Zapatero pide auxilio al mundo del dinero tras el manifiesto de los empresarios al Rey
César Alierta, José Manuel Lara, Juan Abelló o Ignacio Sánchez Galán estiman que España está perdiendo el tren del futuro. Y no son los únicos que
César Alierta, José Manuel Lara, Juan Abelló o Ignacio Sánchez Galán estiman que España está perdiendo el tren del futuro. Y no son los únicos que quieren reformas de calado en la economía y en el modelo de Estado. Hasta 100 de los miembros más relevantes de la aristocracia empresarial española entregaron al Rey el pasado lunes un contundente documento que solicita medidas tan radicales como apostar por la independencia de los poderes públicos o reforzar la fiabilidad de las instituciones (vea el documento) Un malestar del poder económico que no ha pasado inadvertido a José Luis Rodríguez Zapatero, que no ha tardado ni una semana en ponerse al frente de una manifestación convocada en parte contra sus políticas.
En una entrevista publicada ayer por el diario El País, el presidente del Ejecutivo asegura que en pocos días convocará a los 25 grupos empresariales más importantes del país. ¿Objetivo? Difuso. “El Gobierno, además de la iniciativa política y de la implicación de las grandes empresas, adoptará decisiones, algunas de ellas aún están en elaboración, y articulará también algunos estímulos”, aseguró en tono enigmático y sin entrar en detalles. Eso sí, Zapatero avanzó la creación de un Consejo Nacional de Competitividad, “con personalidades de la economía y por algunas más que han desempeñado responsabilidades políticas en el pasado”, y la necesidad de mejorar las exportaciones, “punta de lanza” del crecimiento y la recuperación.
No debía pensar lo mismo al elaborar los Presupuestos del Estado, hace apenas semanas. Ni siquiera mientras se tramitaban, hace sólo días. El Instituto de Comercio Exterior (Icex), principal herramienta para promover la exportación y la salida al exterior de las empresas, contará el año próximo con 135 millones. En 2010 disponía de 194 millones y en 2009 de 236, cien más que este año. Basta echar las cuentas. Por si fuera poco, el propio PSOE tumbaba una enmienda de CiU a las cuentas públicas para aumentar un 10% su dotación. “Nuestro presupuesto entra en una fase restrictiva que durará varios años y que va a tener consecuencias directivas en la actividad que desarrollamos”, aseguraba a sus ejecutivos en marzo el entonces presidente del Instituto, Ángel Martín Acebes, que avisaba de la supresión de servicios a las compañías.
La apuesta exterior es clave para el crecimiento en un momento en que el consumo interno no tira. Y en línea van las demandas del grupo de los 100, que en tres líneas retratan el drama de las empresas españolas a la hora de competir fuera. Y es que no hay producto. Según reza el documento, “España no ha conseguido alcanzar el desarrollo de la Economía del Conocimiento como para competir en bienes y servicios sofisticados con los líderes, pero al mismo tiempo, no puede seguir compitiendo en costes con los nuevos entrantes como proveedor de bienes y servicios de menos valor”. En román paladino, no se puede pelear con Japón en tecnología ni con India o China en precio. España se ha quedado en tierra de nadie.
Lejos de donde se toman las decisiones
Zapatero se fija ahora en el sector exterior, casi tres años después de que arrancara la crisis. Y lo hace para afrontar un diagnóstico desolador. De acuerdo con el documento presentado al Rey, estamos ante un país “globalmente poco atractivo y en busca de identidad”, que “no es hoy día líder ni en madurez ni en oportunidades” y que no se vende bien al exterior. “La estrategia y gestión de la marca-país debe dejar de ser una actividad colateral, artesanal e individual, para convertirse en condición necesaria de toda estrategia de creación y proyección de valor de un país”, esgrime el informe, canalizado por la Fundación Everis que preside Eduardo Serra.
Una realidad con la chocará el flamante plan Zapatero. El presidente quiere que competitividad e inversión sean claves para salir de la crisis. “Vamos a tomar decisiones y a aprovechar a la vez nuestra proyección internacional. En enero realizaré una nueva gira asiática, que será la tercera en los últimos dos años, porque necesitamos incrementar las inversiones extranjeras en España y mejorar nuestras exportaciones. (…) Me estoy refiriendo a intensificar las relaciones, en los dos sentidos, con países como China, Japón, Corea del Sur, la India y Singapur”, argumenta. “Pero si ni estamos en los grandes centros de decisión para tener acceso a los grandes proyectos”, lamenta en conversación con El Confidencial el presidente del Club de Exportadores, Balbino Prieto, frustrado por la contradicción entre el discurso triunfalista y los drásticos recortes en las ayudas.
El Club, al que pertenecen empresas como Acciona, Repsol, Iberdrola, OHL o Telefónica, denunciaba la semana pasada en rueda de prensa que la disminución del presupuesto supondrá un aumento del paro en dos años y que así “difícilmente se va a conseguir el objetivo fijado por el Gobierno de aumentar las exportaciones para salir de la crisis”. Un escenario que se agrava por la dificultad que encuentran las empresas a la hora de conseguir financiación en mercados emergentes como el asiático o el latinoamericano, por la percepción de riesgo de España. “La tendencia de pérdida de posicionamiento absoluto y relativo en todos los indicadores relevantes del país es preocupante para el futuro de los españoles y su papel en el mundo”, zanja el análisis de la Fundación. Zapatero, ahora, se sube al carro de las empresas.
César Alierta, José Manuel Lara, Juan Abelló o Ignacio Sánchez Galán estiman que España está perdiendo el tren del futuro. Y no son los únicos que quieren reformas de calado en la economía y en el modelo de Estado. Hasta 100 de los miembros más relevantes de la aristocracia empresarial española entregaron al Rey el pasado lunes un contundente documento que solicita medidas tan radicales como apostar por la independencia de los poderes públicos o reforzar la fiabilidad de las instituciones (vea el documento) Un malestar del poder económico que no ha pasado inadvertido a José Luis Rodríguez Zapatero, que no ha tardado ni una semana en ponerse al frente de una manifestación convocada en parte contra sus políticas.