad desde mucho antes. Más allá de la opinión pública, el Rey discrepó con su propio equipo sobre el papel secundario que desde la jefatura de la Casa Real se estaba proyectando para su figura con motivo de los problemas de salud. A partir de esa situación, la posibilidad de que Alberto Aza prorrogara su mandato o de que fuera sustituido por otra persona que pudiera abanderar un aire renovador quedaba descartada. Volvía Spottorno, volvía la vieja guardia

Desde ese momento, el mandato del nuevo responsable de Zarzuela ha sido claro: reactivar la agenda pública y privada del monarca todo lo que su estado de salud lo permita, y hasta que no pueda ser de otra manera, operativa que desactiva así las incipientes conspiraciones de café a las que había dado pie durante el último año entre algunas amistades del Príncipe. Ni siquiera la reciente intervención en el talón de aquiles, que impidió al Rey participar en la inauguración del año judicial por primera vez en 28 años, ha supuesto un problema para que de verdad participe en los actos que interesan o requieren de sus servicios.

Sin ir más lejos, el pasado martes 4 de octubre, el Rey Juan Carlos viajó hasta Sevilla para participar en la inauguración de una torre termosolar de Sener, la ingeniería vasca presidida por Rafael Sendagorta. Aún convaleciente, se desplazó a la capital hispalense en un viaje de carácter privado, fuera de su recuperada agenda oficial, para coincidir con el jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan, es decir, el príncipe heredero de Adu Dhabi. Sólo un día antes, el agasajado había sido Mohammed Sabah Al-Salem al-Sabah, viceprimer ministro y titular de Asuntos Exteriores de Kuwait, que a su paso por Madrid visitó la Zarzuela.

Donde no ha viajado finalmente el monarca ha sido a Arabia Saudí. Ni siquiera esta semana, después de que se conociera la muerte del Sultán bin Abdulaziz, príncipe heredero y hermanastro del Rey Abdalá. Además del telegrama de condolencia, la Casa Real española ha destinado hasta Riad al príncipe Felipe, que debe ejercer allí las labores de representación en los actos fúnebres correspondientes. La ocasión servirá también para que agradezca personalmente la confianza depositada por su país en el consorcio español para construir la línea de alta velocidad de La Meca a Medina. Su padre ya lo hizo ayer mismo por teléfono.

Tras recuperar el pulso a su agenda oficial y privada y, sobre todo, las riendas de la Casa Real, la vuelta a escena del Rey Juan Carlos ha resultado "determinante" para que el consorcio formado por OHL, Indra, Talgo, Adif y Renfe haya resultado elegido en la adjudicación por parte de Arabia Saudí de la línea de alta velocidad ferroviaria que unirá las ciudades de Meca y Medina. El contrato, que “desde Navidad se daba por perdido”, ha terminado del lado español en detrimento de la candidatura francesa, que tras las mediaciones de Nicolás Sarkozy a principios de año provocó una serie de retrasos en el fallo del concurso que hicieron temer lo peor.

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