Piden la dimisión de Leire Pajín antes de que jure el cargo

Con la marcha de Trinidad Jiménez del Ministerio de Sanidad, los sectores salpicados han rescatado su sentido ofensivo al escuchar que Leire Pajín será la cabeza visible de dos ministerios en uno: Sanidad e Igualdad. La revolución que ya han proclamado los afectados por el cambio enjuicia la capacidad de Pajín para contener una hemorragia económica que ya supera los 12.000 millones de euros.

 

En esta ocasión, todas las voces apuntan a que Zapatero se ha equivocado en la elección. Si la idea de que Aído se ocupara del superministerio de Igualdad y Sanidad espantaba a los implicados, colocar a Pajín ha sido todavía peor. Los afectados no muestran sus quejas, escupen indignación. Dicen que la dignidad es lo que queda cuando arrebatan lo justo. Y es ahí donde comienza la desobediencia, la rebeldía. Mejor que protestar, apuestan por rebelarse.

“Ahora nombran a Leire Pajín ministra de Sanidad con 34 años y con mucha menos experiencia que miles de españoles investigadores que se han dejado la piel estudiando, han tenido que emigrar de España y no ganan ni la décima parte que ella. Su único mérito es el de pertenecer al partido del poder”. Es el mensaje que han lanzado en las redes sociales para movilizar al país en contra del cambio del Ejecutivo. Piden una concentración el lunes a las puertas del ministerio de Sanidad, “pacífica y sin signo político”, para cortar la cabeza de Pajín sin darle siquiera la oportunidad de presentarse.

En el currículum de la Ministra de Sanidad e Igualdad no reza ningún master, curso de especialización, idiomas ni experiencia laboral más allá de la política. Su formación es una licenciatura en Sociología por la Universidad de Alicante (1998). Entre sus hitos sí que resalta su ascendencia: es hija del militante socialista José María Pajín. En el terreno laboral, ha sido presidenta de una de las ONG más importantes de España, Solidaridad Internacional. De ahí pasó a la Secretaría de Estado de cooperación hasta llegar a ser 'número tres' del presidente.

Zapatero ha pedido a Pajín que se responsabilice de la unión y progresión de Sanidad e Igualdad. Con el chaparrón que le cayó ayer, quizá no le ha advertido de los principales problemas con los que se va a topar. Los que más urgen son el pacto por la Sanidad con las comunidades autónomas, aligerar la Ley de la Dependencia y paralizar el crecimiento del número de víctimas por violencia de género. Jiménez le ha dejado resuelto el hueso más duro de roer de sus 17 meses como ministra: la ley antitabaco, aprobada ayer por unanimidad. La ley de Sanidad Alimenticia y Nutrición está a punto de ser aprobada y a la ley de Salud Pública le falta el último empujón.

La sociedad sanitaria teme que el 'Superministerio' se convierta en un equipo desalmado y sin líneas que lo construyan. El único creíble a estas alturas es José Martínez Olmos, secretario general de Sanidad y “el verdadero ministro a la sombra desde 2005”. Sorprendentemente, ha sido el número dos de los cuatro ministros que han pasado en cinco años por el ministerio. Y entre los entendidos chirría que el nombre de Martínez Olmos para asumir la cartera de la nueva fusión no hubiera entrado dentro de lo previsible, salvo que en el trasfondo de la decisión se hallen otras causas o divergencias internas.

Compromiso moral, no real 

Lo que más duele es saber que Pajín asume la situación por compromiso moral. “Está claro que es su oportunidad, aunque la realidad sea otra”. Pero sus gestos, las decisiones que ha tomado, la imagen de un rostro bostezando o lucir la pulsera PowerBalance que su propio Gobierno censuró es suficiente para que el sector la martillee.

La veloz metamorfosis del discurso del presidente ha probado en un terreno de todo menos sencillo: Sanidad e Igualdad. Y la reacción no ha tardado en surgir. Zapatero deja expuesta al viento desgarrador a una Leire Pajín recibida a tomatazos. A ver cómo escapa de ésta.