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Ferraz agradece la ayuda de un Felipe González al que no soporta
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EL EX PRESIDENTE, DE 'ROAD SHOW' EN LOS MEDIOS

Ferraz agradece la ayuda de un Felipe González al que no soporta

Con un PSOE en caída libre en las encuestas y con un presidente del Gobierno que se enfrenta a su momento más bajo de popularidad, el

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Ferraz agradece la ayuda de un Felipe González al que no soporta

Con un PSOE en caída libre en las encuestas y con un presidente del Gobierno que se enfrenta a su momento más bajo de popularidad, el retorno de Felipe González a la palestra pública se ha revelado como un bálsamo de incalculable valor para unos socialistas huérfanos de referentes. El ex presidente del Gobierno ha intensificado en los últimos días su presencia en actos públicos y de partido, así como en medios de comunicación, consciente de que, en estos momentos de crisis, él es el único capaz de alentar y elevar el ánimo de las “deprimidas” tropas socialistas. Una vuelta a la primera línea que, sin embargo, se ve con cierto estupor en la dirección del partido y en el entorno más cercano al presidente del Gobierno, que recibe esta ayuda con la "nariz tapada".

González no deja de ser visto, en el entorno más cercano a Rodríguez Zapatero, como ese jarrón chino que nadie sabe dónde colocar y cuyas apariciones de los últimos días resultan a la par inquietantes y algo molestas. Y es que, el ex presidente es y será siempre un mito dentro del Partido Socialista Obrero Español. Algo así como un mito andante capaz de embelesar con su sola presencia y con sus palabras improvisadas a una audiencia deprimida y de bajón. Lo demostró, una vez más, la semana pasada en el homenaje a Pablo Iglesias, un acto en el que despertó, sin necesidad de leer papel alguno, una ovación cerrada y sincera entre los algo más de 700 parlamentarios y cargos del partido que acudieron a escucharle.  Insufla moral a las bases, y eso es de agradecer, pero deja en evidencia a Zapatero. Le necesitan, pero le deprecian.

En menos de una semana, González se ha hecho notar de nuevo con su táctica habitual de suministrar una de cal y otra de arena a su sucesor en el partido. Primero afirmó públicamente, en clara alusión a su forma de ejercer el poder, que “rectificar es de sabios, pero hacerlo todos los días es de necios”. Después, por el contrario, no ha dudado en ponerse al servicio de los suyos para lo que sea necesario aplicando la filosofía que él mismo expresó en el aniversario a Pablo Iglesias. “Distancia crítica cuando las cosas van bien. Cuando las cosas van mal, militancia pura y dura”.

Un apoyo que el PSOE no se puede negar a recibir por más que entre su actual dirección sea visto con alguna que otra reticencia por lo que genera de sentimiento de nostalgia hacia viejos liderazgos. Porque las comparaciones hablan por sí solas. La arrolladora capacidad y el intacto magnetismo de González evidencian la falta de de iniciativa de Zapatero a la hora de explicar y convencer a la opinión pública de la conveniencia de sus recortes. Como el propio ex presidente le ha reprochado, el plan de ajuste “no ha sido suficientemente explicado”.

Tampoco es plato de buen gusto en Moncloa que González comente en público cosas como que a Zapatero “le ha golpeado la realidad de la crisis” y que eso se le nota incluso en su aspecto físico, como ayer señaló en la Cadena SER. O que se muestre como un líder al cabo de la calle, que sabe anticipar crisis futuras o que conoce la receta para todos los problemas. Comentarios que hacen flaco favor al presidente del Gobierno, al igual que otras expresiones como “depresión” o “enseñar la yugular” que, en su boca, evidencian la extrema debilidad por la que atraviesa el partido y el sentimiento de inferioridad que acompleja a sus bases.

Sea como fuere y a pesar de los recelos que pueda suscitar en el círculo más próximo a Zapatero, el presidente le necesita para reforzar la unidad interna del PSOE y para movilizar a sus votantes más abstenciones. No se descarta, por ello, que Felipe y Zapatero vuelvan a protagonizar  en las próximas semanas nuevos acto de partido que sirvan para frenar la sangría de votos del PSOE.

Con un PSOE en caída libre en las encuestas y con un presidente del Gobierno que se enfrenta a su momento más bajo de popularidad, el retorno de Felipe González a la palestra pública se ha revelado como un bálsamo de incalculable valor para unos socialistas huérfanos de referentes. El ex presidente del Gobierno ha intensificado en los últimos días su presencia en actos públicos y de partido, así como en medios de comunicación, consciente de que, en estos momentos de crisis, él es el único capaz de alentar y elevar el ánimo de las “deprimidas” tropas socialistas. Una vuelta a la primera línea que, sin embargo, se ve con cierto estupor en la dirección del partido y en el entorno más cercano al presidente del Gobierno, que recibe esta ayuda con la "nariz tapada".