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Los actores: del rotundo “No a la Guerra de Irak” al “mal menor” en Libia
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CRITICAN A LOS ARTISTAS DE LA IZQUIERDA POR SU POSTURA A FAVOR DE LA INTERVENCIÓN

Los actores: del rotundo “No a la Guerra de Irak” al “mal menor” en Libia

Mientras que numerosas personas del mundo del espectáculo y algunos representantes sindicales justifican la intervención militar en Libia, un sector de la sociedad española les critica

Foto: Los actores: del rotundo “No a la Guerra de Irak” al “mal menor” en Libia
Los actores: del rotundo “No a la Guerra de Irak” al “mal menor” en Libia

Mientras que numerosas personas del mundo del espectáculo y algunos representantes sindicales justifican la intervención militar en Libia, un sector de la sociedad española les critica por “hipócritas”. Los primeros insisten en que nada tiene que ver la guerra de Irak con el conflicto libio. Los segundos afirman que “no se puede ser tan sectario”.

La Red no ha tardado en hacerse eco del tal sinsentido. Un cartel bélico muestra a Zapatero vestido de Rambo, metralleta en mano y sonrisa torcida. El mensaje en letras rojas dice “Sí a la guerra”. En un lateral, custodiado por una explosión, Pedro Almódovar sonríe e imita el gesto de la ceja, símbolo de los actores españoles para mostrar su apoyo al presidente del gobierno. El pie de foto dice “por si les quedaba algo de dignidad”.

Para A.L.G., 32 años, arquitecto y fundador del grupo de Facebook “A los del No a la Guerra, No a la ceja”, se trata de un colectivo (el de los actores) subvencionado por el gobierno español que actúa de manera hipócrita. “Ya quisieron engañar a los españoles en el 2003 yendo en contra de la intervención en Irak, con la pancarta del pacifismo, una mera careta con la que trataron y de hecho consiguieron agredir hasta físicamente a los dirigentes que entonces estaban en el gobierno lanzando piedras y huevos a las sedes del partido popular en muchos puntos de España”.

“Sectarios hasta el vómito”

Según las encuestas, casi un 80% de los españoles rechazó en 2003 la postura del gobierno de José María Aznar de apoyar a Washington en la guerra de Irak y las manifestaciones con el lema “No a la guerra” fueron masivas. Hay que recordar que, en aquella ocasión, España se limitó a respaldar las decisiones de Estados Unidos y Gran Bretaña con aquella foto de las Azores que tantos quebraderos de cabeza acabaría por traerle a Aznar. 

Ajeno a este grupo, Alfredo Crespo, doctorado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), afirma que “los actores de la ceja han dado su enésima muestra de sectarismo. Ni una palabra de reproche a Zapatero aunque tampoco de apoyo. Postura un tanto ventajista la suya, en la que ha podido influir que las encuestas de intención de voto son muy desfavorables para el Gobierno y un posible apoyo de su parte, no las mejoraría”. El experto agradece que esta vez parezcan abstenerse de dar “lecciones de relaciones internacionales, de geoestrategia y de geopolítica”. 

En opinión de A.L.G., “tratan ahora de tomarnos por imbéciles desmemoriados pero realmente, si no hubieran sido sectarios hasta el vómito en aquella ocasión, ahora se les podría dar una mínima credibilidad a sus comparecencias, pero las imágenes están aún muy frescas en la retina de los españoles, las frases que pronunciaron, las manifestaciones que realizaron, los insultos, los gritos a la mitad de la sociedad que no pensaban como ellos. Es una 'hipogresía' más que una progresía”.

El actor y escritor Carlos Bardem no opina igual y cree que hay una clara diferencia entre ambas crisis. “Cuando el No a la Guerra de Irak se dio una gran unidad de criterio porque se daba por igual en toda la sociedad española, mayoritariamente en contra de aquella mentira, de aquella barbaridad montada por unos sinvergüenzas para invadir y expoliar un país”. Además, insiste en que antes que “actores” son ciudadanos y como tales tienen derecho a opinar y a manifestarse. Según cifras no oficiales, en el conflicto iraquí murieron cerca de 1 millón 140 mil personas. 

Toda guerra es injusta

La opinión mayoritaria es que no hay ninguna guerra que haya acabado bien. Pero luchar contra un dictador al que no le tiembla la mano a la hora de masacrar a su propio pueblo parece ser una obligación de los países occidentales. Así lo cree Manuel Mateo Pérez, escritor y editor: “La defensa de los valores democráticos, tras las revueltas en Túnez, Egipto y en buena parte de los países árabes gobernados por sátrapas como Gadafi, es un asunto al que España no podía permanecer ajena”.

Bardem coincide con él: “Una vez el pueblo libio se levanta contra su dictador me parece bien impedir mediante una zona de exclusión aérea que este lo machaque a bombazos. Equilibrar las fuerzas para que sea el pueblo libio y solamente él, quien se libere. En ningún caso me parecería aceptable una invasión y ocupación por parte de tropas extranjeras”.

A diferencia del conflicto en Irak, esta intervención en Libia cuenta con el aval de Naciones Unidas (ONU) y de la Liga Árabe y existen tres aspectos fundamentales que marcan distancias entre ambas crisis y una sola coincidencia. En Libia ha habido levantamiento popular; una resolución previa de la ONU y un peligro más que evidente de que Gadafi masacre a miles de personas. ¿La coincidencia? En ambos casos, son zonas con abundante petróleo. Entonces, ¿hay un exceso de cinismo a la hora de involucrarse en una guerra por parte del gobierno socialista?

Para Carlos Bardem, sí, y recuerda todas las fotografías de Gadafi con absolutamente todos los dirigentes occidentales. El pasado sábado en Madrid, el coordinador general de Izquierda Unida (IU), Cayo Lara, se mostró contrario a la intervención y consideró paradójico que Zapatero “llegara cabalgando a La Moncloa de mano del ‘No a la guerra’ de Irak y que vaya a salir de La Moncloa con un sí a la guerra en Libia”.

Por su parte, Mateo Pérez piensa que no es un acto de hipocresía y cinismo reconocer las variables económicas en este conflicto ya que “España ha entrado en guerra, pero su participación es anecdótica. Lo que no es anecdótico es la necesidad de estabilizar aquel país donde España adquiere casi un veinte por ciento de sus necesidades petrolíferas. Nos jugamos algo más que el aumento en unos céntimos en el precio del litro de gasolina. A medio plazo el corte de suministro libio pondría en serios apuros a España debido a su dependencia energética”.

Según Alfredo Crespo, la comunidad internacional ha actuado motivada por la forma en que el dictador africano ha reprimido a la oposición, aunque, matiza, “no se puede hablar de que Europa haya estado unida, pues países como Alemania han practicado un peligroso apaciguamiento. Sarkozy y Cameron, por el contrario, han salido en defensa de los derechos humanos del pueblo libio”.

Mientras que numerosas personas del mundo del espectáculo y algunos representantes sindicales justifican la intervención militar en Libia, un sector de la sociedad española les critica por “hipócritas”. Los primeros insisten en que nada tiene que ver la guerra de Irak con el conflicto libio. Los segundos afirman que “no se puede ser tan sectario”.

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