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El movimiento 15-M se crece ante la Junta Central: “De la Puerta del Sol no nos moverán”
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LOS MANIFESTANTES RECIBIERON CON ABUCHEOS Y GRITOS DE INSUMISIÓN LA DECISIÓN OFICIAL

El movimiento 15-M se crece ante la Junta Central: “De la Puerta del Sol no nos moverán”

El desafío sigue firme y, por ahora, gana la indignación. Los manifestantes de la Puerta del Sol recibieron la noticia de que la Junta Electoral Central

Foto: El movimiento 15-M se crece ante la Junta Central: “De la Puerta del Sol no nos moverán”
El movimiento 15-M se crece ante la Junta Central: “De la Puerta del Sol no nos moverán”

El desafío sigue firme y, por ahora, gana la indignación. Los manifestantes de la Puerta del Sol recibieron la noticia de que la Junta Electoral Central prohibía las concentraciones del fin de semana con abucheos y gritos de insumisión. El runrún comenzó a extenderse mientras los portavoces se reunían en comisiones. Uno de los representantes se limitó a contestar en nombre de todos que ellos no han convocado ninguna manifestación. Que la gente, simplemente, acude espontáneamente al 'kilómetro cero' todos los días a las ocho de la tarde y que de aquí “no nos moverán”.

La prohibición provocó entre los indignados una mayor exaltación. Si alguno de los miles de manifestantes tenía pensado volver a casa antes de la medianoche, declarar ilegal las concentraciones del fin de semana les animó a mantenerse en pie en el epicentro del 15-M al grito de “¡Que no! ¡Que no! ¡Que no nos representan!”. Mientras la Junta todavía debatía el asunto, uno de los portavoces, megáfono en mano, se adelantó a los peores augurios: “¿Queréis quedaros aquí?”. Un caluroso “síiiiiii” dejó claro que, pese al veto de las autoridades, la acampada seguirá en pie este fin de semana.

Conforme la noche pasaba, los manifestantes vitoreaban con más ímpetu las consignas, las mismas que se habían coreado desde el domingo: “Lo llaman democracia y no lo es”, “no es ilegal la voz del pueblo”, “no estamos dormidos, estamos indignados”, “se van las nubes, pero nosotros no nos vamos”. La prohibición se convirtió para la mayoría en un estímulo. “¿Qué se creen, que nos vamos a mover de aquí el sábado? Nos tendrán que echar a patadas, y volveremos el lunes”, criticaba María, una madrileña licenciada en Historia, con un máster y en el paro. “No tengo casa, no tengo trabajo, así que no tengo nada que perder. Yo de aquí no me muevo”.

Mientras el movimiento crece, los espontáneos se organizan. Una Comisión de Acción formada por una veintena de personas se reunió a medianoche en las calles contiguas a la Plaza, en la que no cabía ni un alma más. El objetivo ahora es diseñar cómo actuar el fin de semana para que no les levanten el campamento. Saben que las multas para quienes incumplan la sentencia oscilan entre los 100 y los 1.000 euros, y hay que encontrar la forma legal para que no los echen de allí. A la 1, otra asamblea junto al Oso y el Madroño. De momento, el único órgano que toma decisiones son las asambleas en las que cualquiera puede participar y expresar su opinión. La diversidad de opiniones dificulta el trabajo, y el elevado volumen de propuestas entorpece que se tomen decisiones rápidas conforme el movimiento crece y las autoridades empiezan a cansarse.

Un movimiento de miles de personas aún sin líder

Ellos no creen en el sistema actual, por eso se resisten a nombrar a un líder que hable en nombre de todos y abogan por un turno de palabra abierto. “Es el tipo de democracia real con el que soñamos y que pedimos”, cuenta Pilar, una voluntaria. El movimiento ya se ha asentado, más allá que les dejen acampar o no el fin de semana, pero todavía no se han definido. Saben lo que no quieren: un sistema bipartidista, políticos corruptos en listas electorales y que los mercados marquen el ritmo de la sociedad. Pero no tienen nada claro qué piden, más allá de un mundo más justo, y las zancadillas de la Junta les obliga a reorganizarse si no quieren morir nada más nacer.

Uno de los grupos que se asentó anoche en el epicentro del 15-M daba las gracias a quienes comenzaron la acampada. “Ver a tanta gente reclamando nuestros derechos es algo muy grande. Nunca pensé que fuera a pasar, y me alegro de haberme equivocado”, se alegra Marisa, una señora jubilada madre de 3 hijos “sin un futuro claro”. Pese al desbordamiento de personas, el civismo se instaló y la Policía no tuvo que intervenir en ninguna riña. “Tampoco queremos alcohol, no les demos ningún motivo para diluirnos. Esto es muy grande, no lo estropeemos. Tenemos comida y medicamentos”, recordaban algunos voluntarios esquivando a los chinos que quisieron hacer negocio durante toda la noche vendiendo latas de cerveza a 1 euro. 

El desafío sigue firme y, por ahora, gana la indignación. Los manifestantes de la Puerta del Sol recibieron la noticia de que la Junta Electoral Central prohibía las concentraciones del fin de semana con abucheos y gritos de insumisión. El runrún comenzó a extenderse mientras los portavoces se reunían en comisiones. Uno de los representantes se limitó a contestar en nombre de todos que ellos no han convocado ninguna manifestación. Que la gente, simplemente, acude espontáneamente al 'kilómetro cero' todos los días a las ocho de la tarde y que de aquí “no nos moverán”.

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