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Así funcionaba el mayor laboratorio de cocaína de Europa
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LOS VECINOS NO SOSPECHARON NADA EN LOS DOS AÑOS QUE LLEVABA MONTANDO

Así funcionaba el mayor laboratorio de cocaína de Europa

El dueño de 'La Esmeralda', un agricultor que no supera los treinta años, todavía no digiere lo que sucedió y lo que se sigue contando de

Foto: Así funcionaba el mayor laboratorio de cocaína de Europa
Así funcionaba el mayor laboratorio de cocaína de Europa

El dueño de 'La Esmeralda', un agricultor que no supera los treinta años, todavía no digiere lo que sucedió y lo que se sigue contando de la finca contigua. 300 kilos de cocaína lista para distribuir; 33 toneladas de productos químicos utilizados como precursores; 2 millones de euros en efectivo; armas; 18 vehículos de lujo; 470 teléfonos móviles, y bienes y activos financieros por valor de 50 millones de euros. El mayor negocio de cocaína de Europa se cocía en la casa de al lado. Y ellos, ni sospecharlo. 

Néstor, el ‘guardián’ de la finca, es un personaje de los que ya no quedan. Vivía sin más compañía que un perro y unas cuantas gallinas. Alquiló el espacio de Villanueva de Perales, en Madrid, hace un par de años, a Pedro y María del Carmen, un matrimonio jubilado de Puertollano (Ciudad Real), que pasa temporadas en el pueblo. Néstor era un tío peculiar, pero de lo más normal. De esos que dan los buenos días al salir y que preguntan por la familia al entrar. Nunca ahondó con sus vecinos en temas personales. Ni siquiera cruzaron el alambrado que separa una finca de la otra. Ponía la música alta por las noches, pero nadie acudía a sus particulares fiestas. Uno de los hábitos más curiosos de Néstor era mantener encendidas las dos luces de la puerta de entrada. Desde que caía la noche, hasta que amanecía. Tampoco extrañaba que no saliese ni para ir al curro, ya que contaba a su vecino que él trabajaba para Internet, por eso trabajaba desde casa.

Néstor, el ‘guardián’ de la finca, no aparenta más de treinta años y tiene el brazo izquierdo inmovilizado. Vestía desaliñado y conducía un A3 negro a demasiada velocidad por los dos kilómetros de camino empedrado y lleno de baches que separan la finca de la M-501. Hace dos meses tuvo un accidente. Y el vehículo nunca más apareció por allí. Néstor siempre estaba solo. Tan sólo los seis primeros meses de su llegada lo visitaba un supuesto primo, cincuentón, con los brazos tatuados y montado en una Mercedes Benz blanca. “Pero ese primo nunca más volvió”.

Lo que Néstor no le dijo nunca a su vecino es que cumplía órdenes de Lauro Sánchez Serrano, el empresario encargado de distribuir toda la cocaína por sus locales de ocio en Madrid y el que intentó introducir dos barcos con sustancia estupefacientes desde el extranjero, aunque finalmente ambos envíos fueron frustrados en su origen y no llegaron a la costa española. Fue el hecho que obligó al grupo de Sánchez a buscar otras alternativas de financiación, y por eso contactaron con el grupo de narcotraficantes que regentaba el laboratorio desmantelado, cuyos cabecillas era Néstor y su hermano, colombianos, y Ana y David, un matrimonio español. (El vecino asegura que Néstor es español; aunque la Policía dice que es colombiano). Lo que sí está claro es que unos entraban las sustancias estupefacientes mientras que los otros facilitaban la red de distribución. Para dar una apariencia legal al movimiento de dinero utilizaban un bufete de abogados de la capital. Dos hermanos abogados y otros dos trabajadores, ya arrestados, confeccionaban contratos para que las ganancias pareciesen ligadas a pagos de un entrado empresarial.

Un pueblo sin policía municipal

El plan sonaba más perfecto todavía si se hacía efectivo a las afueras de un pueblo de 2.000 habitantes que, por tranquilo que es, no tiene ni policía municipal. El grupo se caracterizaba por ser especialmente celoso con su seguridad. Disponía de expertos en medidas destinadas a eludir la acción policial; usaban una extensa infraestructura de inmuebles con complejas ‘caletas’; usaban escoltas, que daban cobertura a sus integrantes, tanto en su actividad delictiva como en su vida cotidiana; empleaban micrófonos y gafas con las lentes cubiertas con cinta aislante negra, de uso obligada para acceder al laboratorio.

Pero algo debió fallar en las quinielas del grupo, ya que desde el día de año nuevo un helicóptero sobrevolaba demasiado despacio los cielos de la zona. “Se quedó inmóvil durante más de media hora, justo aquí encima”, cuenta el vecino, señalando la finca incautada. Helicóptero va, Policía Nacional viene. Así, cada vez más frecuente, hasta que amaneció el día 7, y los nacionales llamaron a su puerta para indicarle si podría hacerse cargo del perro hasta que una protectora de animales viniese a buscarlo. “¿Qué pasa? ¿Es etarra?”. El desmantelamiento fue tan silencioso y los detenidos tan cautelosos, que los vecinos no se creen que hayan salido cinco personas de esa casa. “Pero si yo sólo he visto a Néstor. Vivo y trabajo aquí. ¿Cómo es posible que no viera ningún movimiento extraño durante estos dos años?”:

La operación ha concluido con 25 detenidos; 20 de ellos ya están en prisión. Trece pertenecen al grupo de narcotraficantes, dos son miembros del bufete y el resto eran pequeños distribuidores y miembros del grupo de Lauro Sánchez. César Muñoz, alcalde de Villanueva de Perales, recuerda que la investigación sigue abierta. Por eso no se sale del guión marcado por la Policía, y no facilita ningún dato más a El Confidencial. Ni siquiera indica cuál es el camino que conduce hasta la finca, que no está precintada. Los vecinos, tranquilos a la par que impresionados, son los que cuentan lo poco que saben. Las escasas veces que han visto a Néstor, el ‘guardián’ de la finca, ha sido entrando en casa de los dueños del inmueble. “Ni para comprar el pan venía al pueblo”. El matrimonio dueño del garito se refugió ayer a mediodía en casa de unos amigos para esquivar a la prensa. Su silencio fue absoluto.

Jesús Pacheco, comisario de la operación bautizada como 'Colapso', aseguró ayer que en sus 20 años de lucha contra el narcotráfico nunca había visto un laboratorio de esta envergadura y tan sofisticado, escondido en medio de la tranquilidad de la sierra madrileña. La banda había decidido pasar de vender droga, ya adulterada, a comprar la pasta de coca directamente en Sudamérica y elaborarla en Madrid, lo que les proporcionaba más ganancias. Por eso habían montado el laboratorio de Villanueva, que se ha cerrado antes de que empezara a funcionar. La Policía será la que siga tirando del hilo para terminar de deshacer el mayor entramado de cocaína escrito en la historia de Europa.

El dueño de 'La Esmeralda', un agricultor que no supera los treinta años, todavía no digiere lo que sucedió y lo que se sigue contando de la finca contigua. 300 kilos de cocaína lista para distribuir; 33 toneladas de productos químicos utilizados como precursores; 2 millones de euros en efectivo; armas; 18 vehículos de lujo; 470 teléfonos móviles, y bienes y activos financieros por valor de 50 millones de euros. El mayor negocio de cocaína de Europa se cocía en la casa de al lado. Y ellos, ni sospecharlo. 

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