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Los eurodiputados cobran el doble que en 2009 pero siguen con las malas prácticas
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EL NUEVO ESTATUTO DEL DIPUTADO NO ACABA CON LA PICARESCA PARA ENGORDAR SUS INGRESOS

Los eurodiputados cobran el doble que en 2009 pero siguen con las malas prácticas

Desde hace poco más de un año cobran casi el doble pero, ni por esas, han dejado de recurrir a las malas prácticas habituales de Bruselas

Foto: Los eurodiputados cobran el doble que en 2009 pero siguen con las malas prácticas
Los eurodiputados cobran el doble que en 2009 pero siguen con las malas prácticas

Desde hace poco más de un año cobran casi el doble pero, ni por esas, han dejado de recurrir a las malas prácticas habituales de Bruselas y Estrasburgo para engordar sus ingresos. Veteranos desterrados a la Eurocámara, cementerio de elefantes por excelencia de la política, o jóvenes recién destetados que apenas han comenzado a dar sus primeros pasos en la cosa pública. A izquierda y derecha y sean del país del que sean, la picaresca con la que durante años han trabajado los eurodiputados sigue siendo habitual. Y todo a cientos de kilómetros de Madrid, donde las cámaras y los periodistas apenas escrutan su trabajo.

La última en denunciar el escándalo ha sido la eurodiputada Nikki Sinclaire, quien ha desvelado en la prensa británica y con abundantes fotografías las triquiñuelas de sus compañeros, que los viernes acuden a trabajar, maleta en mano, para firmar la hoja de asistencia, cobrar la dieta correspondiente e, ipso facto, largarse a su país de origen. Nada nuevo bajo el sol. Ni nada que no se haya denunciado ya en repetidas ocasiones, tal y como puso de manifiesto en 2009 la polémica auditoría de Robert Galvin, filtrado también por la prensa anglosajona y que ponía de manifiesto los pocos escrúpulos de muchos eurodiputados para hacerse millonarios.

Lo que llama la atención es que ni siquiera la mejora de sus condiciones laborales que ha traído consigo el nuevo Estatuto del Diputado ha evitado que los parlamentarios españoles se hayan conformado con lo que tienen, un sueldo mensual que ronda los 6.200 euros y una buena suma de privilegiados complementos como dietas, extras para contratar asistentes o viajes gratis de avión.

Las fotos de Sinclaire, publicadas por el News of the World, han pillado in fraganti, entre otros, a la socialista vasca Eider Gardiazabal Rubial, nieta del histórico dirigente Ramón Rubial. La foto no puede ser más lesiva para su imagen: se la ve entrando en el parlamento a las 9.56 de la mañana de un viernes y marchándose, rumbo al aeropuerto y con el equipaje en la mano, solo 25 minutos después. Todo por una firma que, en su caso, bien valen los 305 euros de dieta que le corresponden por cada día trabajado.

Un nuevo Estatuto

Tras varios años de negociaciones, la cámara aprobó en junio de 2005, durante la presidencia del español Josep Borrel, el Estatuto del Diputado, un texto que ha sido una reivindicación histórica de los parlamentarios y que, entre otras prebendas, estipula un sueldo común para los 785 miembros de la Eurocámara de cerca de unos 6.200 euros al mes. Es decir, el doble de lo que cobra un diputado o un senador de España.

Hasta ahora, los miembros de la cámara han cobrado siempre, desde 1979, lo mismo que un diputado de su correspondiente parlamento nacional. Una situación que permitía que, por ejemplo, los eurodiputados italianos recibiesen hasta 12.000 euros al mes por el mismo trabajo que un español hacía por unos 3.000 euros. Pero la entrada en vigor del nuevo Estatuto, que ha igualado por abajo a todos, tampoco ha servido para acabar con la tradicional picaresca de la Casa y con los pocos escrúpulos de los políticos y de sus partidos.

Porque también las grandes formaciones exigen su parte como forma de financiación indirecta. El Partido Popular, por ejemplo, obligaba a sus diputados a destinar parte de sus ayudas a la Fundación para los Análisis y los Estudios Sociales (FAES) y el PSOE, a centralizar parte de los sueldos en una cuenta del partido. En este sentido, el propio Tribunal de Cuentas ha constatado préstamos irregulares del grupo parlamentario socialistas en la Eurocámara a Ferraz.

Desde hace poco más de un año cobran casi el doble pero, ni por esas, han dejado de recurrir a las malas prácticas habituales de Bruselas y Estrasburgo para engordar sus ingresos. Veteranos desterrados a la Eurocámara, cementerio de elefantes por excelencia de la política, o jóvenes recién destetados que apenas han comenzado a dar sus primeros pasos en la cosa pública. A izquierda y derecha y sean del país del que sean, la picaresca con la que durante años han trabajado los eurodiputados sigue siendo habitual. Y todo a cientos de kilómetros de Madrid, donde las cámaras y los periodistas apenas escrutan su trabajo.

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