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El PP aprieta a Mas para que elimine las “embajadas catalanas” de Carod-Rovira
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SUPONEN UN GASTO DE 400 MILLONES DE EUROS

El PP aprieta a Mas para que elimine las “embajadas catalanas” de Carod-Rovira

El Partido Popular (PP) apretará al Gobierno catalán para reducir gastos en las partidas más folcloristas que había impulsado del anterior vicepresidente del Gobierno, Josep Lluís

Foto: El PP aprieta a Mas para que elimine las “embajadas catalanas” de Carod-Rovira
El PP aprieta a Mas para que elimine las “embajadas catalanas” de Carod-Rovira

El Partido Popular (PP) apretará al Gobierno catalán para reducir gastos en las partidas más folcloristas que había impulsado del anterior vicepresidente del Gobierno, Josep Lluís Carod-Rovira, especialmente en las “mal llamadas embajadas” de Cataluña en distintas ciudades como París, Bruselas, Londres, Berlín o Nueva York. Hay 400 millones de euros en juego.

Son los gastos superfluos que tiene la Generalitat, destinados en su mayor parte a imagen política identitaria, y que se pueden destinar a temas como la sanidad, la educación o los servicios sociales, por poner algunos ejemplos. “Ahí entran partidas de publicidad, propaganda, viajes al extranjero y relaciones internacionales que se pueden recortar”, dice a El Confidencial una fuente de la cúpula del PP catalán.

Y ahora es el momento. ¿Por qué? Pues porque, simplemente, hoy entran en el Parlamento catalán los presupuestos del Gobierno autonómico para este año, ya que no se pudieron aprobar en el último trimestre del 2010 debido a que estaba disuelto el Parlamento como consecuencia de la convocatoria de las elecciones autonómicas.

Todos los grupos parlamentarios presentarán una enmienda a la totalidad para estos presupuestos. Todos menos el PP, claro, porque Artur Mas ya lleva semanas negociando en secreto con el PP y la semana pasada se reunió con la presidenta de esta formación en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, para lograr un poco de oxígeno. “Sabemos que los presupuestos de este año ya están comprometidos y que tenemos poco margen de maniobra, pero se pueden cambiar todavía partidas para destinarlas a temas sociales en vez de dilapidarlas”, señalan fuentes de la cúpula popular a este diario.

Un dirigente del PP catalán indica también que “aún hay margen de maniobra para eliminar gastos superfluos”. Además del recorte que supondrá el dispendio en “embajadas”, el PP quiere racionalizar los más de 250 organismos públicos (empresas, consorcios, fundaciones...) que dependen de la Generalitat. Y quiere un compromiso por escrito de la racionalización del gasto en este capítulo porque eso no afectaría a la gestión de Gobierno, sino al contrario, la beneficiaría y podría reducir el presupuesto. “No puede ser que una Administración autonómica tenga tantos organismos públicos, con el gasto que ello conlleva. Es preciso poner un poco de sentido común en todo esto”, añaden las mimas fuentes.

Oficinas comerciales en vez de embajadas

Es la primera fase de la presión del PP a CiU porque lo fuerte está por venir. Lo que pretende el partido conservador es negociar una futura Ley de Estabilidad Presupuestaria que ponga orden en las cuentas del Gobierno autonómico catalán. “Es necesaria una reorientación de la política exterior. Y abandonar los sueños de grandeza que tenía Carod-Rovira para crear las embajadas que creó. Estamos de acuerdo en que no se deben eliminar [porque incluso comunidades uniprovinciales las tienen], pero sí reconsiderar su función. Han de ser oficinas comerciales para defender los intereses de las empresas catalanas en el exterior, para ayudar a las compañías que quieran internacionalizarse, pero no tiene sentido darles una función política. Hay que acabar con esta situación”.

La decisión del PP de no presentar enmienda a la totalidad como los restantes grupos políticos permite al Gobierno catalán negociar los flecos del presupuesto de este año. Pero el PP ya tiene la vista puesta en otros dos temas de vital importancia: los presupuestos para el años 2012, que han de aprobarse en el último trimestre del 2011, y la Ley Ómnibus, que el Gobierno catalán quiere aprobar y que supondría la derogación de casi un centenar de normas aprobadas por el Tripartito a lo largo de las dos últimas legislaturas.

En cuanto a los presupuestos del año que viene, el PP tiene la intención de aprovechar la buena entente entre convergente y populares para intentar reconducir de nuevo algunos temas importantes en las cuentas de la Generalitat. Su premisa es la austeridad y el mínimo recorte posible en los temas sociales, según aseguran los dirigentes del PP. Y, por otro lado, quiere meter cuchara en la Ley Ómnibus. Esta norma, con unos 600 artículos, ha acaba de ser publicitada por el Gobierno catalán y hasta el día 20 de este mes se podrán presentar enmiendas. Pero toda la oposición se ha tirado encima de Artur Mas.

Derogar casi un centenar de leyes y decretos no es fácil. Incluso el PC cree que “si se presenta para su votación por artículos, podríamos estar de acuerdo en muchos y votaríamos a favor, pero si se presenta en bloque tendrá nuestro voto en contra”, según declaró a El Confidencial el portavoz parlamentario de los socialistas, Miquel Iceta. En el PP creen lo mismo. “Se podría compartimento en cuatro o cinco bloque, Y luego, en el debate parlamentario, se podría enriquecer e incluso mejorar. Pero no estamos de acuerdo en votar ese monstruo legislativo en un solo bloque”, señalan desde el PP.

De todos modos, no hay aún ningún acuerdo global y definitivo para que el PP apoye definitivamente a Mas en su gestión. “No hay acuerdos cerrados, pero nos han dicho que es preciso hablar de todos estos temas y que están dispuestos a escucharnos. Algo es algo. Y entre todos podemos empujar para ayudar a salir de la crisis”, zanjan fuentes del PP.

El Partido Popular (PP) apretará al Gobierno catalán para reducir gastos en las partidas más folcloristas que había impulsado del anterior vicepresidente del Gobierno, Josep Lluís Carod-Rovira, especialmente en las “mal llamadas embajadas” de Cataluña en distintas ciudades como París, Bruselas, Londres, Berlín o Nueva York. Hay 400 millones de euros en juego.

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