Eguiguren es partidario de que Batasuna regrese al parlamento

“¿Conoces los invisibles hiladores de los sueños? Son dos, la verde esperanza y el torvo miedo”. Con este verso de Antonio Machado inicia Jesús Eguiguren sus “Reflexiones y propuestas para un futuro de paz y convivencia” que han agitado la política vasca. Quince folios que ayer adelantó el diario “El Correo”, en los que desgrana la que, en su opinión, debe ser la ‘hoja de ruta’ si se confirma la evolución de la izquierda abertzale. “Habrá que hablar de qué vamos a hacer desde las instituciones si ellos rechazan el terrorismo o ETA decide parar”.

En primer lugar, propone que las iniciativas políticas para lograr la pacificación de Euskadi la asuman los partidos vascos. “Como dudo mucho que la responsabilidad se imponga en Madrid o el Gobierno tenga suficiente margen de maniobra, soy partidario de que tomemos la iniciativa, sin miedo a las amenazas, los ataques y los chantajes. La opinión pública, la sociedad vasca mayoritariamente, apoyarán esta actitud”. Eguiguren reconoce que el consenso en esta materia es difícil, y dice que éste “sólo es posible comprendiendo parte de las propuestas ajenas y renunciando a algunas propias, con un espíritu sincero y sabiendo que todos compartimos el mismo objetivo”.

El presidente del PSE dice que si la apuesta de la izquierda abertzale por las vías exclusivamente políticas y democráticas avanza y se confirma habría dos estrategias. “Una, la que sostiene que al Gobierno o a las instituciones no les corresponde hacer nada especial, sino mantenerse vigilante y observar lo que ocurre (…) o plantearse si se debe incentivar o impulsar esa evolución (…) No es fácil la decisión, pues es discutible cual será la estrategia más eficaz. Personalmente creo que lo más acertado, aunque también lo más arriesgado, es la segunda opción”.

El documento da por seguro que la evolución de la izquierda abertzale será confusa y contradictoria. “Batasuna empezará primero criticando la estrategia violenta, luego repudiándola, alguna vez condenándola según sea el atentado. Tampoco pedirá a ETA que deje las armas, sino que pare un tiempo o cualquier cuestión similar. ETA, a su vez, podrá plegarse o no a la petición. Y aunque se pliegue, puede atentar –atentados asumibles por la izquierda abertzale- para demostrar que paran porque quieren y no porque no puedan actuar”.

Eguiguren se declara partidario de “impulsar” el regreso de la izquierda abertzale a las instituciones, y sugiere la fórmula para ello. “Como nadie va a derogar la ley de partidos, tendrá que ser la propia izquierda abertzale quien resuelva su problema. En estos casos suelen ser habituales alianzas o convergencias con otras fuerzas (algo así sería el polo soberanista) o simplemente cortar el nudo gordiano y proceder a constituir un nuevo partido que condene la violencia y se acoja a la legalidad vigente. ¿Interesa realmente dificultar ese hipotético camino? Creo sinceramente que no. Una cosa es estar atento y no dejarse engañar, y otra no ver la germinación de un proceso histórico positivo y por tanto obstaculizarlo (…) Y en cuanto a la política, cuando estén en las instituciones que planteen lo que quieran, como si llevan el acuerdo de Loyola, y si se consiguen mayorías bien, y si no, pues también. Así es la democracia”.

El presidente del PSE propone que si los partidos políticos vascos llegan a un consenso de mínimos se debería crear una comisión parlamentaria al tema “con comisionado nombrado por el lehendakari. Entonces, la consecución de la paz no aparecería como la mera lucha contra el terrorismo, sino también como una tarea de construcción de la paz dirigida por el Gobierno y el Parlamento”, y reclama que “quienes hoy dirigen la política vasca, el lehendakari Patxi López, y quien ha apoyado el cambio, Antonio Basagoiti y sus compañeros, afronten la pacificación y la futura reconciliación en Euskadi. No tengo dudas de que si se arriesgan y se dejan de prejuicios del pasado tendremos el apoyo de todos los grupos parlamentarios y del conjunto de la ciudadanía vasca”.

Eguiguren reconoce que “la presencia en el Parlamento del nacionalismo radical podría cambiar las mayorías, llevando por pura aritmética al gobierno a quien hoy es oposición, y a la oposición a quienes gobierno. Mucha habilidad y acierto tendríamos que tener para evitarlo, pero cosas más difíciles hemos hechos. Además, perder habiendo conseguido la paz, eso sí que sería una derrota dulce. Mucho más dulce que una victoria sin haber conseguido la paz”.